Giuseppe Tornatore hace trampa y Egoyan crea poes¨ªa y verdad
Un artificio de intriga que lleva al espectador por una serie de oscuros recovecos argumentales cuyo si cado se le escapa hasta que al final convergen y, mediante un cierto sorpresa, se hace en ellos la luz y se descifra su sentido es la armaz¨®n formal de los dos filmes de escaparate de ayer en Cannes 94. En el primero, Ex¨®tica, el canadiense Atom Egoyan usa este artificio para crear poes¨ªa y verdad, y en el segundo, Una simple formalidad, el italiano Gitiseppe Tornatore da lecciones de tah¨²r del cine, de tramposo profesional. La cara y la cruz, o la gloria y el infierno, de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica.
La astucia, a?adida al poder de convocatoria, de los programadores de este gran festival permite ver en s¨®lo unas horas el rev¨¦s y el derecho del espect¨¢culo cinematogr¨¢fico: su mentira y su verdad, lo que tiene de artima?a para embaucar y para abrir m¨¢s las bocas abiertas de los bobos y para vender estufas a los beduinos, y lo que tiene de nuevo lenguaje para que los poetas contempor¨¢neos desvelen, con encadenamientos de im¨¢genes, los ritmos ignorados y las preguntas sin respuesta en que, desde que existe, consiste la poes¨ªa.Giuseppe Tomatore es un cineasta habilidoso de esos que convierten en teorema aquel chiste, ciertamente un poco racista, de Woody Allen que pone en boca de una mujer jud¨ªa: "La ¨²nica vez que estuve a punto de acostarme con un personaje ficticio fue con un italiano". Y es que Tornatore se las arregla para hacer pasar como genialidad su pura y simple falta de talento, lo que le convierte en uno de los m¨¢s evidentes globos hinchados del cine europeo, donde abundan mucho estos p¨¢jaros redondos, vac¨ªos y voladores sin alas.
Cay¨® bien
Acert¨®, hizo gracia y cay¨® bien Tornatore a la gente cuando se fabric¨® una bonita escalera hacia la popularidad y el triunfo con su simp¨¢tica Cine Para¨ªso, cuya endeblez de fondo ten¨ªa la coartada de su ligereza y frescura. Tornatore es una cineasta listo y sabe perfectamente que Todos estamos bien y El perro azul, sus dos pel¨ªculas siguientes, hechas con la simplicidad y el candor de la primera, no se sosten¨ªan tan bien como ella, de modo que esta vez se lo ha pensado tambi¨¦n y ha cambiado la ingenuidad por todo lo contrario: el colmillo retorcido y las cartas marcadas en labocamanga. Para lograrlo cosi¨® los toscos costurones del gui¨®n de Una simple formalidad, en vez de con hilos de seda, con alambres, y para hacer todav¨ªa m¨¢s s¨®lido el enga?o puso frente a frente las presencias de G¨¦rard Depardieu y Roman Polanski, que, es mejor actor que director. Este estupendo d¨²o de jetas proporciona a Tornatore lo que todo buen prestidigitador necesita Para dar el pego a su p¨²blico: que, el espectador enga?ado est¨¦ distra¨ªdo en el momento de meterse debajo de los p¨¢rpados, algo que se parece mucho al timo de la estampita.
La pel¨ªcula es un aut¨¦ntico test para el jurado, porque es de las que buscan descaradamente, por su empaque engolado, su campanudismo agresivo, sus triqui?uelas continuas y su superficialidad escondida detr¨¢s de un ba?o de trascendentalismo de boquilla, un premio, gordo ser posible. Como tambi¨¦n es un test para el jurado, pero en sentido contrario, el inquietante y, refinad¨ªsimo filme de Atom Egoyan Ex¨®tica, hasta ahora el m¨¢s logrado de cuantos hemos visto en la competici¨®n de Cannes 94, junto a La reina Margot y algunas zonas de imaginaci¨®n espl¨¦ndida -hay otras en la pel¨ªcula que no lo son tanto- de El gran salto, de los hermanos Coen.
En Ex¨®tica, Egoyan se desprende de algunos lastres de su inclinaci¨®n natural al hermetismo y, pese a que su intriga tiene un desarrollo complejo y tortuoso, hay m¨¢s luminosidad -aunque no menos dureza y amargura- que en su obra precedente. El mismo la describe: "Cuando escrib¨ª Ex¨®tica quer¨ªa construir un filme en forma de strip-tease, con objeto de revelar de manera progresiva, como un desnudamiento, los elementos de una historia emocionalmente sobrecargada".
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