Futuro esplendoroso
Se present¨® el Primer Ciclo de Conciertos de Jazz Caja de Madrid con razonable respuesta d p¨²blico, si se considera que coincid¨ªa con una se?alada jornada futbol¨ªstica y gran ¨¦xito art¨ªstico. El estreno era doble, pues tambi¨¦n debutaba en Europa el nuevo cuarteto del contrabajista brit¨¢nico David Holland.Si el inicio, algo fr¨ªo y dubitativo, habl¨® de una banda en rodaje, la continuaci¨®n dej¨® ver una verdadera sociedad cooperativa, ya en pleno funcionamiento y con un futuro esplendoroso. La identidad del grupo no ha variado ostensiblemente con respecto al anterior, pero el vibr¨¢fono, menos flexible que la guitarra, ci?e ahora la estructura arm¨®nica y modifica sutilmente hacia mejor, el sonido global.
David Holland Quartet
David Holland (contrabajo), Eric Person (saxos alto y sopranino), Steve Nelson (vibr¨¢fono), Gene Jackson (bater¨ªa). Teatro Monumental. Madrid, 5 de febrero.
Eric Person, procedente d tr¨ªo del bater¨ªa Chico Hamilton para sustituir al fenomenal Sten Coleman, se pas¨® los primeros minutos sin quitar ojo de las partituras, visiblemente inc¨®modos en un contexto todav¨ªa poco familiar.
Recursos
En los momentos de apuro, recurri¨® a t¨¢cticas dilatorias sin decidirse a agarrar los compases por los cuernos aunque, cuando solt¨®, demostr¨® poseer una cumplida gama de recursos, un sonido bello y una saludable tendencia a improvisar con la melod¨ªa siempre en mente.A¨²n mejor estuvo Steve Nelson acentu¨® con acordes imaginativos los solos ajenos y ejecut¨® los propios con una agilidad nunca propensa a la ligereza.
Gene Jackson, menos ambicioso, pas¨¦ la prueba sin ocultar su devoci¨®n hacia la teor¨ªa de percusi¨®n el¨¢stica postulada por Jack DeJohnette, mientras Holland explicaba por qu¨¦ hab¨ªa tantos contrabajistas en el patio de butacas: el tiempo de sujeci¨®n magistral se esfum¨® raudo como un dulce sue?o.
Si como compositor es notable (el repertorio del largo concierto se bas¨® en piezas originales suyas), como instrumentistas roza el techo expresivo y coro sin sofocos la cumbre t¨¦cnica.
La fluidez no le impide volc¨® todo el peso del swing sobre cada nota y es capaz de sacar astilla del contrabajo sin inmutarse.
La afinaci¨®n, intachable, y su sentido del tempo, inmaculado, los pobres explicaciones de una musicalidad, sencillamente, inexplicable.
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