Montecarlo recuerda a George Balanchine
Cinco core¨®grafos actuales comparten cartel con las obras del maestro
En 1993 se conmemor¨® en todo el mundo el d¨¦cimo aniversario de la muerte de George Balanchine (San Petersburgo, 1904-Nueva York, 1983). Londres, Par¨ªs, Mosc¨² y un gran festival neoyorquino con m¨¢s de 60 obras del artista revitalizaron un mensaje creador que a¨²n genera escuela. Montecarlo no se ha quedado atr¨¢s e ide¨® un homenaje menos ortodoxo, que comen z¨® el pasado 28 de diciembre y termina hoy, d¨ªa 4. Junto a originales del repertorio balanchiniano se propusieron creaciones actuales inspiradas en los modos y obra de Mister B.
Montecarlo y su teatro tienen una estrecha relaci¨®n hist¨®rica y vital con George Balanchine, pues ¨¦sta fue su primera sede estable tras la muerte de Sergu¨¦i Diaghilev, en 1929, y aqu¨ª cre¨® la coreograf¨ªa-faro del estilo neoci¨¢sico: Apolo Musageta. Desde este punto privilegiado de la Costa Azul dio el joven de origen georgiano Georgi Balanchidvadze el salto definitivo a Norteam¨¦rica en 1935.Para abrir estas jornadas conmemorativas, Jean-Christophe Maillot, nuevo director de los Ballets de Montecarlo, escogi¨® Serenade (1936), que fue la primera obra que hizo Balanchine al llegar a Estados Unidos, partiendo de una irregular plantilla de bailarines.
El lujo habitual en Montecarlo empez¨® esta vez tambi¨¦n por las fotograf¨ªas del cat¨¢logo, encargadas a Helmut Newton, y la excepcional capacidad de convocatoria al reunir en torno a este proyecto panor¨¢mico a toda la cr¨ªtica europea junto a especialistas en la compleja biograf¨ªa de George Balanchine. El proyecto es consustancial al esp¨ªritu que ha animado siempre la historia de esta compa?¨ªa, es decir, la renovaci¨®n y creaci¨®n de repertorio. No obstante, hubo cierta pol¨¦mica y hay quien pidi¨® m¨¢s obras originales de Balanchine y menos riesgo en los encargos, pero habr¨ªa que recordar que fue precisamente en los viajes tard¨ªos de Balanchine a la Costa Azul y en el establecimiento que hizo en Ginebra de una c¨¦lula neocl¨¢sica en los a?os setenta, donde encontr¨® su cenit est¨¦tico. No es dif¨ªcil imaginar que a Balanchine mismo le habr¨ªa encantado la convivencia de lo antiguo y lo nuevo, lo posible y lo imposible.
Estos resultados han abierto la discusi¨®n, y lo que m¨¢s ha sorprendido a los cr¨ªticos es la masiva aceptaci¨®n del p¨²blico de unas obras de fuerte impronta rupturista, y no es que se pueda decir que el espectador habitual del teatro del casino Garnier est¨¦ acostumbrado a sobresaltos.
Las creaciones mundiales estuvieron encomendadas a la norteamericana Karol Armitage, el franc¨¦s Lionel Hoche, el italiano Roberto Zanella y al propio Maillot. Otras obras de Balanchine presentadas fueron Los cuatro temperamentos 1946) y una piedra angular del arte coreogr¨¢fico de nuestro tiempo: Agon (1953-1956), donde el artista ya maduro demostr¨® ser un hombre abierto al experimento.
No puede decirse que Karol Armitage funcione con una l¨®gica interna. Mientras en la pieza Tema y cuatro variaciones, de Maillot, prima la construcci¨®n razonada sobre cualquier inspiraci¨®n, en Yo tuve un sue?o, de Armitage, gana la acumulaci¨®n ca¨®tica de ideas felices con errores infantiles. Esta core¨®grafa estuvo ligada a Balanchine en el proyecto de Ginebra, y su pieza pone al d¨ªa una memoria de fragmentos literales yuxtapuestos al sue?o de una academia perdida.
La obra Hiatus, de Lionel Hoche, ya fue vista en Cannes hace unas semanas, aunque su verdadero estreno oficial ha sido aqu¨ª. Hoche tiene una buena formaci¨®n acad¨¦mica y ha sabido enfrentarse a una producci¨®n de gran compa?¨ªa. El tono esc¨¦ptico de la cr¨ªtica no le ha restado en absoluto brillantez y ¨¦xito a su apuesta, donde conviven preocupaciones formales del ballet con la indagaci¨®n en la puesta teatral. El resultado es de una cierta melancol¨ªa recargada, pero con una notable presencia de talento. Algo similar puede decirse del Koncertant duo, de Zanella, brillantemente bailado por Paola Cantalupo y Juan Carlos Gil.
Por fin el humor lleg¨® con una creaci¨®n de Maillot en la que Cantalupo, Gil y Frederic Olivieri se desmelenaban. Lueur d'amour es nueva danza que consigue elevarse gracias a la alta calidad de los bailarines y a que Maillot ha explotado sus posibilidades histri¨®nicas.
Entre otros estrenos hay que destacar Segunda sinfon¨ªa, de Uwe SchoIz, sobre los cuatro primeros movimientos de la partitura de Robert Schumann, donde pone de manifiesto su capacidad para esa especie de nuevo ballet sinf¨®nico, una de las ramas que dej¨® el neoclasicismo, estilo descubierto para el p¨²blico del Viejo Continente en aquella primera legendaria gira europea de Balanchine con el New York City Ballet, en 1952, que comenz¨® precisamente en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.
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