El arte de los dioses
Nuestra concepci¨®n del mundo, naturalista y cient¨ªfica, es esencialmente una creaci¨®n del Renacimiento. Cuando en 1414 se descubri¨® en la abad¨ªa de Montecassino, a mitad de camino entre Roma y N¨¢poles, el tratado De Architectura de Vitruvio, se abri¨® uno de los periodos hist¨®ricos m¨¢s apasionantes y trascendentales del arte occidental.Frente al arte g¨®tico -que los italianos siempre hab¨ªan considerado una herencia de los b¨¢rbaros-, esta nueva arquitectura se basaba en dos premisas fundamentales: el uso exclusivo de figruras geom¨¦tricas elementales y relaciones matem¨¢ticas simples; y la reutilizaci¨®n de los ¨®rdenes cl¨¢sicos de la tradici¨®n grecorromana.
Este renacer arquitect¨®nico se concentr¨® inicialmente en una ciudad, Florencia; un artista, Filippo Brunelleschi; y un edificio, Santa Maria dei Fiore. Florencia fue la cuna de la cultura humanista en todas sus variedades; Brunelleschi -que asombr¨® la sus contempor¨¢neos con el descubrimiento de la perspectiva: una nueva forma de ver, mirar y representar- erigi¨®, gracias a sus conocimientos de la tecnolog¨ªa constructiva m¨¢s puntera, la obra que simboliza el comienzo de la arquitectura renacentista: la c¨²pula de la catedral florentina.
La nueva belleza -definida por Leon Battista Alberti como un todo en el que "nada se puede a?adir, quitar ni cambiar s¨ª no es para empeorarlo"- se entend¨ªa como expresi¨®n de la verdad divina, y a la invenci¨®n humana se le conced¨ªa una importancia que se aproximaba al poder creativo del mismo Dios. Esta apoteosis del artista individual lleg¨® a su apogeo en el siglo XVI con Leonardo, Rafael y Miguel ?ngel.
Al igual que el Quattrocento, tambi¨¦n el esp¨ªritu del Cinquecento puede quedar representado por una ciudad, Roma; un artista, Miguel ?ngel; y un edificio, San Pedro del Vaticano. Roma, ya en poder de papas ilustrados, recuper¨® el esplendor monumental perdido en la Edad Media. Miguel ?ngel complet¨® los frescos de la Capilla Sixtina y levant¨® otra grandiosa c¨²pula que representa la universalidad de la Iglesia cat¨®lica y el poder del Papa romano, y que ha llegado a ser uno de los s¨ªmbolos m¨¢s permanentes de nuestra civilizaci¨®n.
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