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Peri¨®dicos y revistas hacen autocr¨ªtica sobre su cobertura del 'caso Whitewater'
El duelo no ha termina do, desde luego. Pero m¨¢s de cuatro meses despu¨¦s del violento estallido del caso Whitewater y a falta de las conclusiones de los investigadores, el presidente Bill Clinton parece ir ganando su mano a mano con los reporteros y columnistas que han querido hacer buena la fama del periodismo norteamericano como el m¨¢s agresivo del mundo. Desde que Clinton se someti¨® en la noche del 24 de marzo a una conferencia de prensa, en la que los periodistas ignoraron todos los problemas nacionales e internacionales que ocupan a la Casa Blanca para preguntar exclusivamente por Whitewater, la popularidad del presidente ha subido m¨¢s de diez puntos y las historias sobre los sucesos ocurridos en Arkansas 15 a?os atr¨¢s van desapareciendo de las p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Puede ser s¨®lo una tregua, pero diarios y revistas han comenzado a incluir autocr¨ªticas sobre el tono de su cobertura del episodio.
Los medios de comunicaci¨®n de Estados Unidos, uno de los poderes m¨¢s respetados del pa¨ªs, decidieron que Whitewater era noticia porque en ello estaba en juego la credibilidad del presidente, su honestidad y, en el fondo, su altura moral como el m¨¢s alto servidor p¨²blico. La manera en que ha sido tratado period¨ªsticamente el caso es objeto, sin embargo, de pol¨¦mica. Unos creen que se ha exagerado: "S¨®lo porque la Administraci¨®n, con su incompetencia, ha echado le?a al fuego, la prensa no tiene que echar le?a al fuego tambi¨¦n sin estar segura de lo que hace", dice Tim Russert, jefe de la oficina de Washington de NBC. Otros piensan que no se ha desorbitado el tema: "Yo creo que todas las historias que hemos publicado son publicables, y no creo que hayan sido dernasiadas", opina Karen DeYoung, subdirectora de The Washington Post-.
Un an¨¢lisis de la cobertura que hasta ahora ha recibido Whitewater en la prensa norteamericana sugiere cierta desproporci¨®n entre el espacio dedicado al asunto y su capacidad para ofrecer pruebas contundentes contra Bill y Hillary Clinton. "Despu¨¦s de cuatro meses de historias ininterrumpidas, todav¨ªa no tenemos idea de si Whitewater es un c¨¢ncer o unas hemorroides", afirma el columnista de Newsweek Jonathan Alter. Es cierto tambi¨¦n que la Casa Blanca tampoco ha presentado datos suficientes para despejar dudas.
Crisis moral
El diario The New York Times, por ejemplo, s¨®lo a lo largo del pasado mes dedic¨® 20 art¨ªculos de opini¨®n y 52 cr¨®nicas a Whitewater. En ese mismo periodo, otro gran asunto nacional, como es el de la reforma sanitaria, recibi¨® cinco art¨ªculos de opini¨®n y 13 cr¨®nicas. El tema internacional de m¨¢s amplia cobertura, Bosnia, mereci¨® en esos d¨ªas 32 informaciones y reportajes. El m¨¢s influyente peri¨®dico del mundo ocup¨® 72 p¨¢ginas ese mismo mes con noticias sobre Whitewater, 18 con la reforma sanitaria y 10 con Bosnia.
Durante el mes de diciembre de 1986, en uno de los momentos de mayor actualidad del caso Ir¨¢n-contra, The New York Times public¨® 65 art¨ªculos y cr¨®nicas sobre el peor esc¨¢ndalo que afect¨® a la presidencia de Ronald Reagan. S¨®lo siete historias menos que las publicadas en marzo pasado sobre Whitewater, aunque Bill Clinton se queja de que nunca un presidente norteamericano ha sido sometido a tal grado de escrutinio por parte de la prensa.
Noticias relacionadas con Whitewater merecieron el mes pasado menci¨®n en la primera p¨¢gina de The New York Times durante 21 d¨ªas, y en The Washington Post, 30 d¨ªas.
Es importante tambi¨¦n el tono de crisis moral que se ha registrado en esta cobertura, lo que le da al caso una apariencia de Watergate. En los 10 ¨²ltimos art¨ªculos de opini¨®n publicados sobre el tema en los peri¨®dicos USA Today, The Washington Post y The Wall Street Journal se menciona 15 veces el verbo moralizar; 10 veces, pedir cuentas; 10 veces, ocultamiento de hechos; cinco veces, virtud, y en varias ocasiones m¨¢s las palabras honestidad, abuso o favoritismo. Entre las denuncias hechas por la prensa, sobre cuya trascendencia pueden admitirse dudas o en las que faltan pruebas contundentes, est¨¢n las siguientes:
- Una inversi¨®n de Hillary Clinton en la Bolsa entre 1978 y 1979. The New York Times asegura que Hillary fue asesorada por un abogado que trabajaba tambi¨¦n para la empresa de pollos Tyson de Arkansas, y afirma que, desde ese momento, Tyson tuvo gran capacidad de presi¨®n sobre el entonces gobernador, y a?ade que "la industria de los pollos sigue teniendo gran influencia en la Casa Blanca".
- Una intervenci¨®n de Stephanopoulos. Se ha denunciado que el asesor de la Casa Blanca se enfad¨® mucho cuando se enter¨® de que la Comisi¨®n del Departamento del Tesoro que investigaba la quiebra de la caja de ahorros del amigo de Clinton en Arkansas hab¨ªa contratado a un abogado republicano. Ese enfado ha sido interpretado como un intento de influir en la comisi¨®n.
-La muerte de Vince Foxter. El diario The Washington Times inform¨® que de la forma en la que apareci¨® tendido el cad¨¢ver de ese asesor de la Casa Blanca se pod¨ªa deducir que no se hab¨ªa suicidado. The Wall Street Journal lleg¨® a pedir por v¨ªa judicial acceso a la investigaci¨®n sobre la muerte de Foxter.
- The New York Times denunci¨® la intencionada destrucci¨®n de pruebas sobre Whitewater en la firma de abogados Rose de Little Rock, donde trabajaba Hillary, basado en la declaraci¨®n de un mensajero a tiempo parcial de 18 a?os.
Pero del conjunto de opiniones favorables y contrarias han sobrevivido esencialmente dos ideas: los Clinton no est¨¢n limpios de toda culpa y la prensa se ha cebado en ellos exageradamente. En la medida en que las investigaciones en marcha apoyen m¨¢s una u otra impresi¨®n, se podr¨¢ conocer al vencedor final de este duelo. Eso suponiendo -que es suponer bastante- que alg¨²n pol¨ªtico en EE UU pueda, la larga, ganarle alguna guerra a los medios de comunicaci¨®n.
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