"Creo haberme ganado el derecho a decir lo que pienso"
En El hombre solo, Atxaga cuenta la historia de un hombre al que todos llaman Carlos, un ex luchador desenga?ado que se ve enfrentado, en un hotel de las afueras de Barcelona, con su pasado y con el terrorismo. Es ¨¦sta la primera inmersi¨®n de Atxaga en los problemas de la sociedad actual, en una aventura que promete, tener continuidad, ya que El hombre solo es la primera parte de una trilog¨ªa. Pregunta. El hombre solo supone un cambio de registro sorprendente respecto a su obra anterior. ?C¨®mo surgi¨® la idea de esta novela?
Respuesta. Escrib¨ª la novela en dos fases. En Par¨ªs, aislado del mundo literario espa?ol, hice una primera aproximaci¨®n y prepar¨¦ el libro, pero iba a ser otra cosa, en otra convenci¨®n literaria. Fue al leer la autobiograf¨ªa del pr¨ªncipe anarquista Kropotkin cuando pens¨¦ que el tema s¨®lo pod¨ªa tratarse en una narraci¨®n entre la historia y la tragedia y que el tono deb¨ªa ser necesariamente realista. La segunda fase de escritura transcurri¨® aislado en un pueblo de Extremadura, Viandar de la Vera. Es un pueblo peque?o, delicioso. All¨ª realic¨¦ un proceso de concentraci¨®n y entr¨¦ en la novela de una forma abierta. La idea que ten¨ªa era la de entrar como los m¨²sicos, dando distintos puntos de entrada en los que reflexionaba a medida que paseaba.
P. En las dos fases ha dominado la soledad, como en el t¨ªtulo. ?Le gusta estar solo?
R. La verdad es que ha sido agotador, pero creo que es bonito aislarse. El tiempo se expande, hasta el punto de que creo que en Viandar es dos veces m¨¢s lento que en las ciudades. Y he comprobado que en un monasterio puede llegar a ser cuatro veces m¨¢s lento.
P. ?Cu¨¢l era su anterior idea de la novela?
R. Era una idea m¨¢s literaria. La idea base era que Kropotkin se reencarnaba en un campesino de Obaba y que este campesino empezaba un buen d¨ªa a hablar como el mismo Kropotkin y fundaba una comuna. Es posible que alg¨²n d¨ªa escriba esa novela, pero lo har¨¦ en clave de humor, lo que puedo permitirme tras una primera parte m¨¢s seca.
P. Antes escrib¨ªa de tiempos lejanos. Ahora, en cambio, sit¨²a la acci¨®n en 1982, en un escenario real cerca de Barcelona.
R. Escribir sobre el pasado, sin duda, es m¨¢s c¨®modo. Cuando escribimos sobre lo que ya dej¨® de ser real, sobre lo que ya est¨¢ fuera de la vida, es m¨¢s c¨®modo. Pero pens¨¦ que yo ya ten¨ªa 42 a?os y que ya llevaba mucho tiempo escribiendo y que, por tanto, ten¨ªa que meterme con un hueso duro, con lo que a lo mejor puede resultar poco agradecido. Escribir sobre 1982 ha tenido sus riesgos. Pero nunca hab¨ªa escrito un libro tan esperado. Lo he hecho tras 25 a?os de escribir y creo que he elegido el momento adecuado. Creo que me he ganado la libertad de decir todo lo que pienso.
P. El protagonista es un exiliado de Obaba, de su mundo literario anterior.
R. En todo proyecto ut¨®pico siempre hay un supuesto para¨ªso del pasado. Carlos es, en cierto modo, un exiliado de ese para¨ªso. No ha encontrado ni su utop¨ªa ni su pasado.
P. Las im¨¢genes del Paleol¨ªtico surgen a menudo en el libro. ?Qu¨¦ pretende con ello?
R. Es bonito pensar que el Paleol¨ªtico no est¨¢ tan lejos como creemos, que entre nosotros y los hombres de entonces hay por ejemplo s¨®lo 237 abuelas. En la novela hablo de las penalidades de unos hombres del Paleol¨ªtico para conseguir unas conchas con las que hac¨ªan collares, un capricho. Me llam¨® la atenci¨®n que para conseguir algo tan in¨²til, tan innecesario, se tomaran tanto trabajo. Lo comparo con los objetivos de las revoluciones, que siempre hablan de la primera necesidad y olvidan los caprichos, los detalles. Pens¨¦ que si un grupo no puede lograr sus necesidades, por m¨ªnimas que sean, el camino hacia un mundo mejor resulta muy dif¨ªcil. Una vez que tuve esta met¨¢fora, decid¨ª llevarla a todo el texto.
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