Las razones del FIS
El FIS recoge los frutos de las frustraciones tras el fracaso socialista y la posterior "apertura salvaje"
A la muerte de Bumedi¨¢n, las mezquitas se convierten en los ¨²nicos espacios de abierta oposici¨®n al r¨¦gimen. En los barrios populares de la Kasba, Bab el Ued, Belcourt, El Harrach, en donde familias de cinco o seis personas se amontonan a veces en un mismo cuarto, los j¨®venes no escolarizados o en posesi¨®n de diplomas in¨²tiles rompen las suelas en la calle sin ninguna perspectiva de trabajo ni emigraci¨®n a Europa, carentes de toda diversi¨®n e instalaciones deportivas adecuadas. Las cien mil viviendas anuales prometidas por el nuevo presidente se reducen a veinte mil mientras las necesarias a abrigar decentemente a los desheredados se cifran en tres millones. La poblaci¨®n de las chabolas no dispone de dispensarios ni escuelas ni oficinas de asistencia a los parados. El Estado no existe para ella: los j¨®venes se hallan abandonados a su suerte.El vac¨ªo del poder es ocupado h¨¢bilmente por los islamistas. Subvencionados por Arabia Saud¨ª hasta su vacilante apoyo a Sadam Husein impuesto por las bases, Madani, Belhach y los dirigentes del movimiento tejen poco a poco un sistema alternativo de ayuda social, encuadran y movilizan a los marginados con su promesa de un cambio radical, reislamizan paulatinamente la sociedad, limpian los guetos y barrios degradados del tr¨¢fico de alcohol y de drogas, imponen su modelo educativo en unos espacios impersonales, aculturados y miserables. Las mezquitas, autorizadas o no, brotan como, setas: junto a las aljamas estatales y privadas -cuya pr¨¦dica (jutba) es controlada por la direcci¨®n de Asuntos Religiosos del FLN- surgen los oratorios "populares" y "libres". Como escribe Ahmed Rouadjia en su obra Les fr¨¦res et la mosqu¨¦e, "existen millares de mezquitas ocultas, exactamente a la imagen del mercado paralelo de mercanc¨ªas, que escapan a todo c¨®mputo en la medida en que funcionan a la sombra de los s¨®tanos, garajes y barrios de barracas construidos al borde de las grandes aglorneraciones". Simult¨¢neamente, las carencias y degradaci¨®n del sistema escolar estatal provocan un, trasvase de los ni?os y adolescentes a improvisadas escuelas cor¨¢nicas exentas de toda supervisi¨®n del poder. En los campus universitarios, los islamistas desalojan a la fuerza de sus puestos de reuni¨®n o espacios asociativos a los estudiantes "rnarxistas", "ateos" o del "partido franc¨¦s". Las fiestas y reuniones mixtas son suprimidas, las muchachas presionadas para cubrir sus cabellos, el Kamis y las barbas emblem¨¢ticas ganan d¨ªa a d¨ªa nuevos adeptos. En oto?o de 1990, en una ciudad de tradici¨®n liberal como Or¨¢n, las autoridades municipales, tuteladas por el FIS, hab¨ªan prohibido la celebraci¨®n de conciertos p¨²blicos de rai, las mujeres s¨®lo pod¨ªan ir al cine el d¨ªa reservado "a las familias" y antes de oscurecer desaparec¨ªan totalmente del paisaje de las calles. El contraste con Tunicia o Marruecos no pod¨ªa ser m¨¢s extremo.
El yihad o llamamiento a la guerra santa contra los "dirigentes corruptos" e "intelectuales afrancesados" es el instrumento m¨¢s eficaz de movilizaci¨®n de los islamistas en cuanto responde a un imaginario colectivo profundamente arraigado. Los millones de parados, excluidos del sistema y ofendidos por el lujo de oligarqu¨ªa, s¨®lo encuentran refugio en una esperanza mesi¨¢nica. El islamismo deviene as¨ª el com¨²n denominador identificatorio de todos los marginados. El FIS puede invocar no s¨®lo el ejemplo iran¨ª sino tambi¨¦n el de numerosos tratadistas sunn¨ªes de la edad de oro del islam que, como Zayd Ibn Al¨ª o Al Yahiz, denunciaban la depravaci¨®n y arrogancia de los califatos Omeya y_Abbas¨ª. Como los comunistas de las pasadas d¨¦cadas, recoge los frutos de las frustraciones sociales y sentimiento de injusticia acumulados tras el fracaso de los modelos socialistas y la posterior "apertura salvaje". Pero la violencia actual -el arma de un terrorismo que, hecho nuevo en el islam y contrario a su doctrina, no perdona siquiera a las mujeres indefensas-, no procede del discurso religioso extremista sino, como en el caso de los cat¨®licos irlandeses, de un estado de opresi¨®n cultural y pol¨ªtico. En realidad, el FIS predica un programa social sumamente conservador -la defensa de la propiedad privada por los imanes contra la Revoluci¨®n Agraria de los setenta les vali¨® un apoyo sustancioso de los comerciantes y propietarios rurales-, revisti¨¦ndolo con un lenguaje religioso f¨¢cilmente asequible a la gran masa de los desheredados. En las actuales circunstancias de descomposici¨®n social, una buena parte del pueblo argelino juzga la corrupci¨®n y nepotismo como males peores que la violencia ciega de los terroristas.
La sharia como sistema de gobierno es el objetivo proclamado del FIS en su lucha por conquistar el poder. Pero un Estado isl¨¢mico similar al de los tiempos del profeta, ?es un ejemplo de utopismo milenarista como sostienen sus enemigos o una soluci¨®n real a los abrumadores problemas y lacras de la sociedad? ?C¨®mo establecer en efecto un puente seguro entre el texto cor¨¢nico y el corpus de alhadices de la Sunna y una decisi¨®n puramente pol¨ªtica? El Cor¨¢n no preconiza expresamente ninguna forma particular de gobierno. ?Por qu¨¦ entonces la calificada en Europa y en c¨ªrculos intelectuales argelinos de "fundamentalista", "integrista", "totalitaria" o "teocr¨¢tica" debe prevalecer entre las dem¨¢s?
Victoria electoral
La victoria del FIS en las elecciones municipales del 12 de junio de 1990 -las primeras celebradas en Argelia en el marco del pluripartidismo avalado por la nueva Constituci¨®n de 1989- sacudi¨® hasta sus cimientos el edificio del poder de Chadli Benyedid y de su jefe de gobierno, Mulud Hamruch. Aprovechando la divisi¨®n y el boicoteo de la oposici¨®n democr¨¢tica (del Frente de Fuerzas Socialistas de A?t Ahmed) y del descr¨¦dito general del FLN, el FIS arrambla con m¨¢s de la mi tad de los ayuntamientos -obteniendo as¨ª el control de las Asambleas Populares Comunales (APC)-, triunfa en la mayor¨ªa de las poblaciones de importancia media y se implanta s¨®lidamente en las capitales (Argel, Or¨¢n, Constantina). Como advierten los observadores m¨¢s l¨²cidos, este voto masivo (el 59%) es m¨¢s bien un voto de castigo al FLN que una aprobaci¨®n del modelo de sociedad invocado por el FIS. Pues si las cr¨ªticas feroces y discursos vengativos de los islamistas tocante a la corrupci¨®n, pillaje de bienes p¨²blicos, clientelismo, opresi¨®n y arrogancia del partido ¨²nico y sus valedores militares dan en el blanco, sus propuestas de mejora y recambio pecan de vaguedad e irrealismo. Carentes de experiencia en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos, sus promesas de viviendas y trabajo para todos, de construcci¨®n de escuelas y modernizaci¨®n de la econom¨ªa no tienen en cuenta la tozudez de los hechos: la situaci¨®n de bancarrota y dependencia del Estado argelino. Entre el 12 de junio de 1990 y el 23 de mayo de 1991 -fecha de la orden de huelga ilimitada de Abasi Madani contra las manipulaciones del poder con miras a las elecciones legislativas del 27 de junio y en favor de unas presidenciales anticipadas-, los cambios operados en el ¨¢mbito municipal por las APC son m¨¢s que modestos: cierre de bares, cancelaci¨®n de espect¨¢culos musicales, campa?a a veces violenta por la "decencia femenina" y contra las ubicuas antenas parab¨®licas que "permiten captar la pornograf¨ªa de Occidente". Desde la fundaci¨®n del FIS hasta los acontecimientos de junio de 1991, ni Madani ni su Maxlis Echura (Asamblea Consultiva) elaboraron un verdadero programa pol¨ªtico-social ni convocaron un congreso para discutirlo. Interrogado sobre ello por la prensa, Madani se limit¨® a decir que aqu¨¦l se reunir¨ªa despu¨¦s de que hubiera formado Gobierno... La oposici¨®n del FIS a unas legislativas "ama?adas" desemboca en una aut¨¦ntica insurrecci¨®n que recuerda a la de octubre de 1988: c¨®cteles Molotov, gases lacrim¨®genos, barricadas. Al¨ª Belhach, el carism¨¢tico im¨¢n de la mezquita de Bab el Ued, lanza a decenas de millares de manifestantes a la calle al grito, de: "?Ni Carta ni Constituci¨®n! ?Palabra de Dios, palabra del Profeta!". Mientras el poder parece impotente y paralizado, el FIS campa victorioso en el centro de la capital. Los j¨®venes a la deriva, n¨¢ufragos del difunto proyecto de sociedad del FLN y para quienes la rexla u hombr¨ªa es, junto al esp¨ªritu de barrio, su ¨²nico valor refugio han dejado de ser s¨²bitamente unos vagos capaces tan s¨®lo de la peque?a delincuencia en pandilla, la chapuza y el contrabando para transformarse, gracias a las pr¨¦dicas de los islamistas, en los combatientes del nuevo yihad. El hogra (desprecio) del que son v¨ªctimas y la arrogancia sin l¨ªmite de los poderosos tienen una explicaci¨®n clara: todas las miserias e iniquidades de las que sufren se deben al abandono de los preceptos cor¨¢nicos, al olvido de sus reglas tocante al justo reparto de las riquezas, los m¨¦ritos y conductas sociales. La Constituci¨®n es una trampa m¨¢s para disfrazar la fuerza opresora. El islam se funda en la shura (consulta) y la estricta aplicaci¨®n de la sharia. El 3 de junio las fuerzas del orden dispersan violentamente a los manifestantes, detienen a Madani, Belhach y otros integrantes de la c¨²pula del FIS, inician redadas masivas de islamistas y el rastreo de los barrios populares en donde tienen su feudo.
Alternando le b?ton et la carotte, el Gobierno de Sid Ahmed Ghozali promete el mantenimiento del calendario electotal de las legislativas, fijadas primero en octubre y luego en diciembre. Retrospectivamente, los militares y sus aliados dem¨®cratas, opuestos a todo acuerdo con los islamistas, le reprochar¨¢n esta concesi¨®n como un nuevo eslab¨®n en la cadena de errores que conducen al ciclo de violencia en el que se hunde Argelia. ?No hubiera sido m¨¢s f¨¢cil interrumpir el proceso electoral en junio con el pretexto de la insurrecci¨®n del FIS en vez de dejarlo aparecer como "m¨¢rtir" de la democracia y del veredicto posterior de las urnas? Con los dirigentes isl¨¢micos presos, sometidos a juicio y pronto condenados a severas penas de c¨¢rcel, el r¨¦gimen de Chadli Benyedid se queda sin interlocutores: el dicho popular "muerto el perro se acab¨® la rabia" no se aplica al caso. De capitada la c¨²pula, el cuerpo no muere, cobra nueva vida. El islamismo impregna ya todos los sectores de la sociedad, organiza en la clandestinidad sus milicias, act¨²a como un Esta do en el interior del Estado. En oto?o del 91, los primeros grupos armados, instruidos al parecer por veteranos de Afganist¨¢n y supervivientes de la guerrilla extremista Taftir ua Higra, emprenden sus operaciones de asalto a cuarteles y acoso al Ej¨¦rcito. Los altos mandos militares asisten con creciente desasosiego al agravamiento de la situaci¨®n y vacilaciones de Chadli. Las divisiones intestinas del pa¨ªs se reproducen a menudo en el interior de muchas familias: el caso de las que tienen uno o m¨¢s hijos en el FIS y otro u otros en la polic¨ªa o el ej¨¦rcito es bastante frecuente. El espectro de una guerra civil y fratricida en el sentido estricto del t¨¦rmino se cierne sobre la sociedad y pronto calar¨¢ y har¨¢ presa en ella.
La primera vuelta de las legislativas de diciembre confirma las esperanzas de unos y miedos de otros: el FIS obtiene la mayor¨ªa. El previsible resultado de la segunda vuelta le garantiza un confortable dominio de 2/3 en la futura Asamblea Nacional necesario para modificar la Constituci¨®n de 1989 y establecer legalmente otra conforme a la sharia. Su triunfo galvaniza las inquietudes de las Fuerzas Armadas y de una nomenklatura temerosa de su futuro y la p¨¦rdida de sus privilegios. Estas aprensiones son compartidas por un buen sector de los partidos pol¨ªticos, sindicatos e intelectuales laicos, asociaciones de mujeres. El ejemplo de lo ocurrido en Ir¨¢n est¨¢ en la mente de todos. El 12 de enero de 1992, despu¨¦s de unos d¨ªas de espera tensa y trapicheo entre bastidores, el presidente Chadli Benyedid aparece demacrado ante las c¨¢maras para anunciar su dimisi¨®n. El d¨ªa siguiente, el Gobierno suspende la consulta electoral. El experimento democr¨¢tico ha fracasado.
Olvidando sus virtuosas lecciones ¨¦tico-jur¨ªdicas y sus reproches a "la incapacidad de los ¨¢rabes de organizar elecciones libres" los gobiernos y medios informativos occidentales avalan casi al un¨ªsono el golpe de Estado. El espantajo de la amenaza isl¨¢mica agitado por la prensa desde hace a?os -los titulares aulladores de "La marea negra isl¨¢rnica" o "Las huestes de Al¨¢"- les conduce a aprobar sin reservas la liquidaci¨®n de la democracia con el pretexto de que corr¨ªa grave peligro. Las minor¨ªas laica, marxista y de los radicales ber¨¦beres de la Agrupaci¨®n por la Cultura y la Democracia de Said Saadi aplauden tambi¨¦n: ?no debe haber libertad para los enemigos de la libertad! Pero estas reacciones parten de an¨¢lisis dictados por la emoci¨®n y el temor, no por la raz¨®n ni un conocimiento profundo del fen¨®meno islamista y de las causas que lo suscitan.
La llegada al poder del FIS representaba desde luego un riesgo grave para las libertades penosamente obtenidas en octubre de 1988, pero las condiciones en las que hubiera accedido al poder habr¨ªan limitado de modo eficaz la aplicaci¨®n de su programa. El endeudamiento de Argelia, dependencia financiera respecto a sus acreedores europeos y japoneses, caos econ¨®mico y reserva hostil del Ej¨¦rcito habr¨ªan constituido un obst¨¢culo dif¨ªcilmente salvable. A mayor abundamiento: la falta de experiencia en la gesti¨®n del gobierno y las medidas sociales. en favor de sus bases, habr¨ªan precipitado la crisis, agravado la cat¨¢strofe. Su incapacidad de: cumplir con las promesas electorales era a todas luces previsible. En menos de un a?o de gobierno estrechamente controlado por sus adversarios, el FIS habr¨ªa perdido una buena parte de su credibilidad.
El recurso a la espada fue as¨ª un remedio peor que la enfermedad. Durante 30 a?os, el "socialismo" del FLN hab¨ªa desacreditado a ojos del pueblo las ideas de la izquierda. La anulaci¨®n de las elecciones, saludada con j¨²bilo por los "dem¨®cratas" le mostraba a su vez la inanidad y elitismo de la opci¨®n que sustentaban. Como en otras situaciones hist¨®ricas, ¨¦stos mostraron su natural aversi¨®n a acatar la voluntad de un pueblo ajeno a sus ideas y modo de vida y cuyas exigencias vengadoras pon¨ªan en tela de juicio su estatus y funci¨®n esclarecedora. Un paralelo de su actitud con la de los ilustrados peninsulares, favorables ya a las reformas introducidas por Jos¨¦ Bonaparte, ya a un r¨¦gimen constitucional forjado sin un real sost¨¦n popular -a causa de la incultura pol¨ªtica de las masas-, respecto a la reacci¨®n patri¨®tico-religiosa del pueblo, hostil a las ideas extranjeras y en favor del absolutismo y el poder eclesi¨¢stico, es demasiado llamativo como para que podamos pasarlo por alto.
Privados de la ¨²nica fuente de legitimidad -la procurad¨¢ por las urnas-, los militares y sus aliados de un FLN en desbandada y de los peque?os partidos laicos colman el vac¨ªo del poder buscando un suced¨¢neo en la legitimidad hist¨®rica. El reci¨¦n creado Alto Comit¨¦ de Estado (ACE), ofrece su presidencia a un s¨ªmbolo enterrado en vida: el viejo l¨ªder de la independencia Mohamed Budiaf.
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