La catedral de la paz chiapaneca
Zapatistas y Gobierno mexicano buscan una salida a la rebeli¨®n india
"No nos dejen solos", exclam¨® ayer el subcomandante Marcos, el joven universitario que lidera la guerrilla zapatista, cuando seis representantes de partidos pol¨ªticos mexicanos, entre los que no se encontraban ni el oficialista PRI ni el opositor PAN, le visitaron en el interior de la catedral de San Crist¨®bal de las Casas. Marcos, cubr¨ªa su rostro con un pasamonta?as, llevaba una canana de cartuchos cruzada sobre el pecho y una pistola de nueve mil¨ªmetros al cinto, y ayer cumpl¨ªa su tercer d¨ªa en el interior de este templo, ya llamado "de la paz". Sin embargo, la suya fue ayer una llamada de auxilio.Hay mucha gente en Chiapas -la ¨²nica regi¨®n de M¨¦xico donde no triunf¨® la revoluci¨®n de 1910- dispuesta a pasar factura a estos indios rebeldes que ocultan su rostro y que han roto con 500 a?os de ver las cosas de un solo lado. El ¨²ltimo aviso procede de Altamirano, uno de los pueblos que tom¨® el Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN) el 1 de enero ¨²ltimo y donde existe un hospital que rigen las Hermanas de la Caridad.
Esas monjas fueron amenazadas en los ¨²ltimos d¨ªas por ganaderos, comerciantes e incluso, por el presidente local del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI). Les exig¨ªan abandonar la. ciudad por considerarlas pro zapatistas. Afortunadamente ya est¨¢n custodiadas. por polic¨ªas enviados por el nuevo gobernador Javier L¨®pez Moreno, el primer pol¨ªtico de origen ind¨ªgena que ocupa este cargo en Chiapas. Aunque a primera vista, todo parece marchar felizmente en San Crist¨®bal de las Casas, el miedo persiste. El Ej¨¦rcito mexicano jam¨¢s habr¨ªa imaginado ver a sus hombres en la actual situaci¨®n: una compa?¨ªa de polic¨ªas militares desarmados, formando un cord¨®n de seguridad alrededor de la catedral, junto con representantes de todas las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos de M¨¦xico y voluntarios de la Cruz Roja. M¨¢s que seguridad -que ha sido ya agradecida por el subcomandante Marcos- lo que se desprende de San Crist¨®bal de las Casas es civismo y deseos de paz de los m¨¢s diversos sectores de la sociedad mexicana.
Pero tambi¨¦n hay un tanto de hipocres¨ªa. Los esfuerzos por la paz no los apoyan ni los ganaderos, ni los comerciantes, ni los ricos de esta ciudad colonial. "Esas son cosas de don Sam ", susurraba un coleto (nombre por el que se conoce a los habitantes de esta ciudad del siglo XVI) de piel rosada que apuraba un caf¨¦ en un c¨¦ntrico hotel. "Marcos no se va a quitar la capucha porque al d¨ªa siguiente lo matan. Por eso no se desprende de sus armas, incluso dentro de la catedral", apostillaba.
La presencia de 19 encapuchados del EZLN, entre ellos Marcos, junto al comisionado Manuel Camacho y al obispo Samuel Ruiz dentro de la catedral ha conmocionado a la opini¨®n p¨²blica de San Crist¨®bal de las Casas, aunque de manera muy diferente. Hay gente irritada y otras que ayer mismo acudieron a las iglesias de la ciudad a agradecer a Dios que casi dos meses despu¨¦s de aquellos enfrentamientos armados que regaron de sangre las calles y las plazas de San Crist¨®bal, el Gobierno y la guerrilla se est¨¦n ya estrechando la mano.
Horrorizados, algunos coletos no se explican a¨²n que, con el altar mayor de fondo, aparezcan estos indios encapuchados. Menos a¨²n con pistolas y subfusiles (s¨®lo tres miembros del EZLN permanecen armados) y acompa?ados por Manuel Camacho, yerno de un antiguo gobernador de Chiapas y aspirante hasta noviembre a ser candidato a las elecciones presidenciales mexicanas del 21 de agosto pr¨®ximo.
Sin embargo, otro sector de esta ciudad est¨¢ con la negociaci¨®n. Con valent¨ªa, exhiben en sus balcones la bandera blanca con la paloma de Picasso. Es tambi¨¦n gente ladina, pero que est¨¢ con don Samuel y, pese al qu¨¦ dir¨¢n de esta ciudad que mantiene todas las malas costumbres del chismorreo provinciano, ah¨ª est¨¢n ayudando a la paz a trav¨¦s de los cordones de seguridad. "Estar encapuchados es la ¨²nica defensa que tienen. D¨¦jenlos as¨ª, que lo importante ya lo han hecho: venir aqu¨ª a hablar de paz", aseguraba un joven comprometido con la organizaci¨®n eclesi¨¢stica que vela por la seguridad de estas conversaciones.
"El di¨¢logo ya comenz¨®", dijo con ¨¦nfasis Samuel Ruiz el lunes en la catedral, cuando Marcos y sus compa?eros del EZLN comparecieron ante los periodistas. Marcos, muy astuto, despleg¨® una bandera mexicana e invit¨® a sus acompa?antes a que hicieran profesi¨®n de fe ind¨ªgena y mexicana.
Con ello respond¨ªa a la Caverna del pa¨ªs, advirti¨¦ndoles que tan patriotas y mexicanos eran unos como otros. "Estamos aqu¨ª para exigir lo ¨²nico que nos queda: la dignidad", dijo el subcomandante enmascarado.
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