La fuerza de los s¨ªmbolos

Mag¨¹i Mira se present¨® en Madrid con el mon¨®logo de Molly Bloom, del Ulyses de Joyce. Parec¨ªa un empe?o imposible. Dif¨ªcil, de texto irreal y al mismo tiempo narrativo, con emociones aut¨¦nticas y con palabras de duermevela. Ha hecho muy bien una carrera de actriz, est¨¢ instalada en ella; y aparece ahora otra vez como monologuista extraordinaria, de un texto tambi¨¦n dificil, el de Ella imagina de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s: complejo porque tiene muy poco donde asirse, una palabra suelta y con relaciones inmateriales, menos narraci¨®n: vive tambi¨¦n en otro terreno de nadie, el de las fantas¨ªas mas o menos autom¨¢ticas, pero provocadas, donde puede surgir y retirarse y hacerse hasta imagen visible el cuento de Antoniorrobles del soldadito de plomo que es una de sus bases, o una frase del padre, o unas profundidades sexuales, cargadas por Freud.La caja, el armario y los armaritos disminuidos en el escenario, el juego de dentro-fuera, forman parte del acervo de Freud casi de una manera ortodoxa. S¨ªmbolos vaginales, a veces con el valor de sitios de paso, por donde se va de un mundo a otro, de una fantas¨ªa a otra. La obsesi¨®n por los agujeros, que se comunican todos en todo el mundo... Sin duda, un acierto del autor en la creaci¨®n del tipo y de su personaje, y una suma del director y escen¨®grafo, Plaza, que a?ade en su trabajo m¨¢s simbolog¨ªa ambigua, mejores armarios y mayor cielo de paso por encima de los escondrijos -lo de fuera envolviendo a lo de dentro, que tantas veces se repite- y buscando una cierta personalidad en la actriz: una nueva apariencia de Mag¨¹i Mira, una reconversi¨®n en una figura de infancia, o de mujer-ni?a, dentro de la cual trabaja demasiado disfrazada y con una sobreactuaci¨®n muy marcada, que no le era necesaria, sobre todo porque ella tiene su capacidad personal de expresi¨®n y gesto.

Mill¨¢s es novelista; se ha demostrado ya muchas veces que esta condici¨®n se puede traspasar al teatro con alguna facilidad. El mon¨®logo citado de Ulyses, el ya famoso de Mario de Delibes, los de Tomeo, no son precedentes, sino que muestran un g¨¦nero en el que ahora incide este escritor; su prosa deconstruida, la soltura del. simbolismo aludido, la falta de sujeci¨®n del lugar y el tiempo, no son ya r¨¦moras para el teatro. A condici¨®n de que el espectador se puede sentir af¨ªn con estos elementos. En este estreno parecieron estarlo y si hay una medida v¨¢lida para los aplausos, parece que ¨¦stos se dirigieron en mayor fuerza hacia Mira, aunque llegaran tambi¨¦n al autor y al director.