El sabor del riesgo
La intervenci¨®n del Banco de Espa?a en la crisis de Banesto muestra, afirma el autor, que los defensores del Estado de derecho, de las reglas y de la democracia tienen m¨¢s y mejores recursos que la famosa mano inv¨ªs¨ªble para corregir los desastres del libre mercado.
Si alguna duda pod¨ªa existir sobre la precisi¨®n, el acierto y la justificaci¨®n de la intervenci¨®n del Banco de Espa?a en Banesto, ¨¦sta qued¨® definitivamente eclipsada gracias a la comparecencia de Mario Conde. Aun concediendo cierto grado de tanteo t¨¦cnico en las respectivas cifras aportadas, el fondo del asunto, el "agujero negro de gesti¨®n fraudulenta", qued¨® meridianamente claro. En estas condiciones, lo que importa ahora, desde un punto de vista de pol¨ªtica financiera, o mejor de pol¨ªtica tout court, es qu¨¦ debemos hacer ma?ana. El escaso espacio disponible me obligar¨¢ a ser casi apod¨ªctico y a enumerar pr¨¢cticamente sin argumentar las siguientes proposiciones:1. La intervenci¨®n del Banco de Espa?a muestra c¨®mo los defensores del Estado de derecho, de las reglas y de la democracia tenemos mas y mejores recursos que la famosa mano invisible para corregir los desastres del libre mercado. Este Gobierno y este gobernador, cantores del libre mercado, l¨ªricos de la iniciativa privada y a la vez rid¨ªculos detractores de lo p¨²blico, han tenido que echar mano -y han hecho bien- del instrumental p¨²blico para atajar y sajar el absceso en Banesto.
2. Los objetivos y prioridades a contemplar deber¨ªan ser, y por este orden preciso: los dep¨®sitos de clientes; el sistema general de pagos; la bondad, fortaleza y saneamiento del sistema financiero espa?ol en su conjunto; garantizar los puestos de trabajo y el fondo de pensiones de los empleados de Banesto; fijar el valor contable de las acciones de Banesto tal como reclaman los c¨¢nones, las leyes (Ley de Sociedades An¨®nimas) y la elemental pr¨¢ctica del mercado libre.
3. Abundando en lo ya previsto en la segunda directiva bancaria de la: UE, deber¨¢ trazarse una l¨ªnea que "brille m¨¢s que el sol" entre lo que sean aportaciones y dotaciones que provengan del mercado -bancos y cajas- y las que procedan del sector p¨²blico, esto es, del bolsillo de los contribuyentes (fondos y cr¨¦ditos del Banco de Espa?a; del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos -FGD-, posibles beneficios fiscales). Las dotaciones en dinero p¨²blico deber¨¢n inexcusablemente transformarse en poder accionarial p¨²blico, que pesar¨¢ justamente lo que valga (ni m¨¢s ni menos), para decidir sobre el futuro de Banesto. Por muchas vueltas que se le quiera dar, este futuro se reduce b¨¢sicamente a tres opciones: a) Integraci¨®n en Argentaria ampliando el segmento de banca p¨²blica en Espa?a (recu¨¦rdese que, mientras la media de la CE est¨¢ en un 30% de banca p¨²blica, en Espa?a este segmento s¨®lo representa el 11%). b) Participaci¨®n p¨²blica en el accionariado del nuevo Banesto. c) Venta de la participaci¨®n p¨²blica al resto de compradores (bancos y cajas) de Banesto, si esta eventualidad es la finalmente resultante.
4. La gesti¨®n de Mario Conde y su consejo de administraci¨®n debe ser sometida al m¨¢s riguroso an¨¢lisis por las autoridades competentes para despejar responsabilidades mercantiles, penales y fiscales si las hubiere.Este an¨¢lisis debe clarificar dudas al menos respecto de: autocartera oficial y real; cr¨¦ditos a empleados para compra de t¨ªtulos; situaci¨®n de empresas participad¨¢s ubicadas en para¨ªsos fiscales; venta, aparcamiento y garant¨ªas de recompra de paquetes accionariales de Banesto o empresas participadas; elusiones fiscales; participaci¨®n directa o indirecta en empresas de medios de comunicaci¨®n.
5. El punto menos brillante en la acci¨®n de la Administraci¨®n en sus deberes de control y vigilancia del sistema financiero est¨¢ en la autorizaci¨®n por la CNMV y el Banco de Espa?a de la macroampliaci¨®n en tres tramos del capital de Banesto en el verano de 1993. La m¨¢s puntual y exhaustiva de las explicaciones debe ser puesta sobre la mesa por Croissier, y obrar despu¨¦s en consecuencia.
6. La brusca y masiva venta de acciones de Banesto del 28 de diciembre debe ser objeto de an¨¢lisis riguroso para descartar y denunciar, si la hubo, informaci¨®n privilegiada. Asimismo, las "dificultades inform¨¢ticas" para mostrar cabalmente la evoluci¨®n del riesgo crediticio del banco incurrir¨ªan, de ser ciertas, en una vulneraci¨®n de la obligada "imagen contable fiscal" que prescriben determinados art¨ªculos de la Ley de Sociedades An¨®nimas. La dilucidaci¨®n de este extremo es de la mayor importancia.
Finalmente, a modo de obligado y comprimido resumen cabe decir lo siguiente:
Los felices ochenta, con su bobalicona beater¨ªa hacia la econom¨ªa y la ingenier¨ªa financiera, en detrimento de la dura y paciente econom¨ªa industrial y de servicios, acaban con unos magn¨ªficos fuegos de. artificio de los que KIO y Banesto parecen ser, por ahora, la masclet¨¢ final.
Este Gobierno, que desde unas supuestas maduras tanto ha impulsado la privatizaci¨®n y la privacidad, deber¨¢ ahora saber estar a las duras y defender una estricta soluci¨®n privada -de mercado- para Banesto. Y esto no se reclama desde ning¨²n presupuesto judeo-cristiano de redenci¨®n de la culpa y el pecado mediante la penitencia, sino apelando simplemente a la coherencia. El sistema financiero espa?ol es fuerte y sano. Tiene un segmento privado (90%) y uno p¨²blico (Argentaria, 11%). Dentro de uno u otro la soluci¨®n es posible y practicable.
Tanto si la soluci¨®n es privada (reflotaci¨®n, compra, troceo) como si es p¨²blica (ampliaci¨®n del segmento bancario p¨²blico), debe responder a la prudente y sabia costumbre de no mezclar nunca los vicios. privados con las p¨²blicas virtudes.
Se argumentar¨¢ hasta la saciedad y se utilizar¨¢ desde los grandes accionistas (M. Conde, J. P. Morgan i tutti cuanti) hasta los peque?os accionistas como escudo para evitar la ineludible operaci¨®n. acorde¨®n. Se reclamar¨¢ la utilizaci¨®n de fondos p¨²blicos para sanear el banco, evitar la reducci¨®n a cero o una peseta del valor de las acciones, en un nuevo ejemplo del furor de los conversos a la bondad de la econom¨ªa intervenida. Pero desde la defensa del inter¨¦s p¨²blico, del inter¨¦s de la mayor¨ªa, deberemos ser justos y consecuentes. Deberemos recordarles que la compra de acciones implica siempre una apasionante dualidad entre beneficio y riesgo, y que ¨¦sta es, precisamente, la quintaesencia de la econom¨ªa de mercado.
Cu¨¢ntas veces no habremos o¨ªdo c¨®mo el vivere pericoloso del accionista era mucho m¨¢s excitante que el aburrido horizonte del inversor en renta fija. A los accionistas, a los trabajadores accionistas, s¨®lo cabe recordarles que para eludir el azar del riesgo existe la seguridad de la deuda p¨²blica de un Estado democr¨¢tico de derecho.
La libertad de elecci¨®n es innegable, pero el inversor diligente debe saber elegir, igual que ante un puesto de helados, entre el sabor del riesgo y el sabor de la deuda p¨²blica. Galbraith dir¨ªa en palabras altisonantes que ¨¦ste es el riesgo de la libertad. Tambi¨¦n podr¨ªa ser una cuesti¨®n de gustos.
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