Democracia paritaria
Espa?a, afirman las autoras, se encuentra preparada para perfeccionar su sistema democr¨¢tico incorporando a las mujeres de forma paritaria
Un nuevo concepto llega a la pol¨ªtica espa?ola actual, despu¨¦s de haber recorrido Europa, el de la democracia paritaria. Para ampliar y profundizar el sentido de la democracia se pretende alcanzar el equilibrio entre hombres y mujeres en los ¨®rganos de decisi¨®n pol¨ªtica. Para ello se ha acu?ado el t¨¦rmino de democracia paritaria, que se aplica a aquellos sistemas democr¨¢ticos en los que se equilibra por g¨¦nero la representaci¨®n pol¨ªtica.Hay una serie de datos que hacen pensar que el tema cobra actualidad. La cuesti¨®n de la participaci¨®n de las mujeres en pol¨ªtica ha sido siempre importante para la mitad de la poblaci¨®n, aunque no tanto para el resto de la sociedad, es decir, para los varones. Para conseguir el derecho m¨¢s elemental de participaci¨®n, el voto, las mujeres han tenido que hacer un esfuerzo adicional y esperar muchos m¨¢s a?os que los varones en los pa¨ªses democr¨¢ticos. Por ejemplo, las mujeres no pudieron votar en Estados Unidos, una de las democracias m¨¢s antiguas, hasta 1920. En Espa?a las mujeres alcanzaron el derecho a votar por primera vez en 1931, no sin un fuerte debate entre los parlamentarios que elaboraron la Constituci¨®n de la Segunda Rep¨²blica. Y en Francia, la cuna de los derechos del hombre, las mujeres no obtienen el derecho de voto hasta 1945.
Ahora se est¨¢ poniendo en marcha un nuevo esfuerzo que avanza con diferente ¨¦xito en unos y otros pa¨ªses. Es sobre todo en los pa¨ªses europeos en los que se anima el debate acerca de cu¨¢les pueden ser los medios para hacer m¨¢s efectiva la participaci¨®n pol¨ªtica de la mitad de la poblaci¨®n, de las mujeres.
En 1992 se reuni¨® en Atenas la cumbre europea de mujeres en el poder, y en ella se acord¨® aunar esfuerzos para alcanzar la democracia paritaria. Y el Parlamento Europeo ha aprobado recientemente, el 11 de febrero pasado, una recomendaci¨®n a todos los pa¨ªses miembros para que estudien las posibles medidas de car¨¢cter electoral que aseguren una participaci¨®n equilibrada de hombres y mujeres en sus c¨¢maras legislativas.
Por otra parte, estas iniciativas se corresponden con un mayor inter¨¦s popular por la cuesti¨®n. Por ejemplo, la cobertura habitual que los medios de comunicaci¨®n hacen de los acontecimientos electorales m¨¢s recientes refleja que la participaci¨®n de las mujeres y su importancia num¨¦rica cobran un mayor significado que en el pasado; el tema despierta curiosidad e inter¨¦s tanto en los casos en que existe una gran participaci¨®n de mujeres como la reciente elecci¨®n para la presidencia de Noruega, en la que eran tres mujeres las que compet¨ªan con mayores probabilidades de ser elegidas, como en aquellos casos en que la participaci¨®n es anecd¨®tica o moderada: como ejemplo, la participaci¨®n, tan discutida, de la esposa del actual presidente norteamericano como aliada pol¨ªtica en su campana electoral.
Aqu¨ª tambi¨¦n, en Espa?a, tenemos indicios de que pol¨ªticamente el tema es importante. Por ejemplo, la prensa se hac¨ªa eco estos d¨ªas del prop¨®sito de Izquierda Unida de presentar una candidatura a las pr¨®ximas elecciones del Parlamento Europeo en la que los primeros puestos alternar¨¢n sistem¨¢ticamente un hombre y una mujer para asegurar que, fueran cuales fueran los resultados de los comicios, la representaci¨®n en Europa de este grupo pol¨ªtico fuera paritaria entre hombres y mujeres.
Hay otro dato de la actualidad que refleja la importancia de estas cuestiones en nuestro pa¨ªs. En la ponencia marco que el partido socialista ha preparado para el 33? congreso, a celebrar en este mes de marzo, se maneja con fuerza el argumento de la democracia paritaria como uno de los indicadores principales de su prop¨®sito de profundizar la democracia.
En este documento se analiza el cambio experimentado por la sociedad espa?ola en los ¨²ltimos a?os y se se?alan como logros hist¨®ricos la incorporaci¨®n de las mujeres a la educaci¨®n y al trabajo remunerado. Como consecuencia de todos estos cambios, dice el documento, se produce una serie de demandas que hay que satisfacer: la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres en todas las esferas de la vida social, el reparto equilibrado de las responsabilidades dom¨¦sticas y familiares entre hombres y mujeres y, a nivel pol¨ªtico, la consecuci¨®n de una democracia paritaria en la que los hombres y las mujeres est¨¦n igualmente representados en todos los niveles de decisi¨®n.
En el avance hacia la sociedad del futuro que este partido propone es necesario superar la divisi¨®n tradicional de papeles entre los hombres y las mujeres. La ponencia presenta la igualdad al partido y simpatizantes, y aprob¨® respetar una cuota del 25% de sus puestos pol¨ªticos para las mujeres, es decir, que asegurara que los hombres nunca pudieran ocupar m¨¢s del 75% de los puestos de representaci¨®n pol¨ªtica. Con ello se limit¨® de alg¨²n modo la masculinizaci¨®n de la pol¨ªtica espa?ola, ya que la medida tuvo tan buena prensa que otros partidos pol¨ªticos la introdujeron en sus reglamentos o empezaron simplemente a ponerla en pr¨¢ctica.
Es interesante recordar la buena acogida popular que tuvo dicha medida y que se vio reflejada en las encuestas de opini¨®n realizadas en aquel momento. Un 80% de las opiniones expresadas consideraba que la medida, aunque no acabara con la discriminaci¨®n de la mujer, pod¨ªa ayudar a disminuirla, y el gran argumento de aqu¨¦llos que se opon¨ªan a la introducci¨®n de cuotas -"si no hay mujeres en los ¨®rganos de direcci¨®n de los partidos es porque no est¨¢n preparadas para ello"- era rechazado por un 75% de los ciudadanos que expresaban su opini¨®n (estudio del CIS 1728, febrero de 1988).
La valoraci¨®n que el partido socialista hace de su experiencia con el sistema de cuotas es positiva, en cuanto que "no s¨®lo ha aumentado la presencia de mujeres en nuestros ¨®rganos de direcci¨®n, sino que ha impulsado un cambio en las actitudes sociales, contribuyendo a que haya m¨¢s mujeres trabajando y m¨¢s mujeres participando socialmente".
Las dificultades a las que se enfrentan los socialistas para llevar a cabo este prop¨®sito son enormes. Como todos los grandes cambios sociales, ¨¦ste suscita muchos temores y resistencias. El peso de la tradici¨®n y de los prejuicios es muy grande, y la entrada masiva de mujeres en un terreno tan patriarcal como la pol¨ªtica se ve como una amenaza; y los m¨¦todos o acciones positivas que se han de poner en marcha para llevarla a cabo se interpretan como una situaci¨®n de ventaja injustificada para las mujeres. Los mismos que se opon¨ªan a la cuota del 25% para las mujeres, sin advertir que supon¨ªa asegurarles a ellos una cuota del 75%, miran ahora con recelo cualquier iniciativa que pretenda hacer realidad el objetivo de la democracia paritaria, del que, te¨®ricamente, no se atreven a decir que no sea leg¨ªtimo.
Creemos que la sociedad espa?ola se encuentra de sobra preparada para incorporarse a la vanguardia de los pa¨ªses europeos que quieren perfeccionar sus sistemas democr¨¢ticos incorporando a ellos a las mujeres de forma paritaria. Y el partido socialista puede ser en este terreno el impulsor de la modernizaci¨®n y del avance de las estructuras democr¨¢ticas. El partido socialista se juega mucho en ello, se juega su imagen de haber sido el principal impulsor de la incorporaci¨®n igualitaria de las mujeres a la vida social y se juega tambi¨¦n su credibilidad en cuanto a sus promesas de profundizaci¨®n de la democracia que pueden verse plasmadas en el impulso democr¨¢tico que supone el concepto y la realidad de la democracia paritaria.
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