"?Lo necesito!"
Como hac¨ªa soleado, he salido a darme un garbeo, sin intenci¨®n de entablar conversaci¨®n con nadie. Pero, casi sin darme cuenta, me he encontrado platicando con un drogadicto. Tendr¨ªa 17 o 18, el pelo largo y una delgadez excesiva para su edad. Su boca hueca, oscura, desdentada y en la que tan s¨®lo he podido escudri?ar un enorme incisivo desolado, torcido y renegrido, no dejaba de clamar.Mal se le entend¨ªa y sus ojos opacos e inexpresivos ensombrec¨ªan el p¨¢lido, angustiado y casi muerto aspecto de su rostro. Mientras sacaba el monedero para darle 20 duros manteni¨¦ndome alerta dudosa de su verdadera intenci¨®n, no he podido evitar echarle la bronca: "?No te piques, hombre! No me gusta darte dinero para que dentro de un rato te pinches". "Lo necesito. Mira c¨®mo tengo el brazo", ha dicho. Lo ten¨ªa amoratado, con miles de agujeros negros por donde la vida se le est¨¢ escapando. Descend¨ªan y ascend¨ªan en desorden por la mu?eca y a lo largo del brazo.
He estado a punto de preguntarle si no le daba miedo o grima utilizar ¨¦l mismo las jeringuillas sobre su cuerpo, recordando mi temor a las agujas. Sin embargo, le he gritado enfadada: "?Por qu¨¦ no vas a un centro de rehabilitaci¨®n a que te echen una mano?"'. "No puedo. Lo necesito. Dame otros 20 duros, anda. Es para la papelina". Su expresi¨®n dolorida y espantosa me ha conmovido y se las he dado a rega?adientes, rabiosa y entristecida ante tanta falta de voluntad, de lucha y de dignidad. "Gracias, se?ora", ha vociferado ya desde lejos.
Mis pasos se han dado de bruces con la cara m¨¢s s¨®rdida de esta ciudad, que, a pesar de que hace dos a?os quisieron limpiarla, persiste, y yo regreso de mi paseo con una mezcla de sentimiento de culpa por ayudar a un joven avejentado a morir lentamente y de sentimiento caritativo por contribuir a que cubra su necesidad primaria, sin la cual tambi¨¦n enfermar¨ªa-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.