Se le torci¨® el gesto
Varias ganader¨ªas / JoselitoToros de Gabriel Rojas, El Pilar (2? 5? y sobrero), Torrealta, Garcigrande, sospechosos de pitones, flojos, nobles. 6? de Daniel Ruiz, devuelto por impresentable.
Joselito: cuatro pinchazos -aviso- y media (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada ladeada (oreja); bajonazo (oreja); bajonazo descarado (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada y dos descabellos (aplausos); estocada atravesada que asoma por el costillar y otra por la barriga (protestas).
Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 28 de mayo. Corrida ben¨¦fica para M¨¦dicos del Mundo.
Casi lleno.
BAYONETO
Joselito no fue feliz ning¨²n momento. Tras su gesta de la Beneficiencia del a?o pasado, preparaba un gesto similar. Hab¨ªa un coso predispuesto a una lecci¨®n de lidia, pero el gesto del torero termin¨® torcido. La olla podrida de ganado cocinada para la ocasi¨®n result¨® sosaina y sobre todo sin calor¨ªas. Joselito acu?¨® algunas suertes con vocaci¨®n de variedad (el picante que la gente so?aba), pero el enemigo no daba la talla. Y, adem¨¢s, el diestro estuvo sumamente propicio a mosquearse con los indocumentados que no faltan en los tendidos y mientan a Ponce cuando uno va a matar, o mencionan a los boquerones cuando uno pisa el ruedo en plan figura pasmosa.
Hasta la espada, normalmente su fuerte, le tra¨ªa a Joselito a mal traer. Pinch¨® con reincidencia en el primero, y pareci¨® decidir pasaportar a los restantes como fuese. Lo cumpli¨®, y cada vez m¨¢s cabreado con las circunstancias y los circunstantes. Al ir a barreras por el estoque para matar al sobrero -casi tan chot¨ªn como el devuelto- se le cay¨® la muleta, y el rictus de gesta indigestada se le incrust¨® del todo en la cara: as¨ª que degoll¨® al bicho transpas¨¢ndole por dos veces de parte a parte.
En los dos toros finales el mal humor del diestro rompi¨® la baraja. Pero, anteriormente, hab¨ªa logrado alg¨²n atisbo primoroso. Con el primero tuvo solvencia y cit¨® de frente si bien, como luego pasar¨ªa con casi toda la corrida, el toro, agotadito, se defend¨ªa y desluc¨ªa la faena. En el segundo lig¨® una notable tanda de naturales, pero el bicho acab¨® por quedarse a medio pase y propinar al espada una dura voltereta. Joselito aguant¨® como bravo. Una oreja a ley. En el tercero, ech¨® la pata palante y, pese a lo mal que mat¨®, le dieron otro trofeo: en oyendo alg¨²n silbido no quiso dar la vuelta al ruedo; y se cabre¨® para los restos. En el cuarto, manso, galle¨® brillante, pero fue desarmado; se creci¨® y hasta combin¨® de una tacada gaoneras y faroles; con la muleta se puso poderoso, dio pases del desprecio y, al disponerse al desplante, el toro, rajad¨ªsimo, se le arrodill¨® en las narices: semejante falta de respeto fue sentenciada con deg¨¹ello. El quinto, a cada pase, se iba a sus quehaceres y el diestro, tras mentarle en voz alta de mala forma a mam¨¢ vaca, le despen¨®. Lo del sexto, infanticidio.
El prometido buen sabor qued¨® en aced¨ªa. En los tendidos, divisi¨®n: esos morros del maestro, ?son propios de la excelsitud del genio, o es que el ni?o es chul¨ªn?
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