Los escritores de la ex Yugoslavia luchan contra el "autismo nacionalista"
Autores europeos celebran en Madrid el congreso "Convivencia en Sarajevo"
Los dos grandes de la literatura yugoslava, Danilo Kis e Ivo Andric, ya no est¨¢n entre nosotros. Pero algunos de sus mejores continuadores -Slobodan Blagojevic, Bogdan Bogdanovic, Halindija Denurovic, Predrag Dojcinovic, Nenad Fiser, Predrag Matvejevic, Aleksandar Tisma, Dubravka Ugresic...- han llegado a Madrid. Son los encargados de rehacer los viejos puentes que la cultura y la vida en com¨²n han creado entre los pueblos de los Balcanes, y que cada d¨ªa destrozan, a morterazo limpio, las tropas de Karadzic o Boban.
Predrag Matvejevic, croata de Mostar, vicepresidente del Pen Club Internacional, profesor ahora en la Sorbona, ha dedicado p¨¢ginas excepcionalmente brillantes a la situaci¨®n del escritor en lo que fue la antigua Yugoslavia. Matvejevic se felicita de que la literatura no sea, en las actuales circunstancias, art¨ªculo de primera necesidad."Tanto mejor para la literatura", dice, y apunta que "son pocos los que han conseguido hacer buena literatura en la disidencia". Postula, sin embargo, una especie de nueva disidencia, basada en la defensa del derecho a la diferencia, una idea que duele y molesta a los defensores de la identidad de los patri¨®tica y ¨¦tnicamente id¨¦nticos.
Un viejo puente
A Matvejevic se le nota que es de Mostar, la vieja capital de la Herzegovina. "No pod¨ªa creer que se atrevieran a destruir el viejo puente de mi ciudad natal. En esta ¨²ltima d¨¦cada del siglo, mientras iba de una ciudad extranjera a otra, no dejaba de evocarlo: ya se hab¨ªan destruido siete puentes en Mostar, pero el m¨¢s antiguo segu¨ªa en pie. Era el que hab¨ªa dado nombre a la ciudad. En nuestra lengua, Mostar quiere decir Puente Viejo".
Seg¨²n Matvejevic, en Mostar, como en Sarajevo, se palpa lo que ni siquiera los traficantes de la guerra pueden negar y es que, pase lo que pase, serbios, croatas y bosnios pasado ma?ana seguir¨¢n siendo vecinos y, si nadie lo impide, seguir¨¢n siendo pueblos en los que la cultura, como suele ocurrir en las peque?as naciones, tiene una importancia y una vivacidad extraordinarias.
Dubravka Ugresic, quiz¨¢ la figura m¨¢s relevante de la actual literatura croata, define lo que ha quedado de la riqu¨ªsima cultura de la antigua Yugoslavia como un queso emmenthal con una inmensa cantidad de agujeros. La explosi¨®n de los nacionalismos est¨¢ creando un vac¨ªo enorme, advierte, que costar¨¢ muchos a?os volver a llenar.
Para Ugresic, el da?o que la guerra ha causado "es inmenso, tanto en lo material como en lo espiritual. Sesenta y ocho bibliotecas han sido da?adas, entre ellas la magn¨ªfica Biblioteca Nacional de Sarajevo y la de Dubrovnik. Han desaparecido muchas editoriales. Antes, Yugoslavia ocupaba uno de los primeros lugares de Europa en cuanto al n¨²mero de traducciones de literatura extranjera. Ahora, no se pueden utilizar algunas traducciones serbias de autores cl¨¢sicos".
En cuanto al da?o espiritual, Ugresic se?ala que "el resultado del nacionalismo es el autismo cultural. Una Yugoslavia abierta y cosmopolita, que no se preocupaba ni siquiera de sus fronteras estatales, que padec¨ªa una especie de xenoman¨ªa, se ha convertido a la xenofobia".
Literatura de guerra
Cientos de escritores, pintores, actores y artistas de todo tipo han abandonado el pa¨ªs, asfixiados por una situaci¨®n claustrof¨®bica en la que todo lo que se haga recibe una interpretaci¨®n pol¨ªtica y es valorado seg¨²n sirva o no a los intereses de los pol¨ªticos que. dirigen la guerra.
La elaboraci¨®n de "literatura de guerra" es, a juicio de Ugresic, uno de los mayores peligros que acechan hoy ¨¢ los escritores. "Hay algunos escritores que, seguramente con la mejor de las intenciones, se dedican a transformar las tragedias humanas que produce la guerra en melodramas", dice. "Por supuesto que a m¨ª tambi¨¦n me tienta la idea de escribir novelas a partir de esta situaci¨®n. Pero s¨¦ cu¨¢l es el peligro que esto encierra. Al final, el resultado es pornograf¨ªa".
La escritora croata, que reside ahora en Berl¨ªn, resalta la magnitud de los da?os que la guerra ha causado a la vida cultural de la antigua Yugoslavia: "Uno puede rehacer una casa, si alguien le ayuda. Los caminos se pueden reconstruir muy r¨¢pido. Pero lo que no se puede es recuperar a?os perdidos, a?os vac¨ªos". Dubravka Ugresic sabe que el empe?o de los mejores escritores de la vieja Yugoslavia por mantener los puentes que la cultura compartida ha creado entre sus pueblos choca frontalmente con los intereses de los dirigentes pol¨ªticos de aquellos pa¨ªses: "Ellos son m¨¢s fuertes que nosotros, tienen armas con las que han destruido mi pa¨ªs. Pero eso no significa que yo tenga que aceptar las fronteras que ellos han creado", afirma.
[A ¨²ltima hora de ayer, los participantes en el ciclo Convivencia en Sarajevo (entre ellos Nuria Amat, Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, Jon Juaristi, Antonio Mu?oz Molina, Lourdes Ortiz, Cristina Peri Rossi, Jos¨¦ Saramago, Fanny Rubio, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Juan Cruz), redactaron un comunicado en el que se afirmaba: "Ya no es suficiente para el g¨¦nero humano alzar la voz contra pr¨¢cticas que ponen en peligro los aut¨¦nticos cimientos de nuestra com¨²n civilizaci¨®n ( ... ). Ning¨²n nuevo cap¨ªtulo en las relaciones internacionales puede abrirse sin establecer claramente la responsabilidad de aquellos individuos e instituciones que indujeron, o hicieron posible, cr¨ªmenes de guerra y permitieron as¨ª que la tragedia haya prevalecido"].
Babelia
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