Da bastante asco
En una gradaci¨®n r¨¢pida, despu¨¦s de una entrada valiente y decidida, la obra va alcanzando grandes cimas de repugnancia. Es odiosa. Pienso que el tiempo no pasa en Espa?a con un ritmo normal y todav¨ªa hay autores que quieren ayudarle a perder el pudor con el vocabulario y las acciones consideradas como escandalosas; o si todav¨ªa estamos en los tiempos del teatro de provocaci¨®n pour ¨¦pater les bourgeois, como dec¨ªan los franceses.Pero los burgueses est¨¢n hoy de vuelta de todo: es otra clase. Cuando los dirigentes de las Juventudes Socialistas, que han formado la nueva burgues¨ªa, visitan al jefe del Gobierno, 'salen y declaran que "el presidente est¨¢ jodido", y un gran peri¨®dico lo publica en titulares a varias columnas, ?a qu¨¦, punto de degradaci¨®n hay que llegar para asombrarles en un teatro? Probablemente a ninguno: nada basta.
Caricias
De Sergi Belbel. Int¨¦rpretes: Jorge de Juan, Milena Montes, Concha Leza, Alicia Agut, Fernando Chinarro, Juan D¨ªaz, Antonio Canal, Amparo Pascual, Pepe Mart¨ªn, JulioEscalada, Lola Mateo. Vestuario: Rosa Garc¨ªa. Escenograf¨ªa y direcci¨®n: Guillermo Heras. Centro Nacional de Nuevas Tendencias. Sala Olimpia, 25 de mayo de 1995.
Sergi Belbel, que es un excelente autor del que hemos visto muy buenas obras, llega a extremos con sus personajes que se apalean, chupan y remueven, llevan colgando "sus partes", toquetean, roban, dan palizas, odian, insultan, torturan, desprecian.
Provocaci¨®n
Por ejemplo, el mon¨®logo de Ton? Canal, que durante largo tiempo comunica a una jovencita los malos olores que se desprenden tambi¨¦n de sus partes con las m¨¢s escogidas palabras de entre lo soez, obsceno, pornogr¨¢fico, escatol¨®gico y repulsivo que tiene nuestro argot; o la emoci¨®n con que Pepe Mart¨ªn se deja hacer una felaci¨®n aunque sea detr¨¢s de un biombo (?por qu¨¦ detr¨¢s de un biombo? ?Por qu¨¦, en fin, ese pudor? ?D¨®nde est¨¢n los l¨ªmites de la provocaci¨®n?) y citolos nombres de estos buenos actores no por ellos, que cargan con su oficio y lo hacen con profesionalidad esc¨¦nica alta, sino porque los personajes no tienen nombre.El esquema de la obra es el de La ronda, de Sclinitzler; de una escena de dos personajes, uno de ellos desaparece y que da el otro comunic¨¢ndose con un tercero que, a la vez, llega a un cuarto... Hasta que el ¨²ltimo vuelve a enlazar con el primero y el anillo queda cerrado. Supongo que en 1902 habr¨ªa escandalizado con aquella obra tan fina y delicada en la que lo que se paseaba era la p¨¦rtiga encendida del farolero; y era algo m¨¢s duro y m¨¢s tr¨¢gico, como un s¨ªmbolo de la s¨ªfilis. ?sta no tiene otro objeto que el de la brutalidad y la ordinariez; no le veo el corte de vida" por ning¨²n sitio, si es que es ese naturalismo el que se pretend¨ªa. Y si la dramaturgia tiene m¨¢s de noventa a?os, tampoco se le ve raz¨®n teatral.
Al p¨²blico, hoy, esta clase de cosas suelen darle risa, y la obra podr¨ªa tener una comicidad irreverente algo m¨¢s eficaz; tomada como teatro de la crueldad y de la dureza, o como revelaci¨®n de que "la gente" es odiosa, o de la famosa incomunicaci¨®n de los seres humanos, no es suficiente. La risa es una especie de descarga, de distanciamiento, de gesto que hace el p¨²blico para demostrar que no se asusta. As¨ª pas¨® la obra, agarrada por el morbo, y as¨ª termin¨® con largos, interminables aplausos; como pasa ahora siempre, est¨¢n preferentemente dirigidos a los actores.
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