Los mayos de Roque Dalton
El poeta salvadore?o Roque Dalton naci¨® un 14 de mayo (de 1935) y muri¨® un 10 de mayo (de 1975), s¨®lo cuatro d¨ªas antes de cumplir 40 a?os. Educado en un colegio jesuita, estudi¨® luego jurisprudencia, ciencias sociales y antropolog¨ªa. Militante de izquierda y fervoroso antiimperialista, fue varias veces galardonado como poeta y otras tantas encarcelado como activista. Incluso fue condenado a muerte en 1960, pero la sentencia no se cumpli¨® gracias a que el dictador Jos¨¦ Mar¨ªa Lemus cay¨® pocos d¨ªas antes de la fecha fijada para la ejecuci¨®n. M¨¢s de una vez logr¨® escapar de otras prisiones, en alguna ocasi¨®n con la complicidad de un terremoto. En distintas ¨¦pocas, vivi¨® como exiliado pol¨ªtico en Guatemala, M¨¦xico, Checoslovaquia y Cuba. Parad¨®jicamente, quien tantas veces hab¨ªa estado a punto de morir a manos de la derecha ultraconservadora fue sin embargo asesinado en su pa¨ªs, el 10 de mayo de 1975, por una fracci¨®n ultraizquierdista de la organizaci¨®n a la que pertenec¨ªa. (El principal responsable del grupo que decidi¨® su eliminaci¨®n, Joaqu¨ªn Villalobos, actual dirigente del FMLN, reconoci¨® tard¨ªamente que la misma hab¨ªa sido un tr¨¢gico error).Cuando un poeta llega a dar su vida en las luchas pol¨ªticas, la inmediata posteridad suele dramatizar el holocausto, poniendo el acento en la zona m¨¢s riesgosa de su compromiso. Sin embargo, ese justo rescate de una actitud coherente y valerosa, puede a veces opacar otros rasgos primordiales. En el caso de Roque Dalton, uno de esos rasgos es el humor.
Desde su primer libro La ventana en el rostro, habla de "los pobres locos que hasta la risa confundimos / y a quienes la alegr¨ªa se nos llena de l¨¢grimas". Este poeta, que en el trato personal era un fabuloso narrador de chistes (los coleccionaba, casi como un filat¨¦lico), nunca llev¨® a su poes¨ªa la broma en bruto, sino la met¨¢fora humor¨ªstica. Por cierto, ¨¦sta no siempre era sencilla o f¨¢cilmente asimilable, ya que por lo com¨²n estaba rodeada de resonancias culturales. Cuando Roque menciona, por ejemplo, que "las hojas se secaron entre las obras de Kipling", o cuando, en el brev¨ªsimo Despu¨¦s de la bomba at¨®mica, llega a preguntarse: "Polvo ser¨¢n, mas ?polvo enamorado?", el humor se da en un ¨¢mbito de cultura, sin el cual perder¨ªa su efecto.
En m¨¢s de una ocasi¨®n (incluso en un largo reportaje que le hice en 1969) Roque reconoci¨® sus lazos con el f¨²tbol, el tango, el lunfardo y el humor rioplatenses. El sesgo ir¨®nico de Taberna y otros lugares, y los libros subsiguientes, no es por cierto demasiado centroamericano y m¨¢s bien entronca con Macedonio Fern¨¢ndez y hasta con Bustos Domecq; tambi¨¦n, a trav¨¦s de ellos, con el sutil humor ingl¨¦s, una de las pocas cosas buenas que nos dej¨® en la regi¨®n el colonialismo brit¨¢nico.
Cuando lo incorpora a una referencia pol¨ªtica, el poeta salvadore?o usa el humor de un modo oblicuo, indirecto, y s¨ª le otorga un valor fundamental, ya que le sirve de fijador ideol¨®gico: "Mi verdadero conflicto / hondure?o-salvadore?o / fue con una muchacha". En Guatemala feliz se refiere, sin decirlo, a su ex admirado Miguel ?ngel Asturias: "Cada pa¨ªs tiene el Premio Nobel que se merece En El general Mart¨ªnez, otro poema brev¨ªsimo, sabe retomar un emblema de la propaganda del dictador, para desenmascarar un rasgo aparentemente positivo: "Dicen que fue un buen presidente / porque reparti¨® casas baratas / a los sobrevivientes".
A veces el humor de Roque no apela a la iron¨ªa, sino a la mera alegr¨ªa de vivir: "La rosa ciega a los campeones de tiro". O se conduele: "Los poetas comen mucho ¨¢ngel en mal estado". O simplemente comenta: "Es que los escr¨²pulos son ahora aburrid¨ªsimos". Ah¨ª la gracia no reside en el reci¨¦n descubierto tedio, como en la sorpresa que aportan las entrel¨ªneas: que el poeta sienta nostalgia de los divertidos escr¨²pulos de anta?o. Quiz¨¢ por eso pueda escribir: "Pienso seguir siendo un muchacho por 30 a?os m¨¢s". Y si bien el crimen cercen¨® esa cifra, lo cierto es que muri¨® siendo un muchacho, probablemente fiel a uno de sus versos m¨¢s antiguos: Bajo las s¨¢banas me r¨ªo.
Ahora bien, si s¨®lo nos detenemos en el humor po¨¦tico de Roque, corremos el riesgo de dar una imagen superficial de su actitud ante la vida. El humor es en su obra un estupendo fijador de ideas, ya no jocosas, sino rigurosas e inquebrantables, profundas y arraigadas en su conciencia. Cintio Vitier vio, con nitidez, que la risa era en Roque "su tercer lenguaje, en el que mejor dec¨ªa su ira y su tristeza". El humor es simplemente un instrumento literario que realza y afiligrana sus temas cardinales, que son, por orden de prioridades: la compleja relaci¨®n con su pa¨ªs, su laber¨ªntica educaci¨®n sentimental, y por ¨²ltimo, su ejercicio del riesgo y la osad¨ªa.
Ante su pa¨ªs peque?¨ªsimo, que Gabriela Mistral bautiz¨® para siempre como el Pulgarcito de Am¨¦rica, Roque tiene una actitud de amor / odio que impregna su poes¨ªa de una inagotable movilidad dial¨¦ctica. La idea b¨¢sica de Roque es que en El Salvador existe una injusticia consolidada, y en sus versos va dejando incuestionables signos del estado de ¨¢nimo a que lo lleva esa comprobaci¨®n: "Patria dispersa: caes / como una pastillita de veneno en mis horas. / ?Qui¨¦n eres t¨², poblada de amos, / como la perra que se rasca junto a los mismos ¨¢rboles / que mea? ?Qui¨¦n soport¨® tus s¨ªmbolos, / tus gestos de doncella con olor a caoba, / sabi¨¦ndote arrasada por la baba del cr¨¢pula? / ?A qui¨¦n no tienes harto con tu diminutez?".
En el fondo de ese sarcasmo hay, sin embargo, un imborrable trazo de amor. El poeta ridiculiza al falso pa¨ªs en que se ha convertido su pa¨ªs verdadero, pero a ¨¦ste lo sigue amando y a?orando: "Pa¨ªs m¨ªo ven¨ª / papa¨ªto pa¨ªs a solas con tu sol / todo el fr¨ªo del mundo me ha tocado a m¨ª / y t¨² sudando amor amor amor". En este aspecto, como en tantos otros, es obvio que Roque se encuentra m¨¢s c¨®modo en la cercan¨ªa de Vallejo que en la de Neruda. En aquel reportaje de 1960, me hab¨ªa confesado con franqueza: "Mira, yo quisiera ser uno de los nietos de Vallejo. Con la familia Neruda no tengo nada que ver. Hemos roto nuestras relaciones hace tiempo".
Pero est¨¢ el otro amor, el m¨¢s corriente y humano, henchido de erotismo, soplos de ternura y perentorias melancol¨ªas, que tambi¨¦n suele estar vinculado a sus intermitentes visiones de El Salvador y la revoluci¨®n latinoamericana. Por ejemplo, Poema jubiloso comienza con cierta unci¨®n patri¨®tico-amorosa: "En mi patria hecha para probar catapultas y trampas / vive esa suerte de mujer que amo"; contin¨²a con una moderada tasaci¨®n pol¨ªtica ("Ah c¨®mo sirve mi mujer guerrera y acechada poblada de h¨²medas culebras que alivian a las grandes bestias polvorientas") y termina con un alegre desparpajo sexual, que de algu
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Viene de la p¨¢gina anteriorna manera barre con la ret¨®rica anterior: "Su cuerpo es todas las cosas. / Mi mujer se llama Ximena o conejito celeste o simplemente muchacha / y la conoc¨ª hace cinco minutos".
No obstante, cuando Roque logra sus mejores poemas er¨®ticos es cuando los desvincula de la pol¨ªtica, la revoluci¨®n o la lucha de clases, y se concentra en la mujer, casi dir¨ªa en el cuerpo de la mujer, y mejor a¨²n, en su incanjeable desnudez. Es cuando escribe: "Amo tu desnudez / porque desnuda me bebes con los poros, / como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo. / Cuando te me desnudas con los ojos cerrados / cabes en una copa vecina de mi lengua, / cabes entre mis manos como el pan necesario, / cabes bajo mi cuerpo m¨¢s cabal que tu sombra. ( ... ) El d¨ªa en que te mueras te enterrar¨¦ desnuda, / como cuando naciste de nuevo entre mis piernas".
La desnudez es en cierto modo su demanda de lo femenino; su comunicaci¨®n con la mujer necesita como el pan el cuerpo a cuerpo, pero el poeta no se queda en una relaci¨®n meramente camal. S¨®lo a trav¨¦s del cuerpo al natural, puede tocar la desnudez del alma, tambi¨¦n al natural. En los poemas amorosos de Roque tienen su parte la seducci¨®n. sexual, el embeleso del tacto, pero tambi¨¦n hay gracia, goce espiritual, sensibilidad correspondida.
Por ¨²ltimo la muerte. As¨ª como el amor tiende un cabo a las nociones de patria y revoluci¨®n, tambi¨¦n la muerte, en poemas muy puntuales, se vincula a su pa¨ªs y, al amor. Un hombre como Roque, que hab¨ªa hecho de la alegr¨ªa una de sus fruct¨ªferas reservas de vida, no pod¨ªa aterrorizarse ante la inevitabilidad de la muerte. Pero tampoco pod¨ªa obviarla, fingir que no exist¨ªa. Por el contrario la asume: "Los muertos est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s ind¨®ciles. ( ... ) Hoy se ponen ir¨®nicos, / preguntan. / Me parece que caen en la cuenta / de ser cada vez m¨¢s la mayor¨ªa". O deja instrucciones a alguien, seguramente a un ser amado, para cuando la inexorable finalmente le d¨¦ alcance. Es un poema austero, sin ret¨®rica, uno de los puntos m¨¢s altos de su obra: "Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre / porque se detendr¨ªan la muerte y el reposo. / Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos, / ser¨ªa el tenue faro buscado por mi niebla. / Cuando sepas que he muerto di s¨ªlabas extra?as. / Pronuncia flor, abeja, l¨¢grima, pan, tormenta. / No dejes que tus labios hallen mis once letras. / Tengo sue?o, he amado, he ganado el silencio. / No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto: / desde la oscura tierra vendr¨ªa por tu voz. / No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre. / Cuando sepas que he muerto, no pronuncies m¨ª nombre".
En este mayo, Roque cumplir¨ªa 59 a?os, pero hace 19 que en otro mayo acabaron con ¨¦l y su lumbre de muchacho. Hace 19 que sabemos que ha muerto y sin embargo pronunciamos su nombre. Y no es que s¨®lo lo haga el receptor o la destinataria del poema. Contrariando sus expresas, ingenuas, di¨¢fanas instrucciones, todos pronunciamos su nombre, no s¨®lo porque su obra es de las m¨¢s originales, removedoras y comunicativas que ha producido en Am¨¦rica Latina la poes¨ªa conversacional, sino tambi¨¦n porque Roque fue un ser humano tan espl¨¦ndido, tan dedicado a consolidar la alegr¨ªa del pr¨®jimo, que pronunciar su nombre es una forma m¨¢s de perpetuar ese temple vital que ¨¦l mismo dio en llamar su j¨²bilo matutino y palpable".
es escritor uruguayo.
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