Por amor al arte (de escribir)
Anthony Burgess cuenta en la segunda parte de sus memorias (You've had your t¨ªme, Penguin, 1991) que, siendo ya un cr¨ªtico consagrado, pero todav¨ªa un escritor novel, se ve¨ªa obligado a firmar sus obras bajo un nombre supuesto, John Wilson, para evitar que otros cr¨ªticos literarios celosos, actuando como revisores de casas editoriales, impidieran su publicaci¨®n.Eventualmente, se encontr¨® con la situaci¨®n parad¨®jica de tener que revisar obras escritas por s¨ª mismo: Anthony Burgess juzgando a John Wilson.
Las dificultades en la publicaci¨®n de trabajos cient¨ªficos son comunes a la producci¨®n literaria en general. Muchos hemos ca¨ªdo en la tentaci¨®n de incluir en nuestros trabajos a personas respetadas en el mundo editorial, esperando as¨ª ver facilitada su difusi¨®n.
Es tristemente c¨¦lebre el caso de Robert Gallo, quien, aprovechando sus poderosas influencias, consigui¨® atribuir se el descubrimiento del virus del sida al publicar sus hallazgos en la prestigiosa revista cient¨ªfica Science, desplazando as¨ª al menos influyente Luc Montaigner. S¨®lo la casualidad consigui¨® desvelar el enga?o; se gan¨® una reprimenda por comportamiento "no ¨¦tico", pero los tribunales estadounidenses no encontraron ninguna ilegalidad formal en su comportamiento.
Recientemente, los tribunales espa?oles han admitido el derecho de los estudiantes a ver reconocida la autor¨ªa de sus trabajos.
Si est¨¢n dispuestos a que este derecho prevalezca, deben prepararse para asaltar en solitario una fortaleza inexpugnable, ante la que guerreros mejor armados han sucumbido estrepitosamente.
Las represalias pueden prolongarse toda una vida.-
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