Los hermanos peque?os de Aznar
Mercedes de la Merced, 'n¨²mero tres' en la lista europea, encarna a una nueva generaci¨®n del PP
Naci¨® pol¨ªticamente con la democracia y, tal vez por ello, no tiene reparos en definirse de derechas. Es una generaci¨®n que sal¨ªa de la adolescencia cuando Felipe Gonz¨¢lez entraba en La Moncloa y que ha crecido con la frustraci¨®n de la UCD en la memoria y el fracaso de Alianza Popular en la retina. Cree en el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y tiene la ambici¨®n democr¨¢tica de llegar pronto al poder con un proyecto pol¨ªtico ecl¨¦ctico que tiene un punto democristiano, un algo thatcherista y bastante de derecha tradicional. Mercedes de la Merced, 33 a?os, universitaria, soriana, concejal del Ayuntamiento de Madrid, n¨²mero tres de la candidatura popular al Parlamento Europeo, pertenece a esa generaci¨®n que quiere gobernar empujada por la urgencia de un tiempo hist¨®rico que devora todo tipo de etiquetas.De la Merced, que comenz¨® a militar con 16 a?os en UCD y fue la candidata m¨¢s joven de Espa?a en las elecciones al Congreso de 1979, considera que la renovaci¨®n del PP ha venido en gran medida de la mano de mujeres como Loyola de Palacios, Luisa Fernanda Rudi, Celia Villalobos o -admite- ella misma. "Cuando me dicen 'no me puedo creer que t¨² seas del PP, les digo: pues personas como yo en el PP somos casi todas...".
Licenciada en Filosof¨ªa y Letras, rama de Historia, cree que quienes tienen reparos en confesarse de derechas son de otras generaciones. "Son personas mayores. Yo milit¨¦ en la UCD, y hoy hablar de centro-derecha o centro-izquierda es una tonter¨ªa. Hay que hablar de un partido conservador o de un partido de izquierdas. No me acompleja decir que soy de derechas".
Para ella, la derecha es "un partido que defiende las libertades, que cree en las igualdades, que cree en la justicia, que cree en la iniciativa privada, que cree que el Estado no debe controlarlo todo, que no tiene por qu¨¦ haber un proteccionismo a ultranza. Que se debe dejar a la iniciativa privada y a los individuos que lleguen a todo donde puedan llegar, y que el Estado s¨®lo est¨¦ all¨ª donde la sociedad en s¨ª no pueda llegar. Creo que es un partido que defiende a la sociedad y que se recuperen valores como la libertad, que cree en la justicia y que no todo debe estar controlado por un partido pol¨ªtico en todas las instituciones".
Las etiquetas pol¨ªticas, las familias ideol¨®gicas de la derecha -liberales, democristianos- no tienen mucho sentido para De la Merced: "No me identifico con ninguna de ellas. Hoy, hablar de liberales puros y duros es un error; hablar de una democracia cristiana podr¨ªa tener alg¨²n sentido en algunas personas, no en mi caso; no tiene sentido hablar de una pol¨ªtica conservadora brit¨¢nica, aunque creo que Margaret Thatcher lo hizo muy bien en su momento. Pero no creo que ahora sea una cuesti¨®n de privatizar y que entre la iniciativa privada en todo. En mi mente [la derecha] es una amalgama de todas estas cosas. Nuestro partido est¨¢ integrado en la Internacional Democristiana y en la Internacional Liberal".
La memoria hist¨®rica, la inevitable referencia al r¨¦gimen anterior, aparece en el discurso de De la Merced cuando compara la democracia cristiana con la pol¨ªtica social del franquismo. "La Democracia Cristiana es un partido social, lo que podr¨ªamos definir antes como el Movimiento. A nadie se le oculta que Franco puso en marcha la Seguridad Social, puso en marcha las pensiones, construy¨® un mont¨®n de viviendas para pobres. Era una persona que se preocupaba por las clases d¨¦biles, y eso nadie se lo podr¨¢ negar a Franco. Otra cosa es que hubiese o no hubiese libertades, que fue una ¨¦poca que yo no viv¨ª. Eso, hoy, lo puede representar la democracia cristiana. Hablar del liberalismo a ultranza, que cada uno se busque la vida, entre comillas, y que el Estado no est¨¢ para atender necesidades, no me parece justo. Pero la faceta primordial del liberalismo, la libertad individual, s¨ª se mantiene en este partido".
La conciencia nacional, una confesada devoci¨®n por la idea tradicional de Espa?a, ha sido una de las caracter¨ªsticas de la derecha que pervive en esta nueva generaci¨®n que ya gobierna en algunos ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas.
"Creo en Espa?a y me preocupan much¨ªsimo las diferencias entre las diferentes autonom¨ªas. Vot¨¦ la Constituci¨®n y creo que el T¨ªtulo Octavo estaba bien hecho. Hoy tengo alguna duda, porque a la vuelta de la esquina hay conflicto en Yugoslavia, y porque creo que no tiene que haber espa?oles de primera y espa?oles de segunda. Me preocupa much¨ªsimo que un Gobierno tenga que ceder ante presiones de unos nacionalistas para mantenerse en el poder; me preocupa excesivamente que la Guardia Civil pueda llegar a depender del se?or Pujol, hoy presidente de la Generalitat, y ma?ana de cualquier loco que pueda asumir la presidencia de la Generalitat".
Libertad sin ira
Cuando Espa?a votaba la Ley de Reforma Pol¨ªtica del antiguo r¨¦gimen para proceder, sin ruptura, al proceso constituyente, la canci¨®n Libertad sin ira impresion¨® a De la Merced y la anim¨® a entrar en pol¨ªtica. De la Merced afirma que cuando su generaci¨®n entr¨® en la universidad, ya "hab¨ªa democracia" y "ten¨ªa ilusi¨®n, cre¨ªa en los pol¨ªticos, hab¨ªa valores, se compromet¨ªan"."Hoy la generaci¨®n que tiene los a?os que yo ten¨ªa cuando entr¨¦ en la universidad es una generaci¨®n desanimada porque lo ve todo negro. De mis compa?eros de facultad, quien m¨¢s o quien menos a los tres a?os de terminar hab¨ªa encontrado un puesto de trabajo. La generaci¨®n que sale ahora de la universidad, quien m¨¢s y quien menos tarda del orden de seis a?os para poder encontrar un trabajo y encima est¨¢n bastante mejor formados que nosotros porque han hecho tres masters y un mont¨®n de cursos de idiomas".
Est¨¢ convencida de que los j¨®venes de hoy no creen en los pol¨ªticos, incluso los llegan a odiar, y cambian el canal de televisi¨®n o la emisora de radio cuando aparecen. "Voy a intentar que me crean y que vean que lo que decimos es real. Nosotros s¨ª vamos a pelear por construir una sociedad diferente. A la sociedad hay que motivarla, hay que ilusionarla, y hay que recuperar valores que en este momento se han perdido, como, por ejemplo, la naci¨®n espa?ola, una ¨¦tica, un no a la corrupci¨®n".
En su opini¨®n, "es importante ganar las elecciones, pero no a costa de mentir en un programa". "Yo no quiero ganar por un voto de castigo al PSOE, sino por nuestro proyecto".
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