La ONU muere

Soy diplomado en enfermer¨ªa y estuve trabajando en Ruanda hace ahora dos a?os. Yo era una de esas personas ingenuas que confiaba en la civilizaci¨®n, que defend¨ªa este sistema que hab¨ªa sido capaz de crear una organizaci¨®n de todos los pa¨ªses del mundo para defender los derechos de los hombres, que se preocupaba por los ni?os y ancianos, y que buscaba y condenaba a los responsables de las atrocidades que se han producido y que, una y otra vez, nos empe?amos en repetir.Pero he sido decepcionado. La Organizaci¨®n de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad han vuelto a permitir un genocidio de dimensiones proporcionales al que se produjo hace 50 a?os en Europa. En Ruanda no exist¨ªa otro inter¨¦s que el puramente humano, el inter¨¦s de impedir el sufrimiento de miles de ni?os, y hemos fallado. A¨²n recuerdo varios de sus nombres: Clodine, Yaqueline..., de nuevo ha ocurrido, y ahora sus cuerpos, antes Henos de vitalidad, yacen retorcidos con los de sus padres y abuelos, embadurnados en sangre y barro. No hac¨ªan falta ni F- 16 ni guerra electr¨®nica; la ONU muere.-