El esc¨¢ndalo del Ram¨®n y Cajal est¨¢ provocado por el enfrentamiento entre los m¨¦dicos
Tres expedientados, autores de denuncias de presuntas irregularidades en cirug¨ªa cardiaca
La "batalla" del hospital Ram¨®n y Cajal, que aparentemente ha puesto en la picota a uno de los grandes centros nacionales, es una guerra interna; una guerra personal entre losm¨¦dicos de cirug¨ªa cardiaca de adultos desde 1982. Las denuncias de presuntas irregularidades han partido de tres m¨¦dicos que no dan sus nombres y que "no son fuentes fiables" a juicio de todas las personas consultadas; la mayor¨ªa, ajenas a la discordia. Como trasfondo, nadie oculta que el servicio est¨¢ saturado y arrastra graves problemas de gesti¨®n, que han permitido estos hechos desde hace 13 a?os.
Los m¨¦dicos en pr¨¢cticas no han efectuado en solitario ninguna intervenci¨®n de alto riesgo en cirug¨ªa cardiaca, tal y como se ha filtrado a la prensa. Seg¨²n se puede comprobar en los partes quir¨²rgicos del archivo del hospital Ram¨®n y Cajal todas las operaciones fueron realizadas por equipos competentes. "Materialmente adem¨¢s, es imposible", aseguran todos los cirujanos consultados. La hoja en la que aparece el doctor Recalde, un becario extranjero, como responsable de una cirug¨ªa es un parte de enfermer¨ªa, en el cual no figura habitualmente, como s¨ª figura en el parte de quir¨®fano, que el jefe de servicio, Antonio Epeldegui lo supervisaba.Las cifras de mortalidad en este departamento "brillant¨ªsimas en 1992", seg¨²n reconocieron el pasado noviembre miembros de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa, subieron alarmantemente durante 1993, llegando a 77 muertos, un 15%, seg¨²n se reconoce en una auditor¨ªa del servicio efectuada en febrero de este a?o. El incremento se debe en gran medida a los fallecimientos ocurridos en el mes de-. agosto, cuando se utiliz¨® u n suero incorrecto en quir¨®fano, aunque la relaci¨®n causa-efecto no, ha sido demostrada. En estos momentos la mortalidad ha bajado al 6,9%, seg¨²n datos del hospital, promedio habitual en estos servicios.
Lista de espera
El gran problema del servicio, apuntado por cardi¨®logos y cirujanos, es el volumen de cirug¨ªa cardiaca que realiza, procedente de toda Espa?a, en relaci¨®n con los medios humanos disponibles, y que se manifiesta en la lista de espera. La media de intervenciones anuales ent¨¢ entre 500 y 600, frente a la media nacional de 280 intervenciones. "La calidad est¨¢ re?ida con la cantidad", sostienen los m¨¦dicos m¨¢s cr¨ªticos Pero el hospital tiene otro gran lastre: las rencillas personales que se arrastran desde hace 13 a?os. Los mismos m¨¦dicos protagonistas hoy aparecen relacionados con denuncias y esc¨¢ndalos en la prensa de 1982.
Ninguno de los informes filtrados sobre presuntas irregularidades aparecen con nombres y apellidos en la prensa. Pero denuncias en el mismo sentido han sido remitidas a diferentes ¨®rganos de representaci¨®n del hospital por el doctor Wilson Ramos, y un informe completo sobre presuntas irregularidades, coincidentes con las aparecidas en los medios de comunicaci¨®n, fue entregado por el doctor Carlos Boedo a la junta de personal del centro el pasado 21 de abril.
Boedo dijo ayer e EL PA?S que no autoriz¨® a la junta a hacer p¨²blico el contenido del informe y neg¨® que se sintiera represaliado en el hospital. Sobre las denuncias que formul¨® no quiso manifestarse. Wilson Ramos no contest¨® a este peri¨®dico.
Carlos Boedo, especialista en percusi¨®n, lleg¨® al hospital de la mano del que fuera pol¨¦mico jefe del departamento Crist¨®bal Mart¨ªnez Bordi¨², marqu¨¦s de Villaverde. Su disconformidad con la tarea que se le, encomendaba provoc¨®" enfrentamiento s con su propio mentor, y posteriormente, con los siguientes responsables del servicio, los doctores Rufilanchas, Brito, y ahora, Epeldegui. Personas que vivieron aquella ¨¦poca recuerdan sus constantes amenazas personales. Los enfrentamientos con Boedo y otro m¨¦dico hoy expedientado en el Ram¨®n y Cajal, Casto Franco, hicieron que Rufilanchas huyera literalmente al hospital Doce de Octubre.
Boedo, que se incorpor¨® recientemente al Ram¨®n y Cajal, estuvo varios a?os sin asistir, seg¨²n consta en el centro, pero cobrando. Wilson Ramos, m¨¦dico de origen uruguayo, tambi¨¦n ha mostrado desde 1980 reitados desacuerdos con su posici¨®n en el servicio, con todos los jefes que se han ido sucediendo, seg¨²n sus colegas. Este facultativo ha sido objeto de un expediente por su irregularidad en la asistencia al trabajo. Casto Franco, que ha estado cuatro a?os en la direcci¨®n provincial del Insalud, y se reincorpor¨® recientemente al departamento de cirug¨ªa cardiaca, tambi¨¦n se enfrenta a un expediente, seg¨²n la direcci¨®n del centro, por no asistir a su puesto desde diciembre de 1993 a abril de. 1994. Franco tampoco quiso hacer declaraciones.
Los resultados de una intervenci¨®n de la direcci¨®n provincial del Insalud, el pasado mes de febrero, recomendaron apartar del servicio a los tres facultativos citados. Para ello, en lugar de abordar el tema directamente e iniciar un expediente riguroso se prefiri¨® crear una unidad de cirug¨ªa experimental a la que fueron adscritos para aislarles. Lejos de enfriar el problema, las denuncias se han recrudecido por lo que una nueva intervenci¨®n promete poner orden a una lucha que dura una d¨¦cada.
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