Moralizante y convencional policiaco
Cautivos de la sombra
Director: Javier Elorrieta; guionista: Santiago Moncada. Fotograf¨ªa: Eduardo Su¨¢rez. M¨²sica: Rafael Guillermo, Juan C. Cuello. Espa?a, 1993. Int¨¦rpretes: Manuel Bandera, Beatriz Santana, Juan Rib¨®, Antonio Flores. Estreno en Madrid: Luchana, Ideal, Albufera, Parquesur.
Tomando como punto de partida la novela La otra orilla de la droga, de Jos¨¦ Luis de Tom¨¢s, ganadora del Premio Nadal en 1984, el guionista y dramaturgo Santiago Moncada ha escrito un moralizante y convencional policiaco a la antigua usanza.Narra la historia de una joven de una familia decente ca¨ªda por amor en el mundo de la droga, la prostituci¨®n y la violencia. Sin embargo, mucho m¨¢s interesado por la violencia y la pura acci¨®n, esta historia parece atraerle poco al director Javier Elorrieta. Por lo que Cautivos de la sombra es un deslabazado h¨ªbrido donde se mezclan di¨¢logos trascendentes con escenas de violencia un tanto gratuita.
Dentro de un mundo de drogadictos siempre pegando gritos porque tienen el mono, de pintores de cartelones publicitarios de cine que dirigen bandas de atracadores y prostituyen a sus mujeres, tiene una mayor consistencia el personaje literario, en el peor sentido del t¨¦rmino, de la prostituta que sue?a con ser actriz e interpretar a Juana de Arco, y acaba redimi¨¦ndose. Tanto porque los restantes personajes ni siquiera son convencionales y literarios -no son nada-, como porque Beatriz Santana logra darle bastante consistencia. Ella es lo mejor de Cautivos de la sombra, lo cual no es decir mucho.
Este moralizante policiaco, donde los buenos se regeneran y los malos mueren bajo las balas de la polic¨ªa o son detenidos, no s¨®lo por esto tiene un aire anticuado. Tambi¨¦n se ampl¨ªa al t¨ªtulo y a una direcci¨®n que hace que cuando dos personajes dicen frases trascendentales, tal como ocurr¨ªa en cierto cine de los a?os cincuenta, lo hagan uno detr¨¢s del otro, ambos mirando a la c¨¢mara, sin mirarse nunca a los ojos, con un haz muy concreto de luz ilumin¨¢ndoles el rostro.
Pocas veces se ven pel¨ªculas como Cautivos de la sombra en que sea tan evidente el desequilibrio entre las intenciones del guionista y las del realizador, en que la direcci¨®n se desarrolle tan en contra de la historia que en un principio quer¨ªa contarse.
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