Domin¨® y parch¨ªs para rato
El duque de Feria va a salir convertido en el duque del domin¨®. Si el Tribunal Supremo no lo remedia, Rafael Medina tendr¨¢ tiempo de perfeccionar sus movimientos con las 28 fichas rectangulares. Por el momento, ha perdido la partida de parch¨ªs que disput¨® hace tres semanas con la justicia. Ambos juegos ser¨¢n su principal diversi¨®n durante al menos los cuatro o cinco pr¨®ximos a?os. Como lo vienen siendo desde hace un a?o, el tiempo que lleva entre rejas. Aunque m¨¢s de una anoche so?ar¨¢ con el club Payaso, donde tiempo atr¨¢s pas¨® tan buenos ratos de mujeres y g¨¹isqui.La Audiencia de Sevilla ha asestado al arist¨®crata un dur¨ªsimo golpe. Era una sentencia esperada. S¨®lo se ha librado de la acusaci¨®n de haber corrompido a la joven Sandra ?lvarez, una de las tres prostitutas que integraban su particular har¨¦n. Y, curiosamente, se ha salvado de este delito gracias a las voluptuosas formas de la chica, que le hicieron caer al duque en el error de que ten¨ªa m¨¢s edad de la que realmente ten¨ªa.
Dicen los funcionarios de la c¨¢rcel de Sevilla 1 que el arist¨®crata se desvaneci¨® al conocer la sentencia. Dicen tambi¨¦n que el ¨²nico comentario que hizo ayer fue que el fallo judicial le parec¨ªa demasiado duro. Y sin embargo, resulta dif¨ªcil creer que esperase que las cosas fueran de muy distinta manera. Resulta dif¨ªcil pensar que el tribunal aceptase que Medina retrat¨® desnuda a la peque?a Ana Mar¨ªa, de cinco a?os, ¨²nicamente porque le recordaba a la ni?a de un anuncio de champ¨². Dijo que le gustaba emular al fot¨®grafo Hamilton e inmortalizar en placas de Polaroid a p¨²beres evanescentes como Dios las trajo al mundo. Quiz¨¢ le convenga ir cambiando sus inquietudes fotogr¨¢ficas.
Al menos durante una temporada no va a tener posibilidad de encontrar este tipo de modelos, sino los personajes tenebristas que pueblan las prisiones. O quiz¨¢ se decida a seguir la insinuaci¨®n de aquel psiquiatra que apunt¨® en su informe pericial: "El relato de las aventuras er¨®ticas entre Sandra y Rafael ser¨ªa un best-seller de la colecci¨®n La sonrisa vertical. Qui¨¦n sabe si el arist¨®crata opta por seguir el consejo. No ser¨¢ por falta de tiempo, eso que en la prisi¨®n transcurre siempre con implacable lentitud.
El narcisita e hipocondr¨ªaco duque tendr¨¢ que conformarse con sentir el perfume del azahar desde detr¨¢s de las tapias carcelarlas, mientras contempla reverdecer las hojas del n¨ªspero y las tres palmeras del patio de la prisi¨®n. Y a ver los toros de la Feria de Abril desde el televisor.
"Yo soy l¨ªder con luz propia. Manejo a la gente como quiero", le confes¨® hace un a?o al psiquiatra Fernando Heredia. Pero en esta ocasi¨®n no ha sabido manejar a tres magistrados. No s¨®lo no les convenci¨® de que no es un s¨¢tiro, sino que incluso les reafirm¨® en esta idea con su propia declaraci¨®n ante el tribunal, para desesperaci¨®n de su abogado, el h¨¢bil penalista Francisco Baena Bocanegra.
Rafael Medina, si el previsible recurso no lo impide, volver¨¢ a la calle unos a?os m¨¢s viejo, m¨¢s gordo y m¨¢s experimentado no en los juegos er¨®ticos, sino en los de azar.
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