Chap¨®, Senna
El Gran Premio de Imola de 1994 ser¨¢ recordado como el m¨¢s tr¨¢gico de la f¨®rmula 1. Ayrton Senna, Magie Senna para sus seguidores, se sal¨ªa en el Tamburello a 300 kil¨®metros por hora, cuando encabezaba su 161? gran premio. As¨ª mor¨ªa el mejor piloto de todos los tiempos. Lo hab¨ªa sido todo: r¨¢pido y espectacular como nadie; verle en la pista era diversi¨®n asegurada, porque traspasaba el l¨ªmite de lo humano, y ah¨ª estaba la maravilla. El automovilismo ha perdido al m¨¢s grande, su ausencia ser¨¢ irreemplazable, jam¨¢s volveremos a sentir lo sentido con el que hasta hace unos d¨ªas era el h¨¦roe de muchos y que ahora se ha convertido en todo un mito.Probablemente, el hundimiento de la f¨®rmula 1 se acelere: ha dejado de ser un deporte para transformarse en un suntuoso negocio. ?Por qu¨¦ se reanud¨® la carrera cuando la sangre del genial piloto a¨²n estaba fresca a pie de pista? ?Por qu¨¦ hab¨ªa un muro en una zona tan r¨¢pida? ?No era suficiente con que unos a?os atr¨¢s Piquet y Berger estuvieran a punto de perder la vida en el mismo punto? Pues no, desgraciadamente s¨®lo se ha puesto en duda la seguridad de los circuitos cuando ha habido muertes, pero no de cualquiera, porque el d¨ªa anterior apenas se habl¨® de Ratzenberger, era necesario que le ocurriera al propio Senna.
Para muchos, la clave del accidente est¨¢ en la eliminaci¨®n de la electr¨®nica, lo que hace que los monoplaza sean m¨¢s peligrosos por la p¨¦rdida de estabilidad, no habi¨¦ndose limitado el desarrollo de los motores. No estoy de acuerdo; hac¨ªa mucho tiempo que no hab¨ªa muertes en los circuitos y la electr¨®nica es muy reciente. Habr¨¢ aumentado la dificultad de la conducci¨®n, pero Senna no cometi¨® un error de pilotaje, como se aprecia desde el coche de Schumacher; la causa fue otra, probablemente nunca se sabr¨¢.
Ya s¨®lo nos queda resignarnos y aceptarlo, aunque hemos sido muy afortunados al haber podido ver a Dios conduciendo, porque Ayrton no deb¨ªa de ir muy desencaminado cuando afirmaba en su gran premio preferido (M¨®naco) que hablaba con Dios; y cierto que entre ambos deb¨ªa haber una estrecha relaci¨®n. Chap¨®, Senna.-
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