Impulso desva¨ªdo
LAS NEGOCIACIONES que socialistas y populares llevan a cabo desde el verano sobre el llamado impulso democr¨¢tico tienen todos los visos de adolecer del mismo mal que pretenden curar. Parecen concebir las instituciones del Estado como zona de sus respectivas influencias partidarias, de conformidad con el nuevo equilibrio de fuerzas surgido de las elecciones del pasado 6 de junio. No se explica, si no, su lenta y exasperante progresi¨®n, sus escasos resultados al cabo de meses y la exclusi¨®n de determinados asuntos considerados como poco menos que imposibles de negociar por el PSOE y el Partido Popular -entre otros, la reforma del Estatuto de RTVE y el nombramiento de su director general-. Est¨¢ adem¨¢s, finalmente, el riesgo de que queden aplazadas indefinidamente ante la prevalencia, ?una vez m¨¢s!, de inmediatos intereses electorales sobre los generales del pa¨ªs.No todas las medidas del ambicioso plan sobre el impulso democr¨¢tico anunciado por el PSOE al d¨ªa siguiente de las elecciones son igualmente urgentes ni todas tienen el mismo grado de dificultad. Es, pues, l¨®gico que su negociaci¨®n y puesta en pr¨¢ctica se adapten a un calendario acorde con la complejidad t¨¦cnica y dificultad pol¨ªtica que presentan cada una de ellas. Pero algunas son deberes pendientes de la anterior legislatura y no existe argumento que justifique el hecho de que sigan sin cumplirse a estas alturas de la actual. ?0 tiene acaso explicaci¨®n que las fuerzas pol¨ªticas mayoritarias no hayan sido capaces todav¨ªa de designar al nuevo Defensor del Pueblo, cargo que se mantiene en r¨¦gimen de interinidad desde hace casi un a?o, ni de cubrir las vocal¨ªas vacantes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), algunas pendientes de renovaci¨®n desde hace m¨¢s de dos a?os, por no hablar del resto de cargos institucionales que se encuentran en la misma situaci¨®n?
Todos los argumentos apuntaban, m¨¢s bien, a la urgencia de resolver sin dilaciones una situaci¨®n escandalosa que ha estado en el origen del galopante deterioro institucional de los ¨²ltimos a?os. Pol¨ªticamente, tambi¨¦n hubiera sido muy instructivo para los ciudadanos percibir cuanto antes que los anunciados prop¨®sitos renovadores son algo m¨¢s que palabras. Algo que a estas alturas a¨²n sigue sin saberse. Socialistas y populares se han entretenido durante meses en pactar "los perfiles de los candidatos" y poco m¨¢s. Para este viaje no se necesitaban alforjas, pues el perfil del candidato a los cargos institucionales est¨¢ di¨¢fanamente descrito en la Constituci¨®n y en las leyes, siendo precisamente su desconocimiento por los partidos lo que ha propiciado en el pasado el nefasto sistema de cuotas en su designaci¨®n.
Negociar sobre algo ya regulado, en lugar de cumplirlo, no resuelve ninguno de los problemas pr¨¢cticos suscitados por la designaci¨®n parlamentaria de los altos cargos institucionales. Por el contrario, hace pensar que socialistas y populares buscan la forma de que el espacio institucional siga siendo un predio patrimonial suyo y que el sistema de cuotas perviva, mejorado y adaptado a las nuevas circunstancias.
El balance del llamado impulso democr¨¢tico no puede ser, de momento, m¨¢s exiguo. Aunque socialistas y populares se sacaran algunos ases de la manga durante las negociaciones iniciadas ayer a marchas forzadas para cerrar su pacto sobre esta cuesti¨®n antes del 1 de marzo, ?de qu¨¦ pacto se trata si han quedado fuera cuestiones como la democratizaci¨®n interna de los partidos pol¨ªticos y la reforma de su financiaci¨®n, el cambio del Estatuto de RTVE, el aumento de la capacidad investigadora y sancionadora del Tribunal de Cuentas e incluso la obligaci¨®n reglamentaria del presidente del Gobierno de comparecer en las sesiones de control parlamentario?
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