Reforma a medias en Jap¨®n
Las reformas pol¨ªticas aprobadas el s¨¢bado por el Parlamento japon¨¦s suscitan reflexiones diferentes seg¨²n se parta, de la situaci¨®n previa al advenimiento de la actual coalici¨®n gubernamental o del proyecto anticorrupci¨®n inicialmente defendido por la agrupaci¨®n partidista que en agosto del pasado a?o arrebat¨® el poder al conservadurismo liberal. El acuerdo supone un avance en relaci¨®n al injusto marco de funcionamiento de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, pero implica un retroceso sustancial respecto a. las primeras exigencias aperturistas del Ejecutivo.La fortaleza parlamentaria de la oposici¨®n m¨¢s reacia al cambio y la precariedad de una alianza gubernamental en la que conviven socialistas radicales y moderados, centristas de izquierdas y de derechas, y conservadores del progreso o del arribismo impidieron al Gobierno una t¨¦cnica negociadora estable y mayor firmeza en el pulso contra el inmovilismo. El primer ministro, Morihiro Hosokawa, encuadrado en la primera variante de esa ¨²ltima clasificaci¨®n, se comprometi¨® ante la opini¨®n p¨²blica nacional con la aprobaci¨®n de unas reformas susceptibles de democratizar el sistema electoral establecido en 1947 y reducir la importancia del dinero en la vida p¨²blica y en la toma de decisiones pol¨ªticas o administrativas.
Los japoneses m¨¢s impacientes con la modernizaci¨®n creen que el popular gobernante ha cumplido a medias su palabra. El 85% de los encuestados, por la cadena p¨²blica de televisi¨®n NHK mostraron su disgusto por las concesiones de ¨²ltima hora y denunciaron en la ley una preocupante ausencia de cautelas contra la esperada ofensiva mafiosa de un tri¨¢ngulo tristemente c¨¦lebre durante el llamado r¨¦gimen de 1955: pol¨ªticos, empresarios y bur¨®cratas. Estiman los consultados que los cuatro proyectos legislativos aprobados son de agradecer, pero descubren flancos claramente vulnerables a la voracidad de una corrupci¨®n con m¨¢s de 40 a?os de impunidad y oficio.
Nada de revoluci¨®n
La correlaci¨®n de fuerzas entre los promotores del cambio y quienes en el Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD) lograron enmendarlo para preservar esca?os, prebendas e influencias de trucada adquisici¨®n no aconsejaba abrigar excesivas ilusiones en el logro de una mudanza revolucionaria. Con la excepci¨®n de la disidencia socialista, tampoco ¨¦se era el prop¨®sito de la mayor¨ªa de los siete partidos en coalici¨®n de gobierno. El compromiso hecho ley no impedir¨¢ que pol¨ªticos y empresarios encuentren la manera de. ignorarlo, pero incorpora al menos f¨®rmulas electorales que, de cumplirse con honestidad, facilitar¨¢n un realineamiento . parlamentario de cierto calado y despejan el camino hacia cambios de inevitable inter¨¦s en una naci¨®n detenida pol¨ªticamente desde el final de la II Guerra Mundial.
Los liberales, obligados tambi¨¦n al compromiso al observar una creciente divisi¨®n entre sus extremos, seguir¨¢n gozando de clara ventaja en el sistema electoral por representaci¨®n directa, pues el dinero y los grupos de apoyo locales ser¨¢n decisivos en la captaci¨®n del voto, pero la entrada en juego de la votaci¨®n proporcional y a listas de partido puede franquear las puertas del Parlamento a ideas nuevas. Analistas locales sostienen que tras los primeros desbroces electorales el organigrama aprobado alumbrar¨¢ en Jap¨®n un sistema pol¨ªtico en el que dos o tres partidos se alternar¨¢n en el mando.
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