Catedrales de juguete
31 maquetas hist¨®ricas sobre arquitectura del renacimiento se expondr¨¢n en el Palazzo Grassi
Son como el m¨¢s imponente Lego que nadie haya podido so?ar, juguetes adormilados dignos de un caprichoso rey o de la princesa m¨¢s mimada que se haya descrito jam¨¢s en un cuento. Pero en su d¨ªa, las torres erguidas, los ¨¢ngulos perfectos, la ornamentaci¨®n tallada, pintada o estucada con todo detalle, estas construcciones de madera cumplieron la nada ociosa funci¨®n de guiar fielmente las mentes y las manos de maestros y aprendices para hacer realidad prodigios arquitect¨®nicos como San Lorenzo, en Florencia, o San Pedro, en el Vaticano. La maqueta fue, en efecto, el principal instrumento del arquitecto desde el siglo XV hasta el siglo XIX.Pocos ejemplares han llegado hasta nuestros d¨ªas de este fascinante medio t¨¦cnico que cay¨® en desuso con L'Ecole des Beaux Arts para reaparecer 100 a?os despu¨¦s de la mano de Gaud¨ª, Le Corbusier o Mies van der Rohe. De los muchos cientos de maquetas que probablemente se hicieron en Italia entre los a?os 1400 y 1600, s¨®lo se conservan 31. Todas ellas estar¨¢n en la exposici¨®n La arquitectura del renacimiento, de Brusneleschi a Michelangelo que se inaugurar¨¢ en primavera en el Palazzo Grassi de V¨¦necia.
"Sin las maquetas, tal vez no habr¨ªamos tenido el valor de afrontar un tema tan abstracto y con tantos riesgos de que la exposici¨®n tuviera poco que a?adir, a su cat¨¢logo o a la lectura de un libro", reconoci¨® la semana pasada Vittorio Magnago Lampugnani, director de la revista Domus y uno de los dos coordinadores de esta exposici¨®n, durante la presentaci¨®n a la prensa de la maqueta del Vaticano concebida en 1539 por Antonio de Sangallo.
Con sus casi cinco metros de altura, ocho de largo y seis de ancho, que permiten la entrada del p¨²blico por un lateral para con templar el interior del recinto, la maqueta de Sangallo, restaurada durante los ¨²ltimos tres a?os en un peque?o taller de Pietrasanta, provincia de Toscana, ser¨¢ la perla de la exposici¨®n del Palazzo Grassi. De hecho ser¨¢ la ¨²nica pieza expuesta en el gran recibidor del centro de arte que Fiat tiene en la ciudad de los canales. Cerca de ella, suspendida sobre la escalera que da acceso a los pisos superiores, pender¨¢ la maqueta de la enorme c¨²pula proyectada por Miguel ?ngel para San Pedro, terminada de construirse a finales del siglo XVI bajo el reinado de Sixto V.
Triste sino el de Antonio de Sangallo, siempre dominado por la figura demasiado imponente del genio lombardo. Como en el Palazzo Farnese, la obra maestra que Sangallo proyect¨® para el cardenal Alejandro, pero que Miguel ?ngel remat¨® en su tercer piso y con un alero que rompe el sentido estricto clasicista de las proporciones del renacimiento.
La misma superposici¨®n volver¨ªa a darse en la construcci¨®n del Vaticano, tambi¨¦n impulsada por Alejandro Farnese cuando se convirti¨® en el Papa de la Contrarreforma con el nombre de Pablo III. Hasta el punto de que, a¨²n prescindiendo de la fachada a?adida por Carlo Maderna ya en el siglo XVII, el Vaticano de Sangallo, con sus dos torres frontales gemelas, quiz¨¢ recuerde m¨¢s al Pilar de Zaragoza que a la bas¨ªlica de San Pedro tal y como hoy la conocemos.
La coincidencia mayor entre la realidad y el modelo se da en la zona correspondiente a la planta de cruz griega, retomada por Sangallo del proyecto primigenio que Donato Bramante concibi¨® como desarrollo de su Tempietto, la peque?a construcci¨®n levantada por encargo de los Reyes Cat¨®licos y en la que Bramante traz¨® los c¨¢nones del renacimiento a partir del estudio del Pante¨®n romano. Pero la c¨²pula que corona esa secci¨®n resulta decididamente chaparra en comparaci¨®n con la de Miguel ?ngel.
Lo cierto es que la maqueta de Sangallo apenas tuvo vigencia, pues Miguel ?ngel, que sucedi¨® a Sangallo en la direcci¨®n de la F¨¢brica de San Pedro -la oficina que se ocupa de las obras vaticanas a trav¨¦s los siglos-, margin¨® completamente el proyecto del disc¨ªpulo de Bramante. En una carta dirigida a Pablo III, el lombardo razonaba que la bas¨ªlica de Sangallo proyectaba demasiados rincones aislados y oscuros".
Desde entonces, la maqueta durmi¨® bajo la tutela de los Museos Vaticanos. En su con1trucci¨®n, que concluy¨® ya muerto Sangallo, se hab¨ªan empleado siete a?os y m¨¢s de 6.000 escudos. Pero el juguete resultaba imprescindible. "Las maquetas daban una representaci¨®n tridimensional del proyecto con una precisi¨®n que no se lograba mediante las t¨¦cnicas de dibujo de entonces", explica Pierluigi Silvan, arquitecto de la F¨¢brica de San Pedro. Henry Millon, de la National Gallery de Washington, el otro coordinador de la exposici¨®n del Palazzo Grassi, a?ade que las maquetas sirven hoy, entre otras cosas, para poder valorar las ideas arquitect¨®nicas que fueron descartadas en su tiempo.
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