Ausencia desdoblada
Aun cuando los trabajos tempranos de Pep Agut (Tarrasa, 1961) demostraron ya su inter¨¦s a lo largo de la pasada d¨¦cada, ha sido b¨¢sicamente en los noventa -y en un clima de debate indudablemente m¨¢s af¨ªn a su talante creativo- cuando su figura se consolida entre las voces m¨¢s firmes del actual panorama catal¨¢n. De su evoluci¨®n reciente tan s¨®lo hab¨ªamos tenido ocasi¨®n de ver en Madrid ejemplos en un par de panoramas colectivos, con lo que resulta a¨²n m¨¢s de agradecer la cita que nos brinda esta nueva muestra personal del artista.La exposici¨®n tiene como eje principal la instalaci¨®n Persona, presentada ya por Agut el pasado verano en el Apperto 93, dentro del apartado que la Bienal de Venecia destina a los nombres emergentes en el panorama intemacional m¨¢s reciente.
Pep Agut
Galer¨ªa Elba Ben¨ªtez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 28 de febrero.
Junto a su propuesta para la Corderie del Arsenale, la muestra madrile?a se completa con otros trabajos de producci¨®n m¨¢s reciente, pero que mantienen con la instalaci¨®n veneciana una complicidad esencial. El espacio de representaci¨®n como vac¨ªo elocuente, como escenario vacante sobre el que se proyecta la conciencia perceptiva del espectador, obtiene en el trabajo de Agut una traducci¨®n muy sugerente con la que el artista crea, a, partir de mecanismos aparentemente elementales, un complejo entramado de resonancias.
El tema del doble como arquetipo que escinde la ilusi¨®n de identidad tiene su referencia m¨¢s inmediata en la imagen dual de Habitaciones no exactas y en las urnas de Persona; pero encuentra tambi¨¦n en las superficies reflectantes de los ektachromes y de la l¨¢mina de metacrilato un eco que prolonga, por otros medios, la idea de desdoblamiento.
La obra reciente de Pep Agut gira as¨ª, una y otra vez, en torno al v¨¦rtigo generado desde un l¨ªmite en el que se cruzan, sobre un vac¨ªo virtual, dos miradas gemelas y opuestas, la del espectador y la del propio artista.
Es, de hecho, esa misma frontera en la que se superponen, confundidos en el oscuro plano reflectante que los unifica, una vez m¨¢s, desde la escala que comparten, el autorretrato fotogr¨¢fico apenas perceptible y la propia efigie corporal de aquel que lo contempla.
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