El Bar?a sale a flote en Valladolid
Los azulgranas jugaron con 10 desde el minuto 17 por expulsi¨®n de Zubizarreta
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Dif¨ªcil le pusieron el asunto a los de Cruyff. La caza a la que lanz¨® a sus hombres el entrenador del Barcelona se convirti¨® casi en una incursi¨®n por la jungla birmana. Por tierras pantanosas y ante enemigos a los que les ven¨ªa de perlas la lluvia que no ces¨® de caer. Los poceros que se tiraron una hora achicando agua pod¨ªan haber prestado sus botas a los futbolistas: mucho peor no habr¨ªan dado a la bola.Y m¨¢s dif¨ªcil a¨²n, m¨¢s flagelante la penitencia se la pusieron los propios azulgrana y el mismo profeta holand¨¦s. El problema es que el partido de ayer era uno m¨¢s del cupo de encuentros apestosos que toca cubrir a lo largo de la temporada. Un partido de esos en los que se da por bueno simplemente salir vivo. Sin embargo, a estas alturas, y tal como est¨¢ la cabeza de la clasificaci¨®n, el Bar?a no s¨®lo necesitaba salir vivo, sino tambi¨¦n coleando. O sea, salir del barro como h¨¦roes: sacando dos puntos en las circunstancias m¨¢s imposibles.
Zubizarreta fue el primero en atacar contra los suyos. Llegaba un bal¨®n largo hacia su ¨¢rea y ¨¦l se adelant¨® para cogerlo. Hizo equilibrio sobre la cuerda: pod¨ªa haber soltado un patad¨®n y rezar para que el bal¨®n no fuera de rebote a alg¨²n enemigo. Prefiri¨® el otro riesgo: agarrar con las manos la pelota en el borde del ¨¢rea; entre el barro, un resbal¨®n inoportuno, un fallo de c¨¢lculo y su propio impulso, acab¨® fuera de su zona natural. El ¨¢rbitro, Mart¨ªn Navarrete, decidi¨® aplicar la ley con todas sus consecuencias, lo mismo que se pod¨ªa haber conformado con la tarjeta amarilla: para ambas decisiones ten¨ªa justificaci¨®n.
Desde ese momento, el minuto 17, el de la expulsi¨®n de Zubizarreta, el partido se defini¨® en toda su claridad y, casi parad¨®jicamente, mejor¨® la situaci¨®n para los azulgrana que quedaron sobre el campo. El Valladolid hab¨ªa empezado controlando la situaci¨®n. No s¨®lo el terreno iba mejor a sus caracter¨ªsticas, sino que tambi¨¦n se supieron colocar mejor. Y comenzaron a vaciarse. En todos los charcos hab¨ªa un blanquivioleta. Cualquier bal¨®n muerto, perdido en zona de nadie o intentado llevar en corto por un azulgrana, acababa en pies vallisoletanos. R¨¢pidamente, desde el centro se lanzaba hacia adelante, sin importar mucho el sitio donde cayera, aunque preferentemente buscando las zonas de agua. Luego, lo que Dios quiera. O tempora o mores para Amavisca y compa?¨ªa. M¨¢s bien lo segundo, dos ocasiones tuvo antes de marcar su gol, y en las dos no supo darle bien al bal¨®n en medio del agua. Tanto af¨¢n acab¨® con sus fuerzas.
Cruyff tard¨® tiempo en darse cuenta, pero lo not¨® y el partido cambi¨®, sobre todo en el segundo tiempo. Koeman, que hab¨ªa intentado alg¨²n regate de floritura al principio, tambi¨¦n se dio cuenta del percal que ten¨ªa entre manos. Ya nada de regates, sino balones hacia adelante. Bakero ya se hab¨ªa percatado, y entre los dos tiraron del Bar?a hacia adelante.
El esp¨ªritu agon¨ªstico de los dos hombres que decidieron agarrar el toro por los cuernos se contagi¨® con rapidez entre sus siete compa?eros de campo. Hubo como una conjura en el descanso. Se olvidaron de temores, perdieron miedo al agua y al barro, y dieron 45 minutos dignos de ser grabados: ataques de ¨¢rea a ¨¢rea; nada de buscar picard¨ªas o juegos de ventaja, s¨®lo el vaciamiento total val¨ªa. El de los azulgrana y el de los pucelanos. Y a Stoichkov le lleg¨® la onda de que era su partido y hasta Romario, que en un principio se tem¨ªa que pod¨ªa ahogarse en alg¨²n charco, supo disfrutar de lo lindo. Y demostr¨® que ya no s¨®lo marca goles de tacada, sino de uno en uno tambi¨¦n.
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