Esto es un esc¨¢ndalo
Moura / Manzanares, Espartaco, V¨¢zquez
Cinco toros de Joao Antonio Romao de Moura (uno devuelto por inv¨¢lido), escasos de trap¨ªo, cornalones, escandalosamente inv¨¢lidos, 4? y 5? moribundos.
Sobreros: 3? de Julio de la Puerta y 6? de Guadalest, de similar factura.
Manzanares: bajonazo escandaloso (silencio); pinchazo trasero ca¨ªdo y bajonazo (protestas); Espartaco: pinchazo perdiendo la muleta, pinchazo, estocada ca¨ªda y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y estocada (abucheo).
Javier V¨¢zquez: bajonazo escandaloso (aplausos); pinchazo y media perdiendo la muleta (ovaci¨®n y salida al tercio).
El p¨²blico protest¨® la corrida entera por su invalidez, abronc¨® al presidente, Marcelino Moronta, y despidi¨® a Manzanares y Espartaco con gran abucheo.
Plaza de Las Ventas, 26 de mayo. 13? corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
La corrida fue un fraude, los toros padec¨ªan invalidez absoluta, los picadores les metieron ca?a encerr¨¢ndolos en tablas, los aficionados se pasaron la tarde protestando las continuas tropel¨ªas que se suced¨ªan en el ruedo, las figuras hicieron el m¨¢s espantoso de los rid¨ªculos, el presidente las dio trato de privilegio, en taquillas entr¨® una millonada, nadie fue detenido por la estafa que se estaba perpetrando, y esto es un esc¨¢ndalo.La fiesta entera est¨¢ montada sobre el fraude y el esc¨¢ndalo. Diz que en otras partes no pasa nada por eso y es verdad. Los pases que fingieron Manzanares y Espartaco constituyeron copia exacta de las faenas que hacen por ah¨ª con los mismos toros y luego se las ensalzan como si hubieran reinventado el toreo. Ese arte inmarcensible que cuentan de Manzanares cierta tarde agoste?a fue tal cual, con similar inv¨¢lido, y ese prodigio de profesionalidad y dominio de Espartaco cierta tarde de abril tuvo los mismos fundamentos ventajistas, citando fuera de cacho y metiendo el pico a otra rata moribunda.
Por eso vienen luego a Madrid estas figuras de mentiras y les subleva la intransigencia de los aficionados, mientras a los taurinos de su corte se les llena de ocurrencias demag¨®gicas el poco seso y la soez bocaza y exigen un respeto para el torero. Pero ?qu¨¦ respeto? Los respetos son mutuos, y es la primera falta de respeto presentarse ante un p¨²blico que paga a buen dinero su localidad y acude con toda la ilusi¨®n del mundo al coso, con esa gatada cadav¨¦rica, absolutamente intolerable no s¨®lo porque denigra cuantos valores pudiera tener la tauromaquia, sino porque supone una agresi¨®n al sentido com¨²n y a la dignidad humana.
El arte de lidiar toros, su gloria y su tragedia, ser¨¢n discutibles, objeto permanente de un debate ¨¦tico que nunca tiene conclusi¨®n; pero montar esa ceremonia en grana y oro, m¨²sica ca?¨ª, percherones acorazados desde cuya silla perpetra la pura barbarie un incompetente tocado de castore?o, la comedia de pegar pases y toda la caricatura grosera del toreo concertados contra un animalejo in¨²til para la lidia y hasta para la vida misma, es un desprecio a cuantos toreros han forjado con su sacrificio y con su sangre la historia de la tauromaquia, un insulto a los aficionados que la han venido sustentando, una irreponsable manifestaci¨®n de butalidadl.
Y este fraude descarado se comete con el consentimiento de la autoridad, quiz¨¢ se deber¨ªa decir ante la pasividad culpable del Ministerio del Interior, que tiene asignadas por ley la regulaci¨®n y la vigilancia de los festejos taurinos. Y es cierto que algo hace -rara vez y siempre que no le plantee problemas, naturalmente- mientras en ocasi¨®n de torear figuras, que est¨¢n bien relacionadas, son influyentes y saben corromper al lucero del alba, el espect¨¢culo se convierte en un melonar sin amo donde caben todas las irregularidades y se pueden cometer desde la mas absoluta impunidad todas las coruptelas.
El atropello se perfecciona subiendo al palco presidencial un funcionario incapacitado para cumplir con m¨ªnima coherencia la tarea que se le asigna, y cuya torpeza da pie a que le acusen de favoritismo. As¨ª ocurri¨®, pues nadie pod¨ªa entender que mantuviera en el ruedo los toros ag¨®nicos de Manzanares y Espartaco, sobre todo aquellos cuarto y quinto que provocaron un escandalazo may¨²sculo, y en cambio se apresurara a devolver al corral los de Javier V¨¢zquez, que era el torero m¨¢s modesto del cartel. Las mencionadas figuras aquellas, con una falta de pudor y de torer¨ªa que las califica, se pusieron a componer posturas y pegarles pases ventajistas a los toros moribundos, en tanto Javier V¨¢zquez se arrim¨® e intent¨® in¨²tilmente hacerles el toreo a los sobreros, que tampoco se ten¨ªan en pie.
Por menos les daban pensi¨®n completa a algunos, cuando no hab¨ªa tan poca verg¨¹enza en este pa¨ªs y en esta fiesta.
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