Marea fascista
( ... ) Europa se ti?e de color pardo. ( ... ) Es la vuelta del tribalismo, del fundamentalismo ¨¦tnico; el retroceso de la concepci¨®n universalista del hombre. ( ... ) Por doquier la clase dirigente se debilita, impotente ante el paro y desacreditada por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. Por doquier los proyectos colectivos y las grandes utop¨ªas se desvanecen. S¨ª, el comunismo; pero tambi¨¦n el socialismo a la francesa, el liberalismo puro y duro, la socialdemocracia escandinava o austriaca, el modelo socialcristiano de alemanes o italianos. Queda la alternativa nacionalista y xen¨®foba. Frenada y marcada con el sello de la ignominia hace cincuenta a?os, ?se halla en v¨ªas de rehabilitaci¨®n? Da miedo hacerse la pregunta; dudamos antes de hacerlo, por superstici¨®n, pero tambi¨¦n porque hay que desconfiar de los paralelos hist¨®ricos. Y sin embargo, est¨¢ en todas las mentes: ?hemos vuelto a los a?os treinta? ( ... )Se impone la necesidad de una actitud vigilante. La aceptaci¨®n de las reglas del juego democr¨¢tico por la parte de los partidos de extrema derecha no debe llamamos a enga?o. No es m¨¢s que una t¨¢ctica. Han modernizado su lenguaje, camuflado sus or¨ªgenes, conservado la ambig¨¹edad sobre su verdadera naturaleza, pero en absoluto han renegado de, su pasado. ( ... ) Legalistas y activistas, sus medios difieren pero sus objetivos coinciden: erigir un orden nuevo en lugar de la democracia.
, 9 de enero
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