Nunca le gust¨® perder
Todos le reconocen una gran astucia. No deja huellas peligrosas y aspira a conquistarlo todo
Silvio Berlusconi naci¨® en Mil¨¢n, bajo el signo de Libra, el 29 de septiembre de 1936. Naci¨® para triunfar y lleg¨® a este mundo trayendo en sus venas el instinto de los negocios. A los 12 a?os, internado en un colegio de los salesianos, hac¨ªa sus deberes deprisa para ayudar a sus compa?eros. ?Por altruismo? No. A cambio de un pu?ado de caramelos o de 50 liras. Eso s¨ª, era un caballero porque, si el alumno que le hab¨ªa pagado no aprobaba, le devolv¨ªa el pago.Si la infancia y la juventud son el espejo de la madurez, en las de Berlusconi anidaban ya todas las pulsiones que se desarrollar¨ªan m¨¢s tarde. Sus compa?eros de colegio cuentan que era de inteligencia vivaz, no le gustaba perder y le encantaba pelearse. Le apodaban Mandrake, por su astucia y por sus trucos. En lo que flaqueaba procuraba m¨¢s tarde resarcirse. Jugaba mal al f¨²tbol, por ejemplo, y hoy preside un equipo, el Milan, tres veces campe¨®n de Liga. Prefer¨ªa disimular a desmerecer. En el colegio, donde le gustaba poco rezar, mov¨ªa los labios como si lo hiciera. Y sacaba la nota m¨¢s alta en religi¨®n.
Apenas pudo, trabaj¨® para ganarse la vida. Le gustaba el dinero. Hizo hasta de animador de grupos de turistas en los barcos de la compa?¨ªa Costa, contando chistes y haciendo bromas; vendi¨® aspiradoras e hizo fotograf¨ªas en bodas y entierros. Eso s¨ª, despu¨¦s de haberse doctorado, con la m¨¢xima nota en jurisprudencia. Ya entonces su pasi¨®n era la publicidad y sobre ella prepar¨® su tesis tras ganar un premio de dos millones de liras de la agencia publicitaria Manzoni. Tambien el cine le cosquilleaba. En el colegio, donde los domingos proyectaban una pel¨ªcula, se ofrec¨ªa como operador.
Tambi¨¦n le atra¨ªa la construcci¨®n, un campo que lo convertir¨ªa m¨¢s tarde en millonario con su proyecto Milano 2, uno de los barrios m¨¢s exquisitos de la ciudad. De hecho uno de sus primeros trabajos fue de aprendiz en una empresa de construcci¨®n. Lo que nunca quiso fue seguir los pasos de su padre como empleado de banca modelo, que se ocupaba de que se apagasen por la tarde las luces para ahorrar dinero. Por el contrario, la situaci¨®n modesta de su familia le pesaba. Y quiso dar el salto. As¨ª, se lanz¨® a construir viviendas en Mil¨¢n. C¨®mo consigui¨® enseguida socios y bancos para emprender en poco tiempo negocios colosales es uno de los misterios que ninguno de sus bi¨®grafos ha conseguido a¨²n descifrar. Se sabe s¨®lo que trataba con financieros suizos que deb¨ªan ser muy poderosos y solventes. ?Por qu¨¦ le daban tanta confianza? Los m¨¢s ben¨¦volos dicen que fue porque Berlusconi posee una capacidad extraordinaria de seducci¨®n personal y porque a los hombres de negocios les gusta su decisi¨®n, sus ganas de triunfar, que se muestra inasequible al desaliento frente a las dificultades y puede que hasta su falta de escr¨²pulos.
Nadie le niega tampoco una astucia extraordinaria. No deja huellas peligrosas y aspira a conquistarlo todo. Es como si de verdad creyera en los milagros, la palabra m¨¢s usada en su intensa campa?a electoral, realizada, seg¨²n algunos en pijama, porque en realidad apenas si ha salido a la calle. La ha hecho desde los estudios de televisi¨®n, aconsejado por un formidable equipo de expertos de publicidad.
Aunque un psiquiatra dijo en Roma a este periodista que Berlusconi sufre del s¨ªndrome de "evitamento", de evitar, como si tuviera miedo al enfrentamiento directo, ha convertido ese s¨ªndrome en una t¨¢ctica: hacerse desear convirti¨¦ndose en un objeto de lujo, intocable. De ah¨ª el que no haya dado una sola entrevista a ning¨²n peri¨®dico durante la campa?a electoral, consiguiendo, al mismo tiempo que todos los peri¨®dicos del mundo hablaran de ¨¦l m¨¢s que de nadie.
Supo servirse de los pol¨ªticos para crearse su imperio televisivo, pero ha sido el ¨²nico empresario que no ha sucumbido todav¨ªa bajo las garras de los poderosos jueces de Mil¨¢n.
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