Metr¨®polis
ENCONTRAR UN denominador com¨²n a los problemas que aquejan a las. grandes metr¨®polis del mundo no es f¨¢cil. Son problemas similares que difieren seg¨²n el nivel de desarrollo econ¨®mico y el sistema de vida imperante en el pa¨ªs en que se encuentran. ?Qu¨¦ tienen que ver entre s¨ª los problemas inmediatos que agobian a Nueva Delhi, en la superpoblada y subdesarrolllada India, con los de Estocolmo, en la subpoblada y superdesarrollada Suecia?Indagar en la posible existencia de ese hilo com¨²n y al mismo tiempo diferenciado en la vida diaria de urbes distintas y distantes ha sido el objetivo de la IV Conferencia de las Metr¨®polis Mundiales, clausurada el pasado jueves en Berl¨ªn, en la que han participado los alcaldes de las 29 mayores ciudades del mundo, incluido el de Madrid.
Ese posible hilo com¨²n tiene que ver, obviamente, con la concentraci¨®n de millones de personas sobre un espacio reducido y con los problemas de convivencia y de calidad de vida que ello conlleva. Existe, pues, una base objetiva para la solidaridad y la coordinaci¨®n entre las grandes urbes del Norte y del Sur. Y m¨¢s cuando, como ha se?alado el presidente federal de Alemania, Richard von Weizsacker, los problemas de algunas de estas grandes ciudades -miseria, ni?os en la calle, drogas, prostituci¨®n...- son consecuencia, en ocasiones, de la conducta econ¨®mica de pa¨ªses lejanos.
Las diferencias entre unas metr¨®polis y otras est¨¢ en el distinto nivel de concentraci¨®n urbana y en el modelo econ¨®mico en que se sustentan'. La mitad de la poblaci¨®n mundial vive actualmente en ciudades (algunas, con m¨¢s de 20 millones de habitantes). El proceso de urbanizaci¨®n, sin embargo, se desarrolla de muy distinta manera seg¨²n sea la zona en que se produce. En Europa y Estados Unidos, el equilibrio entre una y otra poblaci¨®n permanece estable e incluso existen indicios de una vuelta al campo o de una reubicaci¨®n en n¨²cleos urbanos peque?os y medianos. Por el contrario, en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, sus ya gigantescas ciudades siguen atrayendo a los depauperados pobladores de las zonas rurales.
De ah¨ª que mientras los problemas acuciantes de Nueva Delhi son el exceso de poblaci¨®n o el tr¨¢fico, entendido ¨¦ste en el sentido literal de moverse de un lugar a otro, los de Estocolmo radican en no disponer de suficientes aparcamientos para los coches o en perfeccionar el sistema de conexiones entre la red de tr¨¢fico urbano y la de cercan¨ªas.
Incluso el. problema de la basura no es el mismo en ciudades como Estocolmo, Montreal, Par¨ªs e incluso Madrid (a pesar de su t¨ªtulo de ciudad m¨¢s sucia de Europa), que en Lima, El Cairo o Nueva Delhi. Depende de los recursos econ¨®micos y tecnol¨®gicos que tiene a mano cada ciudad para deshacerse de ella. Basura, tr¨¢fico, contaminaci¨®n y superpoblaci¨®n son problemas comunes, pero la gesti¨®n p¨²blica y la educaci¨®n ciudadana han hecho de algunas ciudades norteamericanas y europeas espacios de cada vez m¨¢s alta calidad de vida.
En el Tercer Mundo, sin embargo, muchas son inmensas bolsas de miseria, marginaci¨®n, desarraigo y violencia. La. desigualdad de recursos tambi¨¦n plantea serias diferencias a la hora de resolver un problema fundamental de todas ellas: el creciente traslado al ¨¢rea municipal de las exigencias de los ciudadanos y la necesidad de financiar cada vez m¨¢s competencias y obligaciones en ayudas sociales. Afrontar este reto requiere ante todo la conciencia de los Gobiernos.
Superar este problema, que es un fen¨®meno relativamente reciente y ha llevado a las ciudades a endeudamientos de v¨¦rtigo, no est¨¢, por supuesto, en las manos de ning¨²n alcalde, y menos si lo es de una megal¨®polis del Tercer Mundo. De alcanzarse alguna vez ese objetivo, ser¨¢ la consecuencia de unas relaciones econ¨®micas mundiales m¨¢s equilibradas y del ¨¦xito del modelo, de desarrollo sostenido, una f¨®rmula imprescindible por la que los pa¨ªses ricos deben ayudar a los pobres para acometer un desarrollo ordenado.
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