Sufismo, la religi¨®n del fuego y de la memoria
Crece en Occidente la fiebre por el mundo de la m¨ªstica isl¨¢mica
Los suf¨ªes, que encarnan la religiosidad m¨¢s tolerante del islam, su geometr¨ªa espiritual, vuelven a estar de moda. Lo hab¨ªan estado ya cuando, tras el desencanto del 68, algunos j¨®venes peregrinaron a la India en busca de para¨ªsos hind¨²es, mientras que otros se adentraban en la m¨ªstica fascinadora de los antiguos derviches, "los locos buscadores de absoluto".M¨²sica, danza, literatura y espiritualidad suf¨ªes est¨¢n cautivando de nuevo el Occidente, como subraya Emilio Galindo en su obra reciente La experiencia del fuego, en la que pone en guardia sobre el peligro de que una religi¨®n tan ancestral pueda ser domesticada por los bur¨®cratas del sistema. "Cuando sint¨¢is que los hombres de la Instituci¨®n", afirma, "se adue?an del Fuego, ponen bridas al Viento, diques al Mar o legislan sobre el Amor, andad precavidos y sabed que est¨¢n preparando el mundo de las cenizas".
Experiencia de Absoluto
No hay sufismo aut¨¦ntico en oposici¨®n a la entra?a isl¨¢mica, como no hay misticismo cristiano contra o fuera del Evangelio. Pero los suf¨ªes, desde el m¨¢rtir iran¨ª Al Hallaj, crucificado y degollado en el siglo X, a los que hoy siguen siendo perseguidos en muchas partes por la intolerancia integrista -son ?legales en Arabia Saud¨ª y en Yemen, mientras en Egipto se calculan m¨¢s de ocho millones como ant¨ªdoto al integrismo-, son en cuanto al islamismo institucional lo que un Juan de la Cruz, una Teresa de ?vila o un Francisco de As¨ªs eran al Vaticano.Porque como "hijos del Fuego", portadores de una experiencia de Absoluto, sienten, como dec¨ªa Rumi, que "el hombre de Dios est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la religi¨®n".
La b¨²squeda del sufismo, de sus pr¨¢cticas inici¨¢ticas como m¨¦todo para conseguir la absorci¨®n en la Unidad suprema, est¨¢ creciendo no s¨®lo en pa¨ªses tradicionalmente isl¨¢micos, como en Afganist¨¢n, Siria, Paquist¨¢n, sino tambi¨¦n en las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas, en la ex Yugoslavia y en el coraz¨®n de la Europa capitalista, sobre todo en Francia e Inglaterra. Y crece, siguiendo su antigua tradici¨®n, tambi¨¦n entre las mujeres.
?Por qu¨¦ esa nueva fiebre? Tom¨¢s Navarro, que prepara un libro sobre el islam y granada, ha comentado a EL PA?S: "Atenazados los dioses de la espiritualidad, el ¨²nico Dios que Occidente ha dejado en libertad ha sido el dinero, cuyos pies de barro se est¨¢n quebrando. Y as¨ª se buscan nuevos dioses que llenen ese vac¨ªo".
Pero ?por qu¨¦ precisamente el dios de la m¨ªstica isl¨¢mica? "Porque hay como una b¨²squeda de todo tipo de espiritualidad que no desprecie la compasi¨®n ni se averg¨¹ence de la miseria, como el budismo y el sufismo", dice Navarro. Y recuerda que por ejemplo, en Francia, la pasada Navidad, todas las mezquitas permanecieron abiertas durante la noche para acoger a los mendigos sin distinci¨®n de fe, mientras que las iglesias cristianas cerraron sus puertas.
Para el afgano Idries Shali, el sufismo lo ha inspirado todo: la alquimia, la masoner¨ªa, la m¨ªstica cristiana y siglos de literatura. Aunque comentando el influjo que el sufismo ha podido ejercer sobre la religiosidad occidental, el escritor Juan Goytisolo, de quien la marroqu¨ª Fadwa est¨¢ estudiando el influjo sufi en sus obras, ha dicho a este periodista que eso es "como lo del huevo y la gallina".
Porque no es f¨¢cil saber cu¨¢nto de sufi hay en el Canto de las criaturas, de Francisco de As¨ªs, o en la Noche oscura, de Juan de la Cruz, y cu¨¢nto de cristiano en la m¨ªstica y en la literatura isl¨¢mica de un Ibri Arab¨ª, el poeta murciano considerado como el Virgilio del sufismo mundial. En lo que s¨ª hay acuerdo es en la imposibilidad de definir el sufismo, porque m¨¢s que una doctrina es una experiencia interior inefable. Ser¨ªa, dicen los suf¨ªes, como "enviar un beso por correo" o explicar "qu¨¦ es el fuego si antes no te has quemado". Es como si intent¨¢ramos, ha escrito Emilio Galindo, "atar un haz de rel¨¢mpagos o dictar leyes al amor".
La experiencia m¨ªstica sufi est¨¢ considerada, como ha dicho a EL PA?S el poeta palestino Mahmud Sobli, profesor de ¨¢rabe de la Complutense y animador de una comunidad sufi en Madrid de la que forman parte varios ex ministros y pol¨ªticos progresistas, como la s¨ªntesis de quienes son al mismo tiempo "gente del recuerdo" e "hijos del instante".
Porque el sufi, afirma, "no invoca el cielo para huir de la tierra, sino para fundirse con ella y con sus problemas". No somos, a?ade, "hijos del pasado, aunque s¨ª de la memoria, que nos sirve para recoger la cosecha sembrada desde el inicio del mundo".
A Malimud le duele que se haya olvidado que la entra?a del islam es la "evoluci¨®n", no la estaticidad pasiva, una religi¨®n de paz y no de violencia, y est¨¢ convencido de que el Profeta -que dec¨ªa "no pienses en el cielo mientras haya pobres en la tierra"- ser¨ªa hoy un m¨ªstico revolucionario.
Pero si no hay sufismo fuera de las ra¨ªces del islam, tampoco existen verdaderos suf¨ªes sin un maestro espiritual, como no hay budistas sin lama. Lo recuerda Omar Margarit, responsable de la comunidad sufi del Ba?uelo, en el coraz¨®n del Albaic¨ªn: las colectividades suf¨ªes est¨¢n presentes tambi¨¦n en otras ciudades espa?olas, desde Valencia a Ibiza. Pertenecen a la comunidad familias enteras, y se inspiran en el maestro sufi Nazim Alqubrusi, de la Tarika Naqshbani, que tiene seguidores en Siria, Turqu¨ªa, Paquist¨¢n, Afganist¨¢n y en la India. Precisamente porque los suf¨ªes son "la gente del recuerdo", dice Omar Margarit, sin maestro se pierden las ra¨ªces, y as¨ª hay muchos que se proclaman suf¨ªes, pero en realidad son s¨®lo simpatizantes o simples te¨®ricos del sufismo, cuando no charlatanes.
Sue?o espiritual
Eso s¨ª, todo musulm¨¢n no integrista ni politizado, amante del Cor¨¢n, en el fondo suspira por alcanzar las cimas de la m¨ªstica sufi, recordando los tiempos en los que los suf¨ªes eran vistos tambi¨¦n como magos, adivinos, poetas, suscitadores de milagros y predilectos del Profeta.Nos lo confesaba, en Granada, en una min¨²scula tienda de t¨¦ ¨¢rabe, Hann¨¢, una joven musulmana marroqu¨ª, estudiante de cr¨ªtica literaria en la Facultad de Filosofia y Letras. "No soy sufi, aunque me encantar¨ªa serlo. Pero eso no se conquista, te llega desde arriba", dec¨ªa mientras acariciaba entre sus manos, con la delicadeza con que se toma a un reci¨¦n nacido, una preciosa edici¨®n del Cor¨¢n en ¨¢rabe mientras de su tocadiscos se desparramaba la recitaci¨®n musical de los versos del Profeta, que se encaramaban, lentos como el canto de la nostalgia, calle arriba, hacia lo alto del Albaic¨ªn.
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