Siria, la paz y la, hegemon¨ªa
Cuando el panarabismo comenz¨® a declinar, a principios de los setenta, tras la Guerra de los Seis D¨ªas y la muerte de Naser, Egipto fue el primer pa¨ªs ¨¢rabe que abandon¨® este ideal funesto y empez¨® a buscar su propio camino. Lo hizo, con Sadat, de una forma t¨ªpicamente espectacular que lo condujo a una orientaci¨®n proamericana y a la paz con Israel. La Siria baazista sigui¨® su ejemplo, con Asad, que lo hizo a su manera, caracter¨ªsticamente prudente y oscura. Sin embargo, no fue una pol¨ªtica de "lo hice solo", como en Egipto. Siria todav¨ªa deseaba un papel de liderazgo, aunque ya no en la arena completamente ¨¢rabe; ahora limitaba sus ambiciones a la regi¨®n de la Gran Siria (que comprende, adem¨¢s de la propia Siria, L¨ªbano, Jordania, Israel, CisJordania y Gaza), fiel a una ideolog¨ªa formulada por Anton Sa?adeh una generaci¨®n atr¨¢s.Pero a fin de ser la potencia hegem¨®nica en esa regi¨®n (o zona de influencia), Siria ten¨ªa que concebir la forma de tratar con su principal rival, Israel. La guerra del Yom Kipur de 1973 demostr¨® a Asad que incluso despu¨¦s de un ataque por sorpresa de las fuerzas combinadas de Egipto y Siria (con alguna ayuda iraqu¨ª), Israel todav¨ªa pod¨ªa vencerles. Fiel creyente siempre de la realpolitik, dedujo la necesidad de una nueva estrategia. Como Egipto acababa de dejar el panarabismo y el sendero de la guerra, Siria tendr¨ªa que cargar con lo peor de cualquier guerra futura pr¨¢cticamente en solitario, ya que Irak nunca era totalmente fiable a sus ojos y Jordania era demasiado amiga de Israel. Por tanto, a finales de los setenta, Asad comenz¨® a pensar en t¨¦rminos de "paridad estrat¨¦gica" capacitando a Siria, mediante un aumento de fuerzas militares, a bastarse a s¨ª misma contra Israel, primero defensivamente y luego ofensivamente.
Esta pol¨ªtica rein¨® como suprema durante m¨¢s de una d¨¦cada. Se comenz¨® a ponerla en tela de juicio a finales de los ochenta debido a una serie de acontecimientos: la ca¨ªda de la URSS priv¨® a Siria de un poderoso patr¨®n (cuya intervenci¨®n la salv¨® de un ignominioso desastre en 1973) y un suministrador de armas de gran calidad a bajo precio. Siria ya no. contaba con el paraguas sovi¨¦tico y los gastos de defensa se dispararon hasta casi un 20% del PNB (contra un 10% de Israel y un 7% de Egipto). Rusia exige hoy pago inmediato en met¨¢lico y precios m¨¢s altos. Al igual que China y Corea.
Entonces lleg¨® el derrumbamiento total de Irak en la guerra de 1991, que elimin¨® la posibilidad de una alianza iraqu¨ª en una hipot¨¦tica confrontaci¨®n con Israel. Ir¨¢n, tras la muerte de Jomeini, estaba buscando un acercamiento a Estados Unidos y ya no se pod¨ªa confiar en ¨¦l autom¨¢ticamente en la rivalidad con Israel. El PNB sirio necesitaba desesperadamente inversiones exteriores para poder crecer, pero ¨¦stas s¨®lo pod¨ªan proceder de Occidente, y exig¨ªan condiciones de paz (la URSS nunca hab¨ªa sido generosa en sus inversiones civiles). Siria tiene 13 millones de habitantes y un PNB de 14.000 millones de d¨®lares contra los 60.000 millones de Israel (con s¨®lo cinco millones de habitantes). Las virtudes de la econom¨ªa libre de mercado y de las inversiones occidentales eran, por tanto, evidentes.Estas reflexiones prepararon el terreno para el lento (y tortuoso) acercamiento entre Siria y Estados Unidos que condujo a la reciente cumbre de Ginebra entre Asad y Clinton. Durante los ¨²ltimos tres a?os le ha parecido a Siria evidente que una orientaci¨®n proamericana requiere una actitud positiva hacia la paz con Israel.Mientras el Gobierno de Shamir estuviera en el poder, con su negativa total a devolver incluso parte de los altos del Gol¨¢n (conquistados por Israel tras el ataque sirio de 1967), la cuesti¨®n de esta actitud era b¨¢sicamente te¨®rica. Con el Partido Laborista israel¨ª en el poder (desde junio de 1992), se convirti¨® en una cuesti¨®n urgente, ya que Rabin est¨¢ dispuesto, en principio, a devolver todo (o pr¨¢cticamente todo) el Gol¨¢n a cambio de una paz total. Tanto las consideraciones militares como las econ¨®micas, tal como, se explica m¨¢s arriba, parecen incitar a Siria ahora a la paz. Entonces, ?por qu¨¦ se movi¨® tan lentamente? ?Por qu¨¦ le cost¨® a Asad 19 meses hasta pronunciar finalmente la frase "normalizaci¨®n total de relaciones con Israel" en su rueda de prensa conjunta con Clinton?Se deber¨ªa recordar que el compromiso de Siria en la lucha contra Israel es profundamente ideol¨®gico, arraigado como est¨¢ en la filosof¨ªa del partido Baaz, que considera a Israel una "presencia colonialista" que debe ser erradicada si los ¨¢rabes han de ser verdaderamente libres. Asad no tiene problemas en aceptar un tratado de no beligerancia, pero la paz abierta y total era m¨¢s dif¨ªcil de tragar. Era a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de tragar para los cuadros del partido Baaz a los que era preciso persuadir.
Ahora que se ha superado este gran obst¨¢culo, ?es ya suave y r¨¢pido el camino hacia la paz? Nada es nunca tan sencillo en Oriente Pr¨®ximo. Prestemos atenci¨®n a lo que Asad no dijo en Ginebra. No dijo nada de que el tratado de paz fuera un tratado separado y bilateral, como exig¨ªan tanto Israel como Estados Unidos, sin que la normalizaci¨®n dependiera de la firma de tratados con Jordania, L¨ªbano y, por encima de todo, con los palestinos (en el mejor de los casos, un acuerdo de paz con los ¨²ltimos est¨¢ a cinco a?os vista). Sin embargo, hacerlo solo, como lo hizo Sadat, y firmar una paz separada con Israel significa renunciar a la pretensi¨®n de hegemon¨ªa en la regi¨®n de la Gran Siria (de la que Jordania, L¨ªbano y Palestina son parte integrante). Esto es algo que Asad todav¨ªa no est¨¢ dispuesto a hacer; y si lo est¨¢, no est¨¢ dispuesto a decirlo abiertamente a su propio p¨²blico, es decir, a las dos ¨²nicas circunscripciones que cuentan para ¨¦l: el Ej¨¦rcito y el partido. ?Est¨¢ ya resignado a compartir la hegemon¨ªa en esa regi¨®n con Israel? ?O tiene miedo de que el dinamismo econ¨®mico de Israel le permita crear una asociaci¨®n efectiva y din¨¢mica con los palestinos, Jordania y L¨ªbano que pondr¨ªa fin incluso al m¨¢s m¨ªnimo sue?o de una hegemon¨ªa econ¨®mica siria sobre los pa¨ªses ¨¢rabes de la zona? (Despu¨¦s de todo, el PNB israel¨ª casi triplica al de la Gran Siria). ?Desea Asad todav¨ªa mantener su dominio sobre estos vecinos ¨¢rabes autodesign¨¢ndose garante final de sus relaciones de paz con Israel en desarrollo? La respuesta llana y simple: no lo sabemos.
Prudente y astuto como nunca, Asad no ha indicado todav¨ªa en Ginebra si ha cambiado su postura en esta importante cuesti¨®n. Por supuesto, hay otros problemas espinosos en la agenda (el programa de la retirada israel¨ª, la situaci¨®n de los asentamientos israel¨ªes, la desmilitarizaci¨®n e inspecci¨®n, etc¨¦tera), pero son secundarios. El tema del tratado separado y bilateral, sin embargo, sigue siendo un obst¨¢culo importante.
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