Un modelo militar razonable
Espa?a ha optado por un Ej¨¦rcito de naturaleza mixta -50% profesionales y -50% tropa de reemplazo-, afirma el autor, posiblemente el ¨²nico modelo que permiten nuestra demograf?a y capacidad de financiaci¨®n
La definici¨®n del modelo de Fuerzas Armadas es un tema trascendente que ha de hacerse tras considerar las m¨²ltiples variables que lo determinan.Entre ellas, tienen especial importancia la evaluaci¨®n de las necesidades de defensa y seguridad del pa¨ªs, determinadas por su situaci¨®n gebestrat¨¦gica; la pol¨ªtica de alianzas y compromisos internacionales; el cuadro demogr¨¢fico y las posibilidades presupuestarias, condicionadas estas ¨²ltimas, a su vez, por los objetivos establecidos para los ingresos y gastos p¨²blicos.
Espa?a ha optado, merced al desarrollo del acuerdo del Congreso de los Diputados de junio de 1991, aprobado por abruma dora mayor¨ªa, por un ej¨¦rcito de naturaleza mixta -50% profesionales y 50% tropa de reemplazo- y una dimensi¨®n m¨¢xima de 180.000 efectivos, incluyendo 50.000 cuadros de mando, objetivos a alcanzar en el horizonte del a?o 2000. Estas cifras suponen una reducci¨®n de m¨¢s del 50% en efectivos totales, y de casi el 30% de los cuadros de mando, sobre los datos de 1984.
La dimensi¨®n del modelo FAS 2000 espa?ol es coherente, e incluso m¨¢s reducida, con las cifras de los pa¨ªses de nuestro entorno. La tasa de efectivos totales sobre poblaci¨®n es, en el modelo FAS 2000, del 0,45%, frente al 0 76% de Francia y Estados Unidos, el 0,82% de B¨¦lgica, el 0,63% de Holanda e Italia o el 0,52% del Reino Unido. En cuanto a la duraci¨®n del servicio militar en Espa?a -nueve meses- es inferior a la de Alemania, Francia, Italia, B¨¦lgica, Suecia, Dinamarca y Holanda, entre otros pa¨ªses.
Parece, pues, dificil que puedan darse reducciones adicionales significativas sobre las cifras precedentes, salvo que pretendamos alcanzar a Luxemburgo -0,27%-, pa¨ªs que carece pr¨¢cticamente de poblaci¨®n, renunciando `a los compromisos internacionales que corresponden a Espa?a como potencia de tipo medio, e ignorando nuestra situaci¨®n geoestrat¨¦gica, inscrita en. un arco de inestabilidad que recorre el Mediterr¨¢neo desde Trieste hasta nuestra frontera del Sur.
Es posiblemente, adem¨¢s, el ¨²nico modelo de ej¨¦rcito que permiten nuestra demograf¨ªa y capacidad de financiaci¨®n. La situaci¨®n demogr¨¢fica, tantas veces ignorada cuando no despreciada, es una ley objetiva que va a determinar decisiones pol¨ªticas trascendentes en el futuro de las sociedades industriales avanzadas, no s¨®lo referentes a la edad de jubilaci¨®n y r¨¦gimen de pensiones. Tambi¨¦n va a condicionar el modelo de ej¨¦rcito del futuro.
La ca¨ªda radical de la tasa de natalidad durante los ¨²ltimos a?os va a reducir el n¨²mero de varones de 19 a?os previsiblemente ¨²tiles para el servicio militar desde los 210.000 de 1995 a s¨®lo 120.000 diez a?os despu¨¦s, casi un 60% menos. En estas condiciones, no parece razonable pensar que van a encontrarse voluntarios suficientes para nutrir un ej¨¦rcito exclusivamente profesional, en competencia con el mercado de trabajo civil y la demanda adicional de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de las administraciones auton¨®mica y local.
Claro que siempre queda la posibilidad de renunciar en la pr¨¢ctica a disponer de FAS; o seguir el ejemplo del Reino Unido, que recluta gran parte de sus mejores profesionales entre las etnias -verbigracia, gurkas- del antiguo imperio brit¨¢nico. Un ej¨¦rcito profesional -ninguno lo es al 100%- es extraordinaria mente caro. No s¨®lo en cuanto a retribuciones, sino tambi¨¦n en armamento, vestuario y equipo, vivienda, formaci¨®n, reinserci¨®n laboral, asistencia sanitaria y seguridad social, entre otros conceptos que ser¨ªa preciso atender.
Ateni¨¦ndonos a criterios de la OTAN, que contabilizan. como gasto militar conceptos aqu¨ª incluidos en otras secciones de gasto, el Reino Unido ha dedicado el 4% de su PIB a gastos de defensa en 1992, Francia y Noruega el 3,4%, y Portugal, Holanda y Alemania, el 2,9%, el 2,5% y el 2,2%, respectivamente. Espa?a, por el contrario, s¨®lo ha gastado en defensa, siempre con criterios de la OTAN, el 1,7% de su PIB en ese mismo a?o. Es de resaltar, frente a tanta afirmaci¨®n cargada de apriorismo y ligereza, que nuestros ej¨¦rcitos han conseguido alcanzar el alto nivel de eficiencia de que disfrutan con tan discretos recursos econ¨®micos. No se puede hablar con rigor y seriedad de ej¨¦rcito profesional sin abordar el problema de su financiaci¨®n: qu¨¦ impuestos han de incrementarse o qu¨¦ gastos reducirse, y en qu¨¦ cuan t¨ªa. Los ciudadanos han de saber en cu¨¢nto disminuir¨ªa su renta disponible, si se atiende a una financiaci¨®n v¨ªa impuestos; o a qu¨¦ gastos, inevitable mente inversiones en infraestructuras, de apoyo a la inversi¨®n privada o de car¨¢cter social -sanidad, educaci¨®n, pensiones-, ha de renunciar para financiar un ej¨¦rcito exclusivamente profesional.
La evaluaci¨®n de todos los factores anteriores lleva a la conclusi¨®n de que el modelo de FAS establecido en base al acuerdo del Congreso de los Diputados de junio de 1991 es un modelo razonable y probablemente el ¨²niico posible aqu¨ª y ahora, respetando -como, por otra parte, es inevitable- las restricciones demogr¨¢ficas y presupuestarias, manteniendo el objetivo de hacer un papel digno en el concierto de las naciones del entorno y no ignorando nuestra situaci¨®n geopol¨ªtica. Si ello fuera as¨ª, s¨®lo cabe pedir que, con prudencia y moderaci¨®n, contribuyamos a su realizaci¨®n pr¨¢ctica.
es secretario de Estado de Administraci¨®n Militar.
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