Un c¨®digo para andar por casa
NO PARECE que el nuevo c¨®digo penal que ha entrado en vigor en Francia el 1 de marzo vaya a tener la influencia jur¨ªdica que tuvo en su ¨¦poca el llamado c¨®digo napole¨®nico, al que aqu¨¦l ha venido a sustituir dos siglos despu¨¦s. La Francia de finales del siglo XX es m¨¢s violenta, m¨¢s compleja, menos igualitaria y menos ideologizada que la de principios del siglo XIX. ?sa parece ser la impresi¨®n de los legisladores que, tras 13 a?os de trabajo, especialmente intenso en los 10 ¨²ltimos, han concluido el nuevo c¨®digo penal franc¨¦s. El viejo c¨®digo napole¨®nico de 1810, en el que se bas¨® en gran parte el edificio jur¨ªdico de la Europa actual, pas¨® difinitivamente a la historia el martes 1 de marzo.El nuevo c¨®digo, herencia casi p¨®stuma de la d¨¦cada mitterrandista, llama la atenci¨®n por su modestia. No aspira a propiciar una sociedad nueva ni un hombre nuevo, como el c¨®digo posrevolucionarlo. En general, desaparecen muchas de las certidumbres del c¨®digo decimon¨®nico. Las definiciones lapidarias, deleite para muchas generaciones de juristas, son sustituidas en bastantes casos por p¨¢rrafos simplemente orientativos. El c¨®digo penal de 1994 admite impl¨ªcitamente que la sociedad actual es demasiado compleja como para encajarla en un articulado y deja en manos del Juez un amplio margen de maniobra. Esa mayor autonom¨ªa del juez para considerar entorno, antecedentes y circunstancias matiza uno de los principios inspiradores del antiguo c¨®digo: el de que a un mismo delito corresponde una misma pena, esto es, el principio de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Ese principio es directamente quebrado en lo que se refiere a residentes no franceses: a un extranjero la comisi¨®n de un delito puede acarrearle tambi¨¦n la pena sobrea?adida de la expulsi¨®n del pa¨ªs.
Muy significativa, y pre?ada sin duda de consecuencias futuras, es tambi¨¦n la extensi¨®n de la responsabilidad penal de las personas jur¨ªdicas o morales. Instituciones, sociedades an¨®nimas o asociaciones vecinales podr¨¢n ser juzgadas como tales, al margen de la responsabilidad penal de sus dirigentes. En este sentido, por ejemplo, un partido pol¨ªtico culpable de corrupci¨®n o una empresa gravemente contaminante pueden ser condenados, simple y llanamente, a la disoluci¨®n. ?se es uno de los apartados en que m¨¢s claramente se percibe la distinta filosof¨ªa del nuevo c¨®digo, desde el r¨ªgido engranaje ley / individuo de la era napole¨®nica a la aceptaci¨®n del difuso entramado social contempor¨¢neo.
Lo que m¨¢s ha llamado la atenci¨®n a los franceses es, sin embargo, el endurecimiento general de las penas. Se crea, en ese sentido, una nueva condena de 30 a?os de c¨¢rcel para los casos de asesinato, y para delitos especialmente graves, como la violaci¨®n y asesinato de un menor, un mecanismo tendente a convertir en casi literal la cadena perpetua: el juez podr¨¢ impedir, hasta un periodo m¨¢ximo de 30 a?os, que el reo solicite cualquier tipo de reducci¨®n o suavizaci¨®n en los t¨¦rminos y plazos de la condena impuesta. Este endurecimiento, inicialmente dirigido tan s¨®lo a compensar la abolici¨®n de la pena de muerte, se ha extendido a gran n¨²mero de delitos de sangre y refleja la preocupaci¨®n social frente a los crecientes niveles de violencia en la sociedad francesa.
Considerado en amplios c¨ªrculos jur¨ªdicos como "indigno de una democracia moderna", el nuevo c¨®digo parece haber recibido el t¨¢cito benepl¨¢cito de la sociedad francesa. Y es que, iniciado por la izquierda en 1981, ha sido votado con la derecha en el poder y en una ¨¦poca marcada cada vez m¨¢s por el s¨ªndrome de la seguridad.
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