Los surafricanos acuden hoy a las urnas bajo el impacto de nuevos y sangrientos atentados de los 'ultras' blancos
R. MART¨ªNEZ DE RITUERTO ENVIADO ESPECIAL Nadie en Sur¨¢frica duda de que la extrema derecha racista est¨¢ haciendo realidad su amenaza de hacer saltar por los aires el proceso electoral que se inicia hoy y del que hade nacer un nuevo pa¨ªs libre. Diecinueve muertos -10 de ellos ayer- y casi una decena de bombazos en dos d¨ªas han llevado a todas las fuerzas democr¨¢ticas a unirse como una pifia contra "quienes han declarado la guerra al resto de la sociedad", en palabras pronunciadas por el presidente, Frederick W. De Klerk, en la ¨²ltima sesi¨®n del Parlamento segregacionista, reunido en esta hist¨®rica oportunidad para aprobar unas enmiendas a la Constituci¨®n que entra en vigor esta misma medianoche.
Ayer, los ultras perpetraron una primera matanza en Hermingston, una ciudad sita a unos 50 kil¨®metros de Johanesburgo. Una bomba dejada en una furgoneta por un blanco que huy¨® a la carrera produjo 10 muertos y 8 heridos.Horas m¨¢s tarde, dos j¨®venes blancos lanzaron un artefacto desde un autom¨®vil contra un restaurante repleto de p¨²blico en pleno centro de Pretoria, la capital del pa¨ªs. Dos negros murieron y al menos otras 21 personas resultaron heridas, ocho de ellas muy graves seg¨²n un portavoz policial.
En Hermingston, la polic¨ªa acordon¨® inmediatamente los alrededores de la zona siniestrada, en el centro de la ciudad, donde los destrozos se un¨ªan a los cuerpos mutilados de algunas de las v¨ªctimas: una mano envuelta con papel de peri¨®dico era perfectamente visible en medio de la calle. La explosi¨®n produjo un enorme boquete en el suelo y destroz¨® cristales en varios centenares de metros a la redonda. Seg¨²n la polic¨ªa, la bomba deb¨ªa pesar un centenar de kilos. Algunos testigos hablaban de c¨®mo un hombre blanco aparc¨® una furgoneta en una parada de taxis para negros, sali¨® del veh¨ªculo a la carrera y, al poco tiempo, todo se convirti¨® en confusi¨®n, lamentos, sangre y p¨¢nico. "Vi una gran bola de fuego, trozos de metal, de carne y de todo saltaron por los aires" comentaba un afectado, Peter Looptje. "Nunca he visto nada as¨ª".
Lo habr¨ªa visto de haber tenido la mala suerte de estar el d¨ªa anterior en el centro de Johanesburgo, donde estall¨® otra bomba en una acci¨®n clavada a la de ayer. A ninguno de los presentes en los recientes atentados les cab¨ªa la menor duda de que la ultraderecha racista se ha echado al monte, aunque nadie ha reivindicado todav¨ªa las acciones. Un portavoz del Movimiento de Resistencia Afrikaner (AWB), el m¨¢s numerero de todos los grupos ultras, dijo que su organizaci¨®n no ten¨ªa nada que ver con lo ocurrido, si bien reconoc¨ªa que "hay por ah¨ª gente muy desesperada,, capaz de todo".
"Estos no son los vaqueros del AWB. Son grupos muy peligrosos que la polic¨ªa ha tenido mucha dificultad en, infiltrar", comentaba David Welsh, profesor de la Universidad de Ciudad del Cabo. "Parece que el volc¨¢n de la extrema derecha que d¨¢bamos casi por extinguido est¨¢ a punto de estallar". Robert Schire, otro polit¨®logo de Johanesburgo, piensa que estamos ante las ¨²ltimas boqueadas de los violentos. "Dir¨ªase que los ultras han esperado hasta el final para intervenir. Es posible que haya m¨¢s ataques, pero es demasiado tarde para que tengan ning¨²n impacto" en la democratizaci¨®n de Sur¨¢frica, seg¨²n el analista pol¨ªtica.
Salvo que cometan un asesinato capaz de descarrilar todo el proceso. Sur¨¢frica es uno de los pa¨ªses m¨¢s violentos del mundo y hay millones de armas sueltas en todo tipo de manos. Las medidas de seguridad en torno al presidente Frederick W. De Klerk y a Nelson Mandela durante la campa?a reci¨¦n concluida han sido todo menos impresionantes y para cualquier aventurero dispuesto a llegar hasta el final hubiese sido un juego de ni?os atentar contra cualquiera de los dos.
"Han declarado la guerra al resto de la sociedad", manifest¨® ayer De Klerk en el Parlamento. "El Gobierno no va a descansar hasta que se les detenga, juzgue y condene". Adem¨¢s de incrementar la vigilancia policial, el Gobierno ha ofrecido un mill¨®n de rands (40 millones de pesetas) de recompensa a quien brinde informaci¨®n que lleve a los asesinos.
El presidente hablaba en la ¨²ltimas sesi¨®n del ¨²ltimo Parlamento de la era racista en Sur¨¢frica. Fue una sesi¨®n convocada con car¨¢cter extraordinario para aprobar las enmiendas a la Constituci¨®n que han permitido la entrada en la carrera electoral del Partido de la Libertad Inkatha (IFP), que se negaba a hacerlo mientras no estuviera negro sobre blanco en la ley fundamental la garant¨ªa de un estatuto especial para la monarqu¨ªa y el rey de Zululandia.
Fue una jornada melanc¨®lica que algunos de los presentes aprovecharon para restregar a otros su chaquetismo, para permanecer en la nueva c¨¢mara que surja despu¨¦s de las elecciones.
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