?Balladur o balad¨ª?
El primer ministro franc¨¦s ha cedido ante las presiones de los j¨®venes airados por los contratos basura, como antes frente a los trabajadores de Air France, o los pescadores bretones. Su principal instinto es evitar todo choque con la Francia conservadora, profundamente suspicaz ante el cambio. Si sufren los pobres, los parados o los peces, peor para ellos, porque no saben o no votan. Los reformistas de Felipe Gonz¨¢lez han desafiado a los sindicatos con el decreto-ley que permite los contratos de aprendizaje, o con su proposici¨®n de privatizar el Estatuto de los Trabajadores. Son m¨¢s valientes que Balladur en la lucha contra el anquilosamiento de los derechos adquiridos. Pero no se han atrevido todav¨ªa a hacer m¨¢s c¨®moda la situaci¨®n del trabajador viajero en busca de oportunidades que la del parado inm¨®vil en su pueblo.
La situaci¨®n econ¨®mica de Francia me recuerda cada vez m¨¢s la de Espa?a durante los ¨²ltimos a?os de Solchaga. Buscan los conservadores que el franco est¨¦ m¨¢s firme que el marco. Fuerzan unos tipos de inter¨¦s reales a corto tan altos que yugulan la inversi¨®n. Proclaman su deseo de privatizar la econom¨ªa y recortar el gasto p¨²blico, pero con sus debilidades "sociales" provocan aumentos del paro que a la postre resultar¨¢n insostenibles y que llevar¨¢n a los mercados a forzar una devaluaci¨®n.
Desde que en su informe sobre los sufrimientos de los tejedores a mano de 1836 lo hiciera notar Nassau Senior (otro de los economistas a los que Carlos Marx odiaba cordialmente), es sabido que las restricciones de entrada en el mercado de trabajo suponen una discriminaci¨®n contra el Lumpenproletariat, los j¨®venes, las mujeres, los no cualificados. La imposici¨®n legal de un salario m¨ªnimo saca del mercado a quienes no ofrecen la productividad equivalente a esa remuneraci¨®n. Adem¨¢s, los aumentos del salario m¨ªnimo suponen una se?al para que, manteniendo los diferenciales de remuneraci¨®n, se eleve todo el abanico salarial. Los estudiantes franceses han hecho un pan como unas tortas al conseguir que no se les pueda pagar una miseria para sacarles de la miseria.
El Gobierno espa?ol se ha mantenido m¨¢s firme que el franc¨¦s: ha puesto en marcha los contratos de aprendizaje, cuya remuneraci¨®n es del 70%, 80% o 90% del salario m¨ªnimo, seg¨²n sea el primer, segundo o tercer a?o, y todo ello para trabajadores hasta 25 a?os de su edad.
Tambi¨¦n ha puesto en marcha la retenci¨®n del IRPF sobre el subsidio de los parados, para ayudarles a escapar de la tristemente c¨¦lebre trampa de la pobreza. Por una vez me alegro de que a alguien le suban los impuestos, pues, cuando el subsidio no sufr¨ªa retenci¨®n, los desempleados perd¨ªan ingresos netos al aceptar un puesto de trabajo, como si les hubieran aplicado, un tipo de impuesto marginal de m¨¢s del 100% sobre su primer sueldo.
Faltan otros dos cambios m¨¢s. Uno es la llamada movilidad geogr¨¢fica, por la que las empresas pueden cambiar de lugar de trabajo a sus empleados sin mediar aplazamiento ni permiso administrativo; pero las Juntas de las autonom¨ªas no quieren ni o¨ªr hablar de tal reforma, no vayan a perder votantes. Otra es la descongelaci¨®n de las viviendas y locales de negocio antiguos con una nueva LAU, para que aumente la oferta de viviendas en alquiler y puedan competir los negocios nuevos con los telara?ejos; pero CiU no abandona a sus botiguers.
Se?ores socialistas: sean valientes. Por una vez no imiten las baladronadas de los franceses. Recuerden la burla de Cervantes:
Cal¨® el chapeo, requiri¨® la espada,
fuese y no hubo nada.
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