"En Madrid se vive con prisas, sin reflexi¨®n"
En la Espa?a de los a?os veinte, las se?oras, ataviadas con faldas prudentes, empezaron a jugar al tenis. Lil¨ª Alvarez las dej¨® a todas con la cara boba cuando fue finalista en Wimbledon tres a?os consecutivos, all¨¢ en 1926, 1927 y 1928. Esa fue su gran gloria y as¨ª se ve en su sonrisa gar?onne cuando all¨ª en Londres presume de trofeo no muy lejos de Alfonso XIII. Hay fotos, regalos, recuerdos, cuadros y trofeos en todos los rincones de su casa. Pero no s¨®lo de tenis. Elia Mar¨ªa, Lil¨ª desde ni?a, dio mucho de s¨ª. Naci¨® intempestivamente en Roma en 1905, y viaj¨® largo tiempo por Suiza, Reino Unido, Francia y Alemania siguiendo los designios de sus padres "espa?ol¨ªsimos". Para ella no s¨®lo el tenis era coser y cantar; gan¨® campeonatos de Espa?a de esqu¨ª, fue medallista de oro de pat¨ªn de hielo, experta jugadora de billar, andarina, alpinista, gran bailarina (?gan¨® el campeonato de tangos en Alemania en 1923!) y as¨ª se podr¨ªa continuar. Tambi¨¦n era conocida por sus coches y sus trajes; fue, en fin, la reina del glamour, que hasta hizo sus pinitos como corresponsal del Daily Mail cuando, viviendo en Londres, hac¨ªa escapadas a Madrid en plena guerra. Y en el 39 se instal¨® en una casa cerca del Museo del Prado y orient¨® su cabeza hacia lo que siempre fue el contrapunto de su vida: la pasi¨®n por la lectura y el pensamiento. El balance, una serie de libros siempre d¨¢ndole vueltas a lo vital y lo espiritual, como La religiosidad masculina y su desdicha, presentado en Madrid hace escasas fechas.Pregunta. Ahora reflexiona en libros acerca de la vida y la fe cuando pocos lo hacen. ?Le gusta llevar la contraria?
Respuesta. No, simplemente quiero entender, descubrir cosas, vivir cosas... Estos libros, que no son para mirar por encima, sino por dentro, son mi nueva forma de hacer ejercicio. Cuando, afines del 39, perd¨ª un hijo, me operaron y no pod¨ªa tener m¨¢s hijos; a esto se uni¨® que mi matrimonio con un franc¨¦s no iba bien, y me dije: bueno, vuelvo a mi pa¨ªs. Y empec¨¦ una nueva etapa.
P. ?Se sinti¨® espa?ola?
R. S¨ª, yo siempre era la se?oouurita [acento ingl¨¦s] e, incluso a veces, the beautiful se?orita. Me llamaban as¨ª.
P. ?Qu¨¦ tal est¨¢n hoy los espa?oles con el deporte?
R. Cuando vine, la gente me dec¨ªa: "?Ah!, es usted Lil¨ª ?lvarez... Mi marido es tambi¨¦n un gran deportista, ?todos los domingos va a ver el partido de f¨²tbol'. Yo me dije: ?huy!, estos espa?oles no tienen ni idea de lo que es el deporte... Y seguimos con ello, ?eh?
P. Despu¨¦s de La religiosidad masculina y su desdicha, ?Para cu¨¢ndo La religiosidad femenina y su dicha?
R. Pues s¨ª, eso mismo ya est¨¢ incluido en el libro ah¨ª tambi¨¦n; efectivamente, porque lo religioso es dicha, lo que pasa es que siempre vamos a lo triste y eso est¨¢ muy mal. La religi¨®n es vivencia, pero no nos damos cuenta de c¨®mo vivimos en Madrid, con prisas, sin reflexi¨®n.
P. Al final de su libro comenta que Dios nos es mucho m¨¢s necesario a las mujeres que a los hombres. ?Por qu¨¦?
R. Vivir es lo importante, vivir es amar; es m¨¢s importante que pensar, esto est¨¢ en segundo lugar. Pero para los se?ores no... La religi¨®n para ellos es formular unas ideas, no es vivir.
P. Cuando vino a Espa?a, ?qu¨¦ le sorprendi¨® de las mujeres?
R. Me parec¨ªa que la gente estaba atrapada por unas estrecheces tremendas y a la mujer se la manten¨ªa en un estado de permanente infancia, de ah¨ª la tonter¨ªa femenina.
P. Lance un consejo para Madrid.
R. Hay dos cosas que evitar: ser mezquino y mediocre en este oc¨¦ano.
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