El mosaico ex sovi¨¦tico
Las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas perif¨¦ricas de Rusia y otros territorios -"Desde Kabul a Estambul"- pedir¨¢n desesperadamente ayuda a Rusia, pronostica el nacionalista radical Vlad¨ªmir Zhirinovski, que se ve ya "tomando el t¨¦ en el Kremlin", mientras los ex s¨²bditos del imperio se atropellan por volver a ¨¦l. La diferencia con Bor¨ªs Yeltsin, a los ojos de Zhirinovski, es que el presidente de Rusia es "bueno" y ayuda generosamente a las antiguas rep¨²blicas de la URSS, y ¨¦l es "duro" y pondr¨¢ condiciones, cuando -como asegura- forme Gobierno el pr¨®ximo oto?o.Zhirinovski puede ser un bocazas, pero, en clave de esperpento, refleja la nostalgia del imperio que se ha apoderado de la sociedad rusa (con los poderes f¨¢cticos en cabeza) y de buena parte de la poblaci¨®n de los pa¨ªses vecinos a Rusia, algo m¨¢s de dos a?os despu¨¦s de la "cumbre eslava" de Belov¨¦zheskaia (Bielorrusia). Aquella cumbre que sell¨® la desintegraci¨®n de la URSS el 8 de diciembre de 1991 es hoy un borr¨®n en el expediente pol¨ªtico de sus participantes y despierta susceptibilidades en ellos. Tanto que, tras un acto de contrici¨®n p¨²blico, uno de sus actores se enfureci¨® contra quien esto escribe por atreverse a comparar su explicaci¨®n con la "resaca de su borrachera en la que la vajilla de la abuela acab¨® hecha a?icos".
Los pa¨ªses occidentales reconocieron las realidades que les pusieron delante en 1991. Cuando se les dijo que hab¨ªan nacido nuevos Estados, abrieron embajadas, que a¨²n est¨¢n definiendo su identidad en un proceso simult¨¢neo a la cristalizaci¨®n (o no cristalizaci¨®n) como Estado de los territorios donde se encuentran. En Asia central, en el C¨¢ucaso y en Europa est¨¢n los tres frentes que, como islotes a la deriva, quedaron expuestos a nuevas influencias.
Las realidades hoy son m¨¢s complejas que las de 1991, cuando las ¨¦lites nacionalistas demostraban que sin el Kremlin vivir¨ªan mejor. Las tendencias regeneracionistas que la penuria econ¨®mica y la dependencia energ¨¦tica han impulsado en Bielorrrusia o Ucrania indican que, de seguir as¨ª las cosas, estos Estados estar¨¢n tan org¨¢nicamente ligados a Rusia que su existencia como entidades independientes ser¨¢ muy cuestionable. En la l¨®gica de la din¨¢mica regeneracionista se inserta la marcha de Y¨¦gor Gaidar, el eje del primer Gobierno de la Rusia poscomunista, que defendi¨® la reforma econ¨®mica de Rusia en solitario, renunciando a los "intereses especiales" de Mosc¨² en el "extranjero pr¨®ximo". Estos intereses, recogidos ahora por la doctrina militar oficial, han sido expuestos por el polit¨®logo Andranik Migrani¨¢n, consejero de Yeltsin. En el frente occidental, Migrani¨¢n ve una tendencia a la integraci¨®n militar, pol¨ªtica y econ¨®mica entre Bielorrusia y Rusia, que har¨¢ "poco probable" la formaci¨®n de un "cord¨®n sanitario" del B¨¢ltico al mar Negro ante Rusia, del que Bielorrusia ser¨ªa uno de los "eslabones claves".
La seguridad de Migrani¨¢n en la tendencia espont¨¢nea a la reintegraci¨®n de Ucrania con Rusia es tal que, en su opini¨®n, Rusia no debe "mostrar especial ah¨ªnco por lograr un status de Ucrania como pa¨ªs desnuclearizado". "En caso de una mayor integraci¨®n de estos dos pa¨ªses, las armas nucleares pueden ¨²nicamente fortalecer el potencial com¨²n de estos dos Estados o de la CEI en su conjunto". Si Ucrania no firma el protocolo de Lisboa y no cumple las condiciones del START I, bloquear¨ªa el tratado START 2, firmado en enero de 1993, y, esto incluso ser¨ªa positivo para Rusia, en la l¨®gica de Migrani¨¢n. Los medios patri¨®ticos rusos ven el START 2 como la consolidaci¨®n de la ventaja nuclear norteamericana y el fin de Rusia como superpotencia. Y lo que est¨¢ en juego hoy es precisamente esto. Tanto para su fortalecimiento como para su debilidad, Rusia no renuncia al imperio.
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