Hacer oficial lo real
EL 33? Congreso del PSOE tiene por misi¨®n principal la de legitimar el sistema de poder que viene rigiendo en ese partido desde hace un a?o. Otra misi¨®n del congreso es la actualizaci¨®n de los mensa es pol¨ªticos, buscando una mayor congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Un tercer objetivo, derivado en teor¨ªa de los anteriores, ser¨ªa el de hacer frente a los motivos que han determinado el creciente alejamiento entre el personal pol¨ªtico socialista y sus votantes tras 12 a?os en el Gobierno. Pero no hay s¨ªntomas de que este t¨¦rcer objetivo pueda alcanzarse por ahora.Hace un a?o, la carta de Benegas puso de manifiesto que el sistema de poder vigente desde al menos 1982 hab¨ªa dejado de funcionar. Ese sistema se basaba en la idea de que Guerra dirig¨ªa el partido y Gonz¨¢lez el Gobierno, pero estando presentes los dos en ambas instancias. Tras la salida de Guerra del Gobierno, la existencia de dos centros de poder incomunicados entre s¨ª produjo desconcierto en las filas socialistas y un cierto bloqueo de direcci¨®n. Era, adem¨¢s, un factor potencial de inestabilidad pol¨ªtica: el grupo parlamentario pod¨ªa no secundar incondicionalmente las iniciativas del Gobierno. Gonz¨¢lez recurri¨® a los poderes territoriales como forma de triangular el juego y romper ese virtual empate. Las reuniones informales que por entonces tuvieron lugar en La Moncloa entre el secretario general y los presidentes de comunidades aut¨®nomas y otros l¨ªderes regionales introdujeron esa tercera instancia que ha evitado el colapso.
El congreso pretende hacer oficial lo que ya era real: esos dirigentes regionales o locales con peso pol¨ªtico se integrar¨¢n en la directiva nacional, con Gonz¨¢lez y los dirigentes nacionales reconocidos como tales por la opini¨®n p¨²blica. Esa integraci¨®n ser¨¢ relativamente independiente de la adscripci¨®n guerrista o renovadora. Lo que parece querer eliminarse es la existencia de un centro de poder paralelo integrado por personas no sometidas al escrutinio p¨²blico -algunas de ellas francamente desconocidas-, pero con capacidad de condicionar, a trav¨¦s del grupo parlamentario, las decisiones del Gobierno. Ello supone eliminar la principal fuente de influencia de Guerra y los suyos incluyendo un n¨²mero tres con poderes especiales como responsable de la administraci¨®n cotidiana. La posible creaci¨®n de un secretariado reducido que se encargue de tales funciones no ser¨ªa contradictoria con la voluntad de concentrar el peso del partido en esa directiva de la que formar¨ªan parte los dirigentes con mayor incidencia p¨²blica.
La duda de si Guerra aceptar¨¢ o no formar parte de esa nueva direcci¨®n es la principal que queda por despejar. La negativa de Gonz¨¢lez a entrevistarse con el vicesecretario en estas v¨ªsperas congresuales, y la zozobra que ello provoca en algunos sectores socialistas, tiene una dimensi¨®n infantil, ligeramente rid¨ªcula. Ya advirti¨® el economista Schumpeter que cierta puerilidad en los comportamientos es caracter¨ªstica de la profesi¨®n pol¨ªtica, marcada m¨¢s que cualquier otra por la obsesi¨®n de la lealtad personal, la necesidad de reconocimiento y la exacerbaci¨®n del sentimiento de autoestima. Pero alguna raz¨®n tiene Gonz¨¢lez al considerar que Guerra tendr¨¢ que elegir entre ser jefe de una tendencia o subjefe del partido: no ser¨ªa normal que el adjunto y eventual sustituto del secretario general est¨¦ alineado en una corriente opuesta a la de ¨¦ste.
Todo cambio de fisonom¨ªa organizativa suele acompa?arse de ligeros retoques pol¨ªticos que acrediten la idea de que las divergencias no eran personales, sino pol¨ªticas. En este caso, esos retoques son obligados, adem¨¢s, porque el derrumbamiento del comunismo y el cuestionamiento del Estado de bienestar cl¨¢sico han puesto de manifiesto la crisis de identidad de la izquierda en general y de la socialdemocracia en particular. Aunque las enmiendas parecen indicar una cierta inclinaci¨®n a la izquierda, de ellas no se deduce una alternativa a la pol¨ªtica moderadamente reformista desplegada por el Gobierno. Reformista porque, aunque se diga frecuentemente que es de derechas, si ganase Aznar realizarla una pol¨ªtica diferente. En todo caso, la distancia entre lo que se predica y lo que se hace se manifiesta menos en las opciones econ¨®micas que en los comportamientos. La necesidad de cambiar la fisonom¨ªa del partido, as¨ª como la de adelantar las elecciones, tuvo su origen en el descr¨¦dito provocado por la corrupci¨®n pol¨ªtica. Las palabras de Gonz¨¢lez la noche electoral, afirmando haber entendido el mensaje, fueron interpretadas como un compromiso de modificar no tanto el discurso socialista como los comportamientos de los socialistas. Pero este aspecto ha ido diluy¨¦ndose luego y, a la vista de las escaramuzas ¨²ltimas, parece poco probable que ¨¦ste sea el mensaje central de este 33? congreso.
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