Mariella Devia, entre las grandes Lucias
Se repuso en la Zarzuela Lucia de Lammermoor, la vieja dama de Gaetano Donizetti, en la producci¨®n revisada del Liceo-Zarzuela, dirigida esc¨¦nicamente por Juanjo Granda y musicalmente por el milan¨¦s Giuliano Carella. Nacida para la literatura en 1819, del numen rom¨¢ntico de Walter Scott, 10 a?os despu¨¦s Michele Carafa la convierte en ¨®pera, al que sigue Alberto Mazzucato en 1834. Son peque?os datos para la historia, pues desde que Donizetti, bas¨¢ndose en el libreto de Camarano, presenta su Lucia en N¨¢poles, el 26 de septiembre de 1835, desaparece toda referencia l¨ªrica al personaje, su ambiente y sus significaciones.Durante mucho tiempo, el p¨²blico consider¨® Lucia como la obra m¨¢xima de su autor, aunque despu¨¦s el criterio general mud¨® un tanto y, as¨ª, Westermann afirma que Lucia es la ¨®pera menos discutida de Donizetti, aunque L'elisir d'amore, m¨¢s puesta en tela de juicio, sea la verdaderamente maestra.
Lucia de Lammermoor
Opera de Donizetti y Camarano, sobre la novela de W. Scott. Int¨¦rpretes: M. Lanza (Lord Enrico), M. Devia (Luc¨ªa), R. Vargas (Edgardo), L. D¨¢maso (Lord Arthur), M. Pertusi (Raimondo), F. Roig (Alisa), R. Mu?iz (Normanno).Direcci¨®n musical: G. Carella; direcci¨®n esc¨¦nica: J. Granda; escenarios y figurines: Ram¨®n Ivars; coro: V. Sciamarella; iluminaci¨®n: J . G¨®mez Cornejo. Orquesta y coro titulares. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 19 de marzo.
En Espa?a, Lucia barri¨® literalmente. Lleg¨® pronto al teatro de la Cruz de Madrid, en 1837, y subi¨® a la escena del Real en 1851 y alcanz¨® 232 representaciones en 74 a?os; en 1841 la dirigi¨® Frontera de Valdemosa en el Liceo Art¨ªstico y Literario, y al a?o siguiente Ram¨®n Carnicer en el teatro del Circo; en 1948 la dio el teatro del Museo, y al fin, en 1851 y durante su temporada inaugural, subi¨® a la escena del Real, coliseo en el que alcanzar¨ªa las 232 representaciones durante 74 a?os.
Tampoco Barcelona anduvo remisa en sus favores hacia la novia de Lammermoor: el Principal la ofreci¨® en 1838 y el Liceo en 1849, para representarla 240 veces en 137 a?os.
La tragedia cantada en Lucia, cruzada de ambiciones fantasmagor¨ªas, nocturnidad amor y muerte, en medio de los cuales la protagonista se ve alanceada por los hados del destino y las pasiones humanas, fue tratada por Donizetti con una efusi¨®n mel¨®dica extraordinariamente c¨¢lida, simple y directa a lo largo de sus tres actos.
Acaso no continuar¨ªa viva en los carteles, a pesar de las bellezas de fragmentos como Regenava nel silenzio o el sexteto, sin la alta temperatura pasional del ¨²ltimo acto, cuyo centro es la escena y aria de la locura.
Lucia precisa de una encarnaci¨®n ver¨ªdica y m¨¢gica a partes iguales, adem¨¢s de unas facultades vocales y musicales muy considerables, de las que hizo gala en esta ocasi¨®n la soprano italiana Mariella Devia, para la que sonaron las m¨¢s largas y estruendosas ovaciones. Su voz es muy bella, amplia e impactante; su dominio de la coloratura, ¨¢gil, exacto y siempre noble; su poder encantatorio, decisivo.
Agudos hermosos
Le dio respuesta, de mucha calidad, el tenor mexicano Ram¨®n Vargas, de medios menos grandes, pero de una l¨ªnea admirable y con unos agudos potentes y hermosos. A su lado, sentaron plaza de excelencia el bar¨ªtono santanderino Manuel Lanza, el bajo parmesano Michele Pertusi, el tenor madrile?o Luis D¨¢maso y la mezzo barcelonesa Francisca Roig.Sobre un bien concebido escenario corp¨®reo que, unido al buen juego de luces, mantuvo el ambiente y hasta penetr¨® en el trasfondo del drama a trav¨¦s de un concepto id¨®neo de lo misterioso, funcion¨® la acci¨®n con vitalidad y haci¨¦ndonos creer que el espacio esc¨¦nico de la Zarzuela acrecentaba sus dimensiones.
Brillante el coro, gobernado por Sciamarella y en consonancia con la buena t¨®nica general, el vestuario. Desde el foso, el maestro Carella mantuvo orden, flexible continuidad y expresividad de buena ley que alcanzar¨ªa latidos emocionales a lo largo del tercer acto.
La fusi¨®n Granda-Carella se llev¨® a cabo en una versi¨®n totalizadora y detallada que mereci¨® el un¨¢nime asenso de una audiencia que, al fin y a la postre, se sinti¨® ganada por lo que Patrice Boll¨®n denomina "la magia blanca de la ¨®pera", un g¨¦nero de tan sorprendente vitalidad por s¨ª mismo que acaba haci¨¦ndonos cre¨ªbles el mundo tr¨¢gico y novelesco de cuanto sucede en el castillo escoc¨¦s de los Lammermoor y sus alrededores.
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