La prensa y Whitewater
Los medios de comunicaci¨®n de Estados Unidos se preguntan sobre su papel en el esc¨¢ndalo

Un reportaje favorable en el principal informativo de la cadena de televisi¨®n ABC, un art¨ªculo autocr¨ªtico en The Washington Post, una cr¨®nica en The New York Times sobre el abismo entre las preocupaciones de los periodistas de Washington y las de los norteamericanos de a pie... Los medios de comunicaci¨®n de EE UU, duramente criticados por el Gobierno en los ¨²ltimos d¨ªas, han comenzado a preguntarse: ?no estaremos yendo demasiado lejos en esto del esc¨¢ndalo Whitewater?El momento cr¨ªtico en el comportamiento de la prensa se produjo el pasado viernes, cuando todos presenciaron c¨®mo temblaba la Bolsa de Nueva York en medio de rumores puestos en circulaci¨®n por un comentarista de radio ultrapopulista y derechista sobre la posibilidad de que Bill Clinton presentara la dimisi¨®n despu¨¦s de comprobarse que Vincent Foster, el funcionario de la Casa Blanca que fue encontrado muerto el pasado mes de julio, no se hab¨ªa suicidado, sino que hab¨ªa sido asesinado.
La portavoz de la presidencia, Dee Dee Myers, llam¨® entonces a la reflexi¨®n a los medios de comunicaci¨®n de prestigio y los exhort¨® a frenar la escalada de rumores sobre el Whitewater. Esa misma noche, el informativo de Peter Jennings, el m¨¢s seguido de la televisi¨®n, emiti¨® un extenso reportaje que desment¨ªa uno por uno, utilizando fotos exclusivas de los investigadores, todos los rumores sobre la muerte de Foster. En meses anteriores, dos medios conservadores, uno de extraordinario prestigio, The Wall Street Journal, y otro de car¨¢cter sensacionalista, The Washington Times, se hab¨ªan hecho eco de las dudas sobre la muerte de Foster, y el primero de ellos lleg¨® incluso a presentar ante un juez una demanda para obligar a las autoridades a facilitarle los datos de la investigaci¨®n sobre ese suicidio.
Desde que Whitewater ocupa las primeras p¨¢ginas, decenas de periodistas, emulando la gesta de Bob Woodward y Carl Bernstein, alentados por medios con gran tradici¨®n de trabajo sin restricciones a la libertad de expresi¨®n, se han lanzado tras las confusas pistas que conducen hacia el presidente en busca de la gran bomba noticiosa.
Gracias a ese esfuerzo de la prensa, iniciado por The New York Times durante la campa?a electoral de 1992, el Gobierno tuvo que nombrar a un investigador especial y Bill Clinton tuvo que entregar sus archivos sobre Whitewater. Pero el empuje period¨ªstico no se detuvo ah¨ª. Cada titular sensacionalista en un diario incitaba a otro m¨¢s sensacionalista a¨²n y menos demostrado todav¨ªa (Hillary manda destruir los papeles de Whitewater: Clinton, atrapado en Whitewater: La horripilante historia de los archivos de Foster, entre otros), en un escalada que en la ¨²ltima semana lleg¨® a darle al conflicto proporciones realmente preocupantes.
El principal maestro vivo del periodismo norteamericano, Walter Cronkite, cree que la cobertura que se ha dado al Whitewater es exagerada, porque las coincidencias entre este caso y el Watergate son m¨ªnimas.
En el mismo art¨ªculo de The Washington Post, un especialista en el trabajo de comunicaci¨®n de la Universidad de Harvard, Marvin Kalb, considera: "Sin ninguna evidencia legal significativa que relacione al presidente con alguna actividad criminal, todo el mundo en la prensa se ha subido a un tren que est¨¢n conduciendo todav¨ªa sin destino conocido".
La relaci¨®n entre Clinton y la prensa como instituci¨®n, representada por el cuerpo de corresponsales en la Casa Blanca, nunca ha sido muy buena. Afortunadamente para ¨¦l, en este episodio del Whitewater los hechos parecen darle la raz¨®n en cuanto a la escasa influencia real de los grandes santones de la informaci¨®n. La popularidad de Clinton ha bajado entre seis y siete puntos, seg¨²n las encuestas, pero The New York Times mand¨® un enviado especial a Lakewood (Ohio), un pueblo como otros cientos de la Am¨¦rica profunda, y comprob¨® que all¨ª nadie habla de Whitewater y algunos creen que es el nombre de unas cataratas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.