?Como le sentar¨ªa a usted?
Hay veces en que al Defensor del Lector le entra cierto des¨¢nimo. Mis predecesores y el propio Libro de estilo de EL PA?S han advertido repetidamente del peligro que supone utilizar fotos de archivo, en ocasiones tomadas hace a?os, para ilustrar reportajes que se publican ahora.Una y otra vez hemos pedido a los redactores del peri¨®dico que se abstengan de utilizar en estos casos fotograf¨ªas en las que se identifique a personas, porque esas personas tienen todo el derecho del mundo a no verse involucradas en informaciones que les son ajenas.
A ustedes, como a m¨ª, les sentar¨ªa muy mal ver su foto, tomada un d¨ªa cualquiera en la calle, ilustrando un reportaje sobre depresiones, pr¨¢cticas delictivas o la soledad de la viudedad (sobre todo si es usted c¨¦libe o su pareja, felizmente, contin¨²a a su lado). Pues bien, en esta ocasi¨®n hemos cometido ese mismo error dos veces en una sola semana. Esperemos que ¨¦sta sea la ¨²ltima llamada de atenci¨®n.
El primer caso ha resultado especialmente irritante para sus protagonistas. El domingo 20 de febrero, la secci¨®n de Sociedad public¨® un reportaje titulado a cuatro columnas Padres separados creen que ingresar en la c¨¢rcel por impago de pensiones traumatiza a los hijos. La informaci¨®n se ilustraba con una fotograf¨ªa en la que se ve¨ªa a tres hombres paseando los cochecitos de sus hijos.
Los tres afectados, un arquitecto y dos abogados que no desean ver sus nombres publicados, se han dirigido a EL PA?S para expresar su enfado. "Es cierto que el pie de la foto dice simplemente: "Tres padres, paseando a sus hijos por Madrid", explica uno de ellos, "pero, aun as¨ª, alguien puede creer que se trata precisamente de los tres hombres encarcelados recientemente por no pagar la pensi¨®n de sus hijos. Queremos que rectifiquen".
La redactora jefa de la secci¨®n, Mal¨¦n Azn¨¢rez, ofrece sus disculpas en nombre del peri¨®dico: "Reconozco que tienen raz¨®n. Esa foto no debi¨® publicarse. Lo lamento sinceramente".
La jefa de secci¨®n Gabriela Ca?as explica, por su parte, c¨®mo se produjo el error: "El reportaje recog¨ªa la opini¨®n de la Federaci¨®n Estatal de Padres Separados y destacaba la reivindicaci¨®n de muchos de estos hombres que quieren atender a sus hijos y disfrutar de su compa?¨ªa al menos en la misma, proporci¨®n que sus c¨®nyuges".
El reportaje no trataba b¨¢sicamente de los padres que no pagan sus pensiones (aunque se alud¨ªa a ellos), sino, precisamente, de los que reclaman su derecho a atenderlos mejor. "Me pareci¨® que tres padres paseando a sus beb¨¦s apoyaban esa tesis, y no pens¨¦ que una imagen tan amable, con el pie mencionado, pudiera suscitar incomodo".
Lo cierto es que lo suscit¨® y que podr¨ªamos haber ahorrado el enfado a tres lectores del peri¨®dico si hubi¨¦ramos aplicado las normas del Libro de estilo. Quede aqu¨ª claro que los protagonistas de la foto no tienen nada que ver con los padres que no pagan pensiones.
El segundo caso se produjo el lunes 28 de febrero. La secci¨®n de Espa?a public¨® un reportaje sobre la vida en el pueblo gallego de Laxe, La Coru?a, enfrentado a un temporal interminable. "Cincuenta d¨ªas sin meter ferro (dinero) en casa", escrib¨ªa su autor, Manuel Rivas.
El texto se ilustr¨® en Madrid con una foto en la que se ve¨ªa a una mujer apoyada en una barca y sollozando. "Una mujer llora en el pueblo de Laxe tras saber que el barco de su marido ha naufragado", dec¨ªa el pie.
La protagonista de la foto, Dora Lema Mart¨ªnez, llam¨® dos veces a la Defensora del Lector. En la primera dej¨® constancia de su enfado. "Esa foto", asegur¨®, "se tom¨® hace cinco o seis a?os, cuando naufrag¨® un barco llamado Nautilus. Y claro que llor¨¦, porque desaparecieron cinco marineiros de este pueblo. Pero ninguno de ellos era mi marido, entre otras cosas porque es escayolista y no tiene nada que ver con el mar. Mi padre s¨ª muri¨® ahogado hace muchos a?os, y estas cosas me ponen enferma".
Dora se quej¨® del perjuicio que le hab¨ªa causado el peri¨®dico: "He recibido telegramas de p¨¦same de gente de fuera de Laxe que me conoce, y me han gastado bromas en mi pueblo. Estoy superfuriosa. ?No pueden ustedes tener un poco m¨¢s de cuidado?".
En la segunda llamada, Dora cambi¨® de actitud: "Cuando llam¨¦ la primera vez no hab¨ªa le¨ªdo todav¨ªa el texto. Ahora que lo he hecho, no quiero protestar. Me parece un art¨ªculo tan hermoso que casi no me importa lo que ha pasado. No me molesta que mi foto ilustre algo tan maravilloso, aunque, claro, hubiera preferido que el pie fuera correcto".
Dora Lema reconoce que "se derrite como una vela" cuando alguien habla de su pueblo y de sus vecinos, y lo hace con tanto afecto y sensibilidad como Rivas. "En cuanto le¨ª el reportaje, se me fue toda la furia y me arrepent¨ª de todo lo que hab¨ªa murmurado el d¨ªa anterior mientras hac¨ªa las camas y fregaba los cacharros". "Ustedes cometieron un error .al poner un pie incorrecto, pero yo tambi¨¦n me equivoqu¨¦ al llamarles antes de leer ese magn¨ªfico reportaje. Lo comido por lo servido, estamos en paz".
La Defensora del Lector, que ha disfrutado enormemente, en las dos conversaciones, con el sentido del humor y el talento de la lectora, agradece su comprensi¨®n. Sin embargo, cree justo reconocer que Dora Lema ten¨ªa raz¨®n cuando protest¨® y necesario dejar constancia de la equivocaci¨®n.
Son muchos de ustedes los que hacen gala de un gran sentido del humor. Antonio Mu?oz Garc¨ªa, por ejemplo, me env¨ªa una colecci¨®n de erratas publicadas en este diario y comenta que hemos descubierto una nueva clase de manzana, el "tipo cebra".
En efecto, en el dominical del 9 de enero aconsej¨¢bamos consumir "manzana rayada". Seg¨²n el diccionario, una manzana rayada ser¨ªa aquella cuya piel tiene rayas. Se trata, obviamente, de una falta de ortografia: las manzanas se rallan, es decir, se desmenuzan o se raspan con un rallador. Yo, como ustedes, me r¨ªo con sus comentarios, pero en el fondo no me hace gracia. No tiene bendita la gracia publicar faltas de este calibre en un peri¨®dico.
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