El Madrid se engancha al 'efecto Morales'
El chaval del filial rompe al final el 'derby' de la impotencia
El Madrid ha incorporado un argumento decisivo a su repertorio. Es el efecto Morales. El asunto es sencillo. Consiste en introducir en el campo un jugador heterodoxo, limitado en muchos aspectos, en permanente estado de alerta. Son futbolistas poco atentos a las reglas, con el apetito de la fama en cada regate. Morales pertenece a esa estirpe. Chicos con un sistema nervioso explosivo y la fijaci¨®n del ¨¦xito en la cabeza. Por razones extra?as, son futbolistas que viven ciclos m¨¢gicos. El Atl¨¦tico sabe de esto. Tiempo atr¨¢s se agarr¨® a algunas victorias por medio de Sabas, un delantero situado en la l¨ªnea de Morales. Ahora est¨¢ de moda el efecto Morales. Corr¨ªa el partido hacia el empate, cuando el delantero madridista enganch¨® un pelotazo seco e inesperado que super¨® a Abel. La jugada tuvo todo el sello del jugador: fue rapid¨ªsma y cortante. Pero sobre todo, tuvo el valor de producir una victoria crucial.El partido lleg¨® con los papeles repartidos. El Atl¨¦tico se apeg¨® a su condici¨®n de resistente, sin permitirse una cana al aire. No dej¨® un detalle para la memoria, amarrado a un f¨²tbol bastante chusco. En Chamart¨ªn, s¨®lo estuvo programado para defender. Su ¨²nica alternativa fue Kosecki, un jugador que se encuentra en su elemento cuando tiene que dirimir su suerte frente a tres defensas, y si son cuatro mejor. La solitaria campa?a de Kosecki frente a la defensa madridista estuvo a punto de producir beneficios.
El Madrid recibi¨® de salida el papel de protagonista. Manej¨® el juego, se anot¨® media docena de oportunidades y siempre tuvo un aspecto superior al Atl¨¦tico. Su principal carencia fue la precisi¨®n en el ¨¢rea, una carencia que acab¨® por llenarles de ansiedad. El caudal de ocasiones fue abundante, con llegadas muy n¨ªtidas de Lasa y Zamorano y una buena tacada de cabezazos.
El corte del juego fue nervioso. El Madrid abandon¨® su habitual manoseo de la pelota por una apuesta m¨¢s trepidante. La ubicaci¨®n de Luis Enrique como segundo delantero fue decisiva. Luis Enrique es un futbolista que juega siempre con la quinta velocidad, de esos que anuncian grandes cosas en sus fintas y su cambio de ritmo' Su problema es la falta de tacto en el toque final, pero ese defecto no le rebaja su condici¨®n de buen jugador. De alguna manera fue la referencia emocional de su equipo.
Animado por una velocidad desacostumbrada, el Madrid tuvo el partido en la primera jugada. Lasa entrevi¨® una fractura en la defensa del Atl¨¦tico, progres¨® con la pelota y de forma inesperada apareci¨® frente a Diego. All¨ª sufri¨® un ataque de p¨¢nico y se deshizo de la pelota con un remate indigno.
El ¨²nico toque de atenci¨®n del Atl¨¦tico se produjo un minuto despues, con un remate cruzado de Kosecki. Desde ese momento, el Atl¨¦tico mantuvo una actitud entreguista. La presencia madridista en el ¨¢rea de Diego era constante, aunque a algunos les faltara el toque de distinci¨®n. Zamorano estuvo insolvente en una jugada de manual, de las que exigen una mirada, un toque, el tacto y el gol. Pero Zamorano, que juega con la tensi¨®n de los goleadores que no golean, prefiri¨® el pelotazo grosero.
La dejaci¨®n del Madrid ante la porter¨ªa provoc¨® un cambio de normas en la segunda parte. El nivel de angustia hab¨ªa crecido en el Madrid. Su juego se volvi¨® m¨¢s voluntarioso que eficaz, cada vez m¨¢s agarrotado e incluso beneficiado por la venia del ¨¢rbitro en una jugada que obligaba a la expulsi¨®n de Buyo. La soluci¨®n pasaba por una medida de emergencia, una apuesta m¨¢s individual. El efecto Morales.
En pleno ataque de ansiedad, el Madrid permiti¨® la mejora en las condiciones de vida del Atl¨¦tico, que pas¨® de la primera trinchera a la segunda, y de la segunda a la tercera. Y de pronto, el Atl¨¦tico se encontr¨® en el medio campo y con la posibilidad de conectar con Kosecki. Y de la condici¨®n de resistente, el Atl¨¦tico pas¨® en dos minutos a la posici¨®n de ganador. Pero en esas lleg¨® Morales.
Una jugada medio intranscendente -la pelota larga de Lasa, el bal¨®n dividido entre Zamorano y un defensor, el bal¨®n libre al borde del ¨¢rea- decidi¨®. Morales se encontr¨® con la pelota sin due?o, se gir¨®, meti¨® bien la bota y caz¨® un remate seco, imprevisto y mortal. Un gol que incluye al muchacho en el santoral madridista y que pone a su equipo en la obligaci¨®n de intentar el ataque al t¨ªtulo.
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