Aznar y Pujol
LA IMPACIENCIA estrat¨¦gica conduce al Partido Popular a tratar de aniquilar al -Gobierno antes que a vencerle en las urnas. Esa misma impaciencia inspira su t¨¢ctica de intentar socavar el apoyo de los nacionalismos hist¨®ricos -CiU y PNV- al Gobierno sin reparar en medios: es decir, acusando a aqu¨¦llos de chantajistas y a ¨¦ste de hipotecado.. Como dijo Miquel Roca en el debate del mi¨¦rcoles, avivar resentimientos territoriales "puede ser rentable para algunos, pero la historia incapacita a los que levantan esas banderas".La acusaci¨®n de chantaje es injusta. Hasta hoy, el ¨²nico hecho real en que se basa es el acuerdo sobre financiaci¨®n auton¨®mica: la cesi¨®n del 115% del IRPF. Una medida que se aplica a todas las comunidades, y no s¨®lo a Catalu?a, y que figuraba, bajo el r¨®tulo de corresponsabilidad fiscal, en el programa del PP para el 64. ?Acaso se pretende ahora poner bajo sospecha todo el desarrollo auton¨®mico pendiente? Si se hace, ser¨¢ a cambio de provocar un clima de desconfianzas y radicalismos enfrentados.
Naturalmente que el apoyo nacionalista a Gonz¨¢lez no es incondicional. Lo decisivo es si sus condiciones son razonables y si encajan en el marco constitucional. De momento, los resultados del pretendido chantaje han sido positivos, especialmente en el ¨¢rea econ¨®mica: modulaci¨®n de los presupuestos (en ayuda de la econom¨ªa productiva) y apoyo a la reforma del mercado laboral, elementos que han facilitado el t¨ªmido inicio de la recuperaci¨®n econ¨®mica.
Las relaciones del PP con los nacionalistas constituyen tambi¨¦n la piedra de toque de la verosimilitud del proyecto de Aznar de crear un partido independiente, moderado y centrado. El centro pol¨ªtico est¨¢ ocupado hoy en parte por los nacionalismos catal¨¢n y vasco. La credibilidad de ese viraje de los conservadores espa?oles depende en buena medida de su capacidad de entendimiento con CiU y PNV Tal entendimiento es incompatible con la t¨¢ctica de descalificaci¨®n sistem¨¢tica de esos partidos por su negativa a romper con el partido del Gobierno. Y sin el apoyo, o al menos la neutralidad de ese segmento del electorado, es dif¨ªcil gobernar hoy Espa?a.
Con esta t¨¢ctica, el PP est¨¢ contribuyendo al bloqueo del sistema. Los resultados del 64 y la evoluci¨®n de esta legislatura han puesto a los populares en las puertas del poder. Su acceso al Gobierno tras las pr¨®ximas legislativas -se adelanten o no- ha dejado de ser un sue?o remoto para convertirse en hip¨®tesis veros¨ªmil. Pero, salvo que se produzca un estrepitoso hundimiento del PSOE -al modo como sucedi¨® con la UCD, lo que parece dif¨ªcil-, no es seguro ni muy probable, que el PP vaya a obtener una mayor¨ªa absoluta que le permita gobernar en solitario.
Si esto es as¨ª, alg¨²n d¨ªa puede encontrarse Aznar en situaci¨®n de minor¨ªa mayoritaria y necesitar de los apoyos parlamentarios nacionalistas. Es cierto que tanto CiU como PNV tienen zonas de contacto ideol¨®gico con los populares, y que algunos de sus dirigentes se sentir¨ªan por ello inclinados a ese pacto, m¨¢s a¨²n si se considera que su discurso de contribuir a la gobernabilidad no ha hecho distingos sobre la coloraci¨®n ideol¨®gica del socio (Su¨¢rez o Gonz¨¢lez, UCD o PSOE). Pero tambi¨¦n lo es que las desabridas cr¨ªticas que reciben del PP dejar¨¢n un poso no f¨¢cilmente sorteable: para. muchos de sus dirigentes, pero sobre todo para sus bases electorales, que dif¨ªcilmente endosar¨ªan un cambio brusco en la pol¨ªtica de alianzas. De modo que un escenario sin mayor¨ªas absolutas y con enormes dificultades para trabar coaliciones y pactos abocar¨ªa al bloqueo del sistema.
Todo ello est¨¢ ocurriendo cuando esta fase de la democracia espa?ola exige precisamente lo contrario: extender la cultura del pacto -y aun de la coalici¨®n mecanismo vigente en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea- y facilitar la superaci¨®n de ciertos residuos de los litigios hist¨®ricos cuya existencia impide o dificulta la asociaci¨®n plena de los nacionalismos a la gobernaci¨®n de Espa?a.
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