?Y la izquierda?
La derecha pura y dura, capitaneada por Berlusconi, ha ganado las elecciones, entre otras cosas, porque la izquierda variopinta de los ocho grupos del Polo Pogresista no fue capaz de convencer al electorado de que ellos, y no el eufem¨ªstico Pacto de la Libertad, eran lo m¨¢s potable y en definitiva lo m¨¢s nuevo de una clase pol¨ªtica en escombros.Ya algunos intelectuales hab¨ªan alertado a la izquierda para que se presentara a las urnas con personajes nuevos, sin confiar demasiado en el viejo aparato aunque no fuera corrupto, porque la petici¨®n de novedad que sub¨ªa de la base era muy fuerte. Y no lo hizo. Ni cambi¨® su manoseado lenguaje de siempre que tanto aburre, sobre todo a los j¨®venes. Como no crey¨® que en Italia -donde la derecha que no se averg¨¹enza de serlo hab¨ªa estado siempre anatematizada e identificada con Mussolini- pudiera ganar Berlusconi. Y se equivoc¨®. Curiosamente, la izquierda progresista, que deber¨ªa haber sido la m¨¢s atenta en olfatear por donde iba la sociedad y captar la carga de rabia que llevaba dentro tras haber visto a una entera clase pol¨ªtica en el banquillo, se durmi¨® en los laureles y, se limit¨® a condenar al adversario pol¨ªtico sin proponer una nueva frontera de esperanza ante un pueblo amargado.
Para ganar los votos moderados la izquierda present¨®, por un lado, un programa casi de derechas, que irrit¨® a las capas de la sociedad m¨¢s golpeadas por la crisis pronosticando un futuro de sangre y l¨¢grimas, mientras Berlusconi segu¨ªa sembrando sue?os imposibles pero que halagaban a esa parte de la sociedad que no quiere ni o¨ªr hablar de recortar su gran nivel de vida.
No se puede olvidar que en un reciente sondeo sobre las preocupaciones de los italianos figuraba el desempleo en el primer puesto y la corrupci¨®n en el ¨²ltimo. Y la izquierda, ante ese nervio en carne viva, se limit¨® a ridiculizar a la derecha de Berlusconi, que promet¨ªa un mill¨®n de puestos de trabajo en tres a?os, contraponi¨¦ndole un programa sin alma, resignada a perder hasta el punto de no haber sido capaz de promover a un l¨ªder y anunciando que, si ganaba, acudir¨ªa al conservador ex presidente de Gobierno Carlo Aziglio Ciampi.
Ahora la izquierda, si quiere gobernar ma?ana en Italia, no puede olvidarse de que los italianos, en las urnas en las que enterraban a la I Rep¨²blica, han dejado muy claro que quieren simplificar la eterna pol¨ªtica de gobernar todos juntos sin posibilidad de alternacia. De hecho han dejado en los huesos al centro, que hab¨ªa sido la expresi¨®n m¨¢s gloriosa de los Gobiernos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, y han volcado sus votos en los dos grupos de derechas e izquierdas. Y eso no tiene marcha atr¨¢s.
La derecha que ha visto que puede ganar acabar¨¢ reajust¨¢ndose, perdiendo probablemente algunos aliados y ganando otros. Berlusconi ya ha dicho que ¨¦l es de centro y no de derechas. Y la izquierda, si quiere ganar ma?ana, deber¨¢ tambi¨¦n reorganizarse para oponer a la derecha un programa y una idea de progresismo de futuro, que no teme ni hace asco S a la modernidad, incluso a la telam¨¢tica, d¨¢ndose cuenta de que hoy, en pol¨ªtica, nos guste o no, no son suficientes, para obtener el consenso, las estructuras de las viejas t¨¦cnicas de organizaci¨®n de partido tradicional, sino tambi¨¦n una formidable dosis de fantas¨ªa e imaginaci¨®n para servirse de las nuevas t¨¦cnicas para comunicar con el electorado. No basta con estigmatizar a la televisi¨®n, hay que saber usarla y, por ejemplo, Occhetto perdi¨® ante las c¨¢maras, y ante 10 millones de telespectadores, en su cara a cara con Berlusconi, la ocasi¨®n de haber desenmascarado lo que la izquierda llama "la derecha de paja" del rey de la televisi¨®n. Y no lo consigui¨®.
Ahora la mayor tentaci¨®n de la izquierda podr¨ªa ser el caer en la torpeza de impedir gobernar a la derecha impidi¨¦ndole as¨ª que se quede desnuda ante sus recetas milagreras. Ser¨ªa la forma mejor de perder dos veces, y de dar la impresi¨®n de que tiene miedo de gobernar.
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