Cortes en los conciertos

El pasado d¨ªa 17 de febrero tuve, no s¨¦ si la suerte o la desgracia, de asistir en el Monumental a la interpretaci¨®n del maravilloso oratorio Elias, de Mendelssohn. Digo esto porque el oratorio, dirigido por lord Yehudi Menuhin, sufri¨® en su segunda parte tan salvajes mutilaciones que en mi opini¨®n, as¨ª como en la de varios de los asistentes al concierto, desvirtuaron por completo el oratorio.El motivo de la presente no es juzgar la direcci¨®n del mismo por parte de Menuhin, sino manifestar que me parecen intolerables y de una falta total de respeto hacia el p¨²blico dichos cortes, por mucha fama que tenga este se?or; si bien, en mi opini¨®n, no es el ¨²nico culpable, ya que hace a?os tuve ocasi¨®n de o¨ªr esta misma obra en el Auditorio Nacional, pr¨¢cticamente con los mismos cortes. El director era, en aquella ocasi¨®n, Alberto Blancafort; dado que este se?or era el otro d¨ªa el director del coro la coincidencia es harto sospechosa, pero, en fin, no quiero realizar m¨¢s juicios de valor.

Se podr¨¢ decir, como he o¨ªdo y con eso concluyo, que la obra es larga, pero, aparte de que se han interpretado obras m¨¢s largas que ¨¦sta y sin embargo sin cortes, yo me permitir¨ªa recordar que las butacas, tanto del Auditorio como del Monumental, son bastante m¨¢s c¨®modas que los bancos de la antigua catedral de San Isidro, donde el 20 de abril de 1992 tuve la suerte de asistir a la interpretaci¨®n de tan maravilloso oratorio por solistas coro y orquesta de la Radio de Leipzig, dirigidos por Theodor GuschIbauer, sin el m¨¢s m¨ªnimo corte.

Los m¨¢s afortunados pudieron sentarse en dichos bancos. Los menos, lo tuvimos que ver de pie, sin que al final del mismo pudi¨¦ramos o¨ªr queja alguna de la duraci¨®n de la obra.-