Incomodo, pero inevitable
EUROPA SE ha construido sobre la base del consenso y del compromiso. Es desafortunado que en esta ocasi¨®n en la que, con la ampliaci¨®n a cuatro nuevos miembros, se responde a los deseos de todos de hacer que las siglas de la Uni¨®n Europea (UE) vayan adecu¨¢ndose a una realidad geogr¨¢fica, social, econ¨®mica y cultural obvia, Espa?a tenga que negarse a ceder en lo que considera un punto esencial a sus intereses. Desafortunado, pero correcto.Las razones de la actitud espa?ola son dos. Una de funcionamiento comunitario y otra de defensa de intereses nacionales primordiales. Por una parte, en la cumbre de Lisboa de junio de 1992 se decidi¨® acceder a la ampliaci¨®n sin dar el paso previo evidente: la reforma institucional que adecuara los m¨¦todos de trabajo y decisi¨®n de 12 socios (que ya eran los mismos que cuando se trataba de seis miembros) a la complejidad de 16. Quienes entonces presionaron por la ampliaci¨®n afirmaron que ¨¦sta no estaba re?ida con la profundizaci¨®n y la cohesi¨®n institucionales. El problema planteado por Espa?a, con apoyo del Reino Unido y de Italia, demuestra lo contrario.
Porque, por otra parte, la negativa de Madrid a ceder en la cuesti¨®n de los votos de bloqueo para una mayor¨ªa cualificada tiene que ver no s¨®lo con el peso relativo de la poblaci¨®n espa?ola en Europa, sino, sobre todo, con la defensa de intereses vitales, es decir, con la capacidad de Espa?a de combatir la imposici¨®n de decisiones comunitarias en materias esenciales. Y ambas cosas se reducen a una sola: la lucha por evitar el desplazamiento definitivo del centro de equilibrio europeo hacia el Norte.
Por ejemplo, los cuatro aspirantes tienen una poblaci¨®n conjunta de 26 millones y reciben un total de 14 votos; Espa?a, con 39 millones, apenas cuenta con 8. Hasta ahora, Espa?a ha tenido que acudir a la minor¨ªa de bloqueo mediterr¨¢nea para defender sus intereses; esa minor¨ªa estaba compuesta por sus 8 votos, los 10 de Italia -o Francia- y los 5 de Portugal -o Grecia-
Espa?a ha ofrecido una soluci¨®n de transacci¨®n m¨¢s que razonable: aceptar que la nueva minor¨ªa de bloqueo sea de 27 votos a menos que se pongan de acuerdo tres pa¨ªses con m¨¢s de 100 millones de habitantes (Espa?a, Italia y Portugal, por ejemplo), en cuyo caso ser¨ªan suficientes los 23 votos que esos tres miembros aporten. M¨¢s de 100 millones de habitantes representan en torno al 28% de la poblaci¨®n total de la UE ampliada a 16.
Las ¨²ltimas y fren¨¦ticas horas de negociaci¨®n previas al abandono moment¨¢neo de la ampliaci¨®n produjeron anteanoche algunas ofertas de compromiso. La primera fue posponer cualquier decisi¨®n sobre la demanda espa?ola a la conferencia institucional de 1996; obviamente, Madrid ha propuesto que se aplique su nueva f¨®rmula hasta su discusi¨®n en la conferencia, lo que est¨¢ siendo rechazado. Otra sugerencia ha sido la de otorgar a Espa?a 10 votos en lugar de los 8 de que ahora dispone. Con raz¨®n, el Gobierno de Madrid alega que ello implicar¨ªa reabrir un tema mal cerrado.
Para unos negociadores resulta seguramente muy duro resistir las presiones y descalificaciones de amigos, socios y aliados. Pero, en este caso, no existe otro modo de que Espa?a, que desea la ampliaci¨®n, defienda intereses de primera magnitud.
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