El Joventut, flem¨¢tico ante su gran oportunidad
El 7UP Joventut postula hoy (20.30, La 2) por su m¨¢xima raz¨®n existencial. 64 a?os despu¨¦s de haber empezado a generar baloncesto desde Badalona tiene la ocasi¨®n de instalarse en la cima continental. En el ¨²ltimo ataque tiene que superar al Olympiakos, un equipo con un historial europeo en blanco pero que no ha reparado en gastos para llegar a la final con m¨¢s estrellas y m¨¢s aficionados que ning¨²n otro, con diferencia. El baloncesto espa?ol inyecta en el Joventut una improrrogable necesidad de ganar de una vez la Liga Europea, 14 a?os despu¨¦s de que lo hiciera el Real Madrid y tras haber perdido ya cinco finales desde entonces. El baloncesto griego, en cambio, llega fresco.
El Joventut ha hecho acopio de flema y orgullo ante la final. ?Que todos ven como favorito al Olympiakos? Muy bien. ?Que no jug¨® a un nivel homog¨¦neo en su semifinal contra el Barcelona? Cierto. ?Que ha dado signos de extrema debilidad hace bien poco? As¨ª es. Ninguno de sus componentes puede negar que han pasado de las catacumbas al ¨¢tico en un ascenso vertiginoso. El equipo ve¨ªa la semana pasa da en entredicho su futuro. Una derrota contra el Natwest en los octavos de final de la Liga espa?ola le condenaba a quedar fuera de toda competici¨®n europea el pr¨®ximo a?o. Un fracaso de con secuencias imprevisibles. Una se mana despu¨¦s, s¨®lo una semana despu¨¦s, ha llevado a la pen¨²ltima estaci¨®n su candidatura al m¨¢ximo t¨ªtulo. De hecho, su aje treada y cambiante fortuna se aviene a la perfecci¨®n con su estilo de juego. Es un equipo capaz de cambiar un partido en tres jugadas. Imprevisible y r¨¢pido, para lo bueno y para lo malo.
Tensar las riendas
En esta ocasi¨®n, su t¨¦cnico Zelko Obradovic quiere tensar las riendas durante los 40 minutos. Ser¨ªa un suicidio conceder una ventaja como la que le dio por ejemplo al Barcelona en la primera parte el pasado martes. El Olympiakos es la ant¨ªtesis del Joventut. Con tres torreones como estrellas y soportes del peso espec¨ªfico de su juego -Tarpley, Paspalj y Fasoulas-, se inclina por la solidez sin sobresaltos y un control absoluto de todos sus movimientos. El Joventut deja un considerable hueco en sus esquemas a la inspiraci¨®n de sus jugadores.
El Olymplakos planta a sus tres rascacielos bajo su aro y las ve venir. El Joventut prefiere una actividad fren¨¦tica para mantener su red a salvo. El Olympiakos es impasible en su labor de erosi¨®n, como demostr¨® en su se mifinal contra el Panathinaikos. El Joventut necesita, de vez en cuando, subir al m¨¢ximo las revoluciones de su ritmo.
El camino para llegar a la final ha respondido a la idiosincrasia de ambos. El Olympiakos fue primero de principio a final en la liguilla. El Joventut tuvo muchos problemas para acabar siendo tercero. Sin embargo, el Olympiakos precis¨® de los tres partidos para eliminar al Buckler Bolonia y el Joventut dej¨® fuera de la competici¨®n de forma sorprendente en s¨®lo dos encuentros a otro de los grandes candidatos, el Real Madrid. La final opone dos formas antag¨®nicas de entender el baloncesto y de acceder a los mismos objetivos.
El Olympiakos va de favorito y no lo esconde. Sabido es que durante los ¨²ltimos a?os -Jugoplastica, Partizan y Limoges- los campeones lo fueron sin partir desde la pole position. Yannis loannidis, t¨¦cnico del equipo de Atenas, proclam¨® ayer de forma impl¨ªcita su convencimiento de que parte como caballo ganador. "Las tradiciones", dijo, "est¨¢n para ser rotas y el Olympiakos va a trabajar para romperlas porque es un campe¨®n".
El peculiar t¨¦cnico griego -serio, pol¨¦mico por sus desplantes en las salas de prensa y por su vehemencia en el banquillo, que apenas utiliza ya que siempre sigue los partidos de pie- fue a¨²n m¨¢s lejos al respecto de una pregunta sobre el posible retorno de Paspalj y Tarpley a la NBA: "Las condiciones. de trabajo en el Olympiakos son tan ideales que nadie quiere irse".
El engreimiento de su rival molesta en el Joventut, pero al mismo tiempo reconforta. Los badaloneses se conocen al dedillo la cantinela: el Barcelona en 1984 contra el Banco de Roma, el Real Madrid en 1985 contra el Cibona, el Barcelona de nuevo en 1990 y 1991 contra el Jugoplastica y el propio Joventut en 1992 contra el Partizan, partieron como favoritos y con mayor apoyo en las gradas y tuvieron que asimilar el drama de la derrota y la verg¨¹enza de haber dado cuerpo a la leyenda negra que persigue al baloncesto espa?ol y a la que contribuyeron las derrotas en semifinales del Barcelona en 1989 y del Real Madrid el a?o pasado. Siempre hubo verdugos yugoslavos en frente. Esta vez, el Joventut cuenta con Obradovic para ejercer de exorcista contra el mal, aunque el Olympiakos tiene en sus filas a Paspalj y tambi¨¦n a los nacionalizados Tomic y Tarlac.
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